
Siria desmantela redes de contrabando de Irán y Hezbolá tras caída de Assad
Así lo revela un detallado reportaje de The Washington Post, publicado este sábado por los periodistas Loveday Morris y Souad Mekhennet, que recorrieron algunos de los antiguos centros clave del contrabando y tráfico de armas entre Siria y el Líbano.
A pocos meses de la caída del régimen de Bashar al-Assad, el nuevo gobierno sirio encabezado por el líder interino Ahmed al-Sharaa ha intensificado sus esfuerzos para cortar los últimos vínculos operativos entre Irán y sus milicias aliadas en territorio sirio, entre ellas Hezbolá.
Así lo revela un detallado reportaje de The Washington Post, publicado este sábado por los periodistas Loveday Morris y Souad Mekhennet, que recorrieron algunos de los antiguos centros clave del contrabando y tráfico de armas entre Siria y el Líbano.
Uno de los epicentros de estas operaciones es la localidad de Hawsh al-Sayyid Ali, en la frontera sirio-libanesa, donde aún se registran enfrentamientos entre fuerzas del nuevo ejército sirio y clanes vinculados a Hezbolá. Según el comandante Maher Ziwani, encargado de controlar esa zona, los intentos de cerrar las rutas de contrabando han provocado choques violentos, con al menos tres soldados sirios muertos solo el mes pasado.
«Están intentando abrir brechas», declaró Ziwani, en alusión a los clanes leales a Hezbolá que buscan mantener el flujo de armas, dinero y drogas que durante más de una década transitaron por estos pasos montañosos. En su testimonio al Post, el oficial fue enfático al señalar su desconfianza hacia las fuerzas armadas libanesas: “Ni siquiera un 1%”.
Durante la guerra civil, estos corredores sirvieron como arterias vitales para Irán, que trasladaba material bélico y fondos a sus aliados, además de drogas como el Captagon, una anfetamina que era producida en fábricas clandestinas descubiertas por las nuevas autoridades sirias. Solo en la región de Qusayr, se hallaron 15 laboratorios de esta sustancia, cuyo comercio ilegal alcanzaba decenas de millones de dólares.
En esa misma ciudad, cercana a la frontera con el Líbano, The Washington Post constató que toda el área industrial había sido transformada en un vasto depósito de armas. “Esta era una instalación central para ellos”, explicó Samer Abu Qassim, jefe de seguridad general de Qusayr. Restos de misiles iraníes, drones y materiales educativos sobre tácticas de combate usados por Hezbolá fueron hallados en una exescuela convertida en base militar.
La ofensiva del nuevo gobierno ha generado una retirada apresurada de las fuerzas de Hezbolá, muchas de las cuales abandonaron sus posiciones sin combatir. En Palmira, al este del país, también se descubrieron rastros de presencia iraní en instalaciones militares improvisadas, incluyendo antiguos hoteles reutilizados por milicianos.
Hezbolá y la amenaza persistente
A pesar del retroceso, analistas advierten que los remanentes de las redes de contrabando siguen activos. Haid Haid, especialista en Siria de Chatham House, señaló que “hay un enorme arsenal en Siria que Hezbolá intenta sacar del país”, colaborando con redes locales para evadir los controles y bombardeos israelíes. Un ejemplo de ello fue la incautación de drones escondidos en un camión de pienso animal en enero.
Según el experto Phillip Smyth, en la actual Siria «cuasi anárquica», estas redes podrían adaptarse y operar con estructuras ligadas al crimen organizado, dificultando los esfuerzos de estabilización del nuevo gobierno.
Acusaciones cruzadas y nuevos actores
El reportaje también destaca la preocupación de las nuevas autoridades sirias sobre un posible intento iraní por desestabilizar al gobierno de transición mediante la movilización de extremistas sunitas, incluyendo militantes afiliados al Estado Islámico. Si bien funcionarios europeos consultados por The Washington Post aseguran que no hay evidencia directa de participación iraní en los recientes ataques costeros, sí advierten sobre los intentos de Teherán por mantener su influencia apoyando a grupos radicales fuera de su órbita tradicional chiita.
De hecho, Irán habría estado entrenando incluso a miembros del Frente Polisario, movimiento armado que opera en el norte de África y que ahora cuenta con decenas de combatientes detenidos en Siria.
La fragilidad del nuevo orden sirio, en medio de disputas sectarias, amenazas externas y una red subterránea aún operativa, convierte a este periodo de transición en uno de los más delicados desde el inicio del conflicto en 2011.
Fuente: Reportaje de The Washington Post