Denuncian censura y exclusión de libros sobre memoria histórica en bibliotecas públicas y escolares

En una columna publicada por El Mostrador, los editores Silvia Aguilera y Paulo Slachevsky, fundadores de LOM, acusan que obras sobre derechos humanos y memoria histórica están siendo sistemáticamente marginadas del sistema público de bibliotecas.

En medio del Mes del Libro, los editores Silvia Aguilera y Paulo Slachevsky denunciaron en una columna de opinión publicada en El Mostrador que las bibliotecas escolares y públicas de Chile están censurando libros que abordan la memoria política y social del país.

A través de solicitudes a la Ley de Transparencia, accedieron a observaciones realizadas por evaluadores del Centro de Recursos para el Aprendizaje (CRA) del Ministerio de Educación, que catalogan como “no recomendados” diversos textos por abordar temas “sensibles” o “violentos”.

Entre los casos señalados, se incluyen títulos que tratan sobre violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, testimonios históricos, ensayos y novelas de carácter social. Obras del escritor Ramón Díaz Eterovic, referente de la novela negra chilena, también han sido excluidas con argumentos similares.

Los editores cuestionan que se margine este tipo de contenidos bajo argumentos de protección a los estudiantes, en un contexto donde niños y jóvenes están expuestos diariamente a contenidos violentos en redes sociales y medios de comunicación. “Es como si en Europa se prohibieran en bibliotecas escolares textos relacionados con el nazismo por ser temas sensibles y violentos”, afirman.

Además, denuncian que incluso cuando ciertas obras superan el filtro técnico, otro tipo de “mecanismos internos” impiden que lleguen finalmente a las bibliotecas. Esta práctica, aseguran, limita el acceso a lecturas fundamentales para comprender el pasado reciente de Chile, fomentando el olvido, la indiferencia y la ignorancia, especialmente entre las nuevas generaciones.

“La cultura y los libros transitan a la deriva”, advierten Aguilera y Slachevsky, señalando que la censura actual, aunque no explícita ni violenta como en dictadura, está institucionalizada en la tecnocracia y la burocracia del sistema educativo.

Finalmente, llaman a defender el derecho a una lectura libre y diversa, y a que las instituciones públicas asuman su rol en la construcción de una memoria colectiva, crítica y democrática. “Seguiremos pasando los libros de mano en mano, buscando lectores atentos que confíen en ellos como soporte de reflexión, encuentro y humanidad”, concluyen.

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