¿Podrá el Covid-19 acabar con la tiranía del mercado?
Comienzo aclarando que escribir una reflexión tipo ensayo desde América del Sur y específicamente desde Chile sobre una de las peores pandemias que golpea al mundo, puede resultar un tanto escalofriante.
Por Máximo Quitral, Politólogo UTEM
Tras cinco meses de haberse producido el levantamiento popular más importante que recuerde la historia (el #18-O), el Covid-19 puso una breve pausa a las protestas. Esto no quiere decir que las movilizaciones se esfumen por completo de nuestro horizonte terrenal, sino por el contrario, lo que probablemente ocurra es que la pandemia reactive las protestas y refuerce la mirada crítica que ha venido construyendo el movimiento social sobre el sistema neoliberal. Por lo mismo resulta razonable pensar si esta situación logrará derribar la tiranía del mercado en el país, y por qué no, a escala global.
Leí por estos días diversas opiniones sobre el efecto que podría provocar esta pandemia en el aparato económico de las naciones. Žižek habló del surgimiento de una “sociedad alternativa, una sociedad más allá del Estado nación, una sociedad que se actualice a sí misma en la forma de la solidaridad y de la cooperación global”. La propuesta de Žižek es la reinvención del comunismo, la cual debe asumir una posición de confianza en las personas y en la ciencia. Sin duda alguna parece una idea novedosa, pero presenta al menos un inconveniente. ¿Cómo es posible hablar de confianza si justamente el capitalismo se encargó de estimular la desconfianza en los sujetos? ¿Es posible modelar un tipo de confianza cuando la incertidumbre ha debilitado las creencias y ha acrecentado las diferencias? Probablemente en Europa y bajo otros códigos culturales, la confianza sea una virtud practicada permanentemente por los individuos, pero no es menos cierto que son sociedades severamente golpeadas por la incertidumbre. Es más, esa incertidumbre allanó el camino para el surgimiento de liderazgos políticos de ultra derecha con discursos agresivos hacia los migrantes y hacia la diferencia, impidiendo restablecer una confianza colectiva. Estrategia política o no, ha logrado aceptación en las esferas políticas globales.
En este sentido y entiendo la mirada desmoralizante de Byung-Chul Han, quien desestima la posibilidad que el Covid-19 termine con el capitalismo, toma cierta distancia de los dichos de Žižek. Sostiene al respecto el filósofo coreano que: “Tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. La revolución viral no llegará a producirse. Es posible que incluso nos llegue además a Occidente el Estado policial digital al estilo chino”. Ciertamente tiene razón Han cuando advierte sobre la profundización de un Estado policial, pero conviene agregar que desde hace largo rato los servicios de inteligencia de las naciones más pujantes aceleraron el control policial. Claro, tal vez en una menor medida hasta ahora como lo visualiza Han, pero no olvidemos que varias naciones hoy utilizan el control facial como mecanismo de seguridad social. Por tanto, ese Estado policial al cual alude Han viene operando hace un tiempo, siendo China unos de sus impulsores.
Si bien ambos intelectuales pueden diferir en sus apreciaciones de fondo, también coinciden en una cosa y es que están pensando en qué tipo de sociedad emergerá post Covid-19. El primero propone un comunismo renovado y el segundo la consolidación de un Estado policial. Pues bien, yo creo que el Coronavirus provocará un cambio global y acentuará las críticas a la tiranía del mercado. Pero, ¿será posible construir un nuevo paradigma sociopolítico?
La Pandemia ha desnudado el sometimiento social y político en que nos ha sumido el capitalismo, aunque digamos que es más agresivo y profundo como en Chile y en otros es un capitalismo más soft, pero capitalismo al fin. El Covid-19 ha puesto en entredicho si este sistema económico es capaz de sortear la nueva volatilidad económica que se está produciendo, al punto que el FMI y el Banco Mundial ya hablan de una gran recesión a escala mundial. El capitalismo por sí solo no podrá salir airoso y como es su costumbre apelará al Estado para resolver sus propias contradicciones internas y seguir sosteniéndose. Por lo mismo, la coyuntura económica y social empujada por el Coronavirus me hace proponer la instalación de un socialismo colaborativo para construir un nuevo modelo de sociedad global.
Mientras los Estados latinoamericanos observan impávidos como sus programas de gobierno sufren alteraciones repentinas ante el avance del virus, proponer la instalación de un socialismo colaborativo puede generar incomodidad. Quizás ciertos tecnócratas se sentirán incómodos al leer la palabra socialismo, pero en un Chile pisoteado en su dignidad, conviene pensar en medidas políticas y sociales, que den algún grado de esperanza a las naciones y en especial a este Chile morocho.
Un socialismo colaborativo puede ser solidario, humano, con sensibilidad social y gestor del restablecimiento de las confianzas al estilo Žižek, pero al margen de las directrices capitalistas.
Si nos enfrentaremos en el corto plazo a un nuevo paradigma político es algo que está por verse, pero lo cierto es que esta Pandemia dará margen a criticar un modelo de desarrollo que puede entrar a su fase terminal.