Descubre Hacienda Histórica Marchigüe: un Viaje al Pasado con Comodidad Moderna

Ubicada en el corazón del Valle de Colchagua, esta casona del siglo XVIII es mucho más que un hotel: es una experiencia inmersiva en la historia, la arquitectura y la cultura chilena.

A lo largo de sus pasillos y galerías, el mobiliario y la estructura exudan siglos de historia, que los huéspedes pueden explorar a través de diversas «estaciones» que narran la vida de sus antiguos dueños, los trabajos realizados durante siglos y la evolución de las habitaciones, hoy adaptadas para el disfrute moderno.

De noche, con su luz tenue, los altos techos y los jardines invitan a pasear con respeto y admiración. Porque esta majestuosa edificación, que data de mediados del siglo XVIII, fue originalmente concebida como una posta y obraje por los jesuitas, y su estructura sigue conservando las huellas de ese pasado religioso y colonial.

Luego de ser rematada por 18 mil pesos en 1775, tras la expulsión de la Compañía de Jesús del país por orden real, la vida en la Hacienda se acelera con la llegada de su comprador, Santiago Íñiguez, cuya descendencia mantuvo la propiedad por 230 años.

En esos más de dos siglos cobijó todo tipo de mitos y leyendas, en ella o sus alrededores, también se vivió parte de la historia del país y muchos personajes durmieron o pasearon por sus salones, ya sea como parte de la familia o como invitados circunstanciales, como el mismísimo Manuel Rodríguez.

Por ejemplo, en este lugar, nació Loreto, hija de Pedro Felipe Íñiguez y Mercedes Ignacia Vicuña, quien en 1865 se convertiría en la primera reina de belleza del país. Además de heredar la Hacienda, Benjamín Vicuña Mackenna, denominó en su honor la calle Loreto en Santiago.

Los Iñiguez Vicuña fueron nietos de Francisco Ramón Vicuña, quien en la batalla de Maipú tuvo un comportamiento heroico como coronel de la caballería patriota a cargo de custodiar los vados del río Maipo y después, fue brevemente presidente de Chile en 1829. Ya anciano y con problemas de salud, pasó algunas temporadas en la Hacienda Marchigüe, cuyo clima le habría sido prescrito médicamente antes de fallecer en 1849.

El defenestrado (de la Plaza Italia) general Manuel Baquedano, quien comandó la Guerra del Pacífico, era un gran amigo de los Pereira Iñiguez y de los Ovalle Íñiguez y pasaba junto a su esposa, largas temporadas en San José de Marchigüe y en Los Maitenes.

A su vuelta de la guerra le obsequió a los Ovalle una yegua de paso llamada Atacalpa, que a su vez le fue regalada por Torre-Tagle, entonces dueño de la Hacienda Lurín cerca de Chorrillos, antes de la captura de Lima.

En esa hacienda el ejército chileno acampó y preparó la fase final de la campaña. De la yegua solo se sabe que tuvo una prolífera descendencia de potros chilenos, que se caracterizó por el famoso paso de 4 tiempos del que se ufanaban sus dueños, asegurando que no se derramaba una copa de vino puesta sobre su montura.

Otros personajes también pasaron por las tierras de los Iñiguez, como el inquisidor del Santo Oficio del Reino del Perú, fray Manuel Antonio Gómez de Silva y Prado o el famoso bandido del siglo XIX, Ciriaco Contreras, legendario y feroz cuatrero de fino y generoso trato que terminó siendo amigo de los Iñiguez.

Un Tesoro Arquitectónico

Hoy, transformada en un destino turístico de ensueño, la Hacienda fusiona la esencia de esta historia con el confort de la modernidad.

Dormir en una de sus habitaciones, especialmente la Colonial, es remontarse a la vida de 200 años atrás, cuando el adobe, las gruesas columnas y la madera, junto a los fogones, invitaban a la reflexión, a la intimidad e impulsaba a valores patrios.

La arquitectura de la Hacienda Histórica Marchigüe es un reflejo de siglos de evolución.

Su construcción inicial, de estilo castellano y jesuita, sentó las bases de lo que más tarde se convertiría en la arquitectura colonial tradicional del Valle de Colchagua. Sus grandes patios, rodeados por salones y habitaciones, dan cuenta de una vida incesante, con mucho de social, pero también de místico y natural.

A lo largo de los años, el edificio ha sido remodelado por diversos propietarios, entre ellos Guillermo de Ovalle Vicuña en el siglo XIX y Sergio Lira Ladrón de Guevara a mediados del siglo XX, quienes imprimieron su sello personal en la edificación.

Décadas más tarde, Silvio Castelli y Vivian Jones, sus actuales propietarios, la acondicionan para convertirla en el hotel que se erige hoy en las tierras de Colchagua, siempre preservando la arquitectura original, pero con una construcción más ligera que la colonial. Se añadieron habitaciones siguiendo los cánones de la arquitectura colonial típica de la región, sin alterar el encanto de la estructura histórica.

Los visitantes se verán rodeados de altos cielos, pisos de madera natural, y detalles arquitectónicos que evocan el pasado, mientras disfrutan de todas las comodidades modernas.

Habitación «Colonial»

Habitaciones y Servicios

El hotel cuenta con 23 exclusivas habitaciones de aproximadamente 30 m², además de 3 departamentos familiares de 90 m².

Nosotros ocupamos la Colonial (desde $175.168), una de las más antiguas y con altos techos, con una chimenea de gran salón y una figura que le da un toque especial, único para que sea diferente. La cama, sabanas, colchón y baño, se agradecen que sean del siglo XXI.

Cada habitación está cuidadosamente diseñada, con elegantes muebles traídos desde Francia e Italia, cortinas de lino, seda y algodón, y ropa de cama de primera calidad. Además, todas están equipadas con climatización individual, Wi-Fi, y ofrecen espectaculares vistas a los jardines que rodean la hacienda.

Algunas de las habitaciones fueron antiguamente residencias de la hacienda, como salones de tertulia, oratorios, y talleres de carpintería y herrería, lo que les confiere un aire aún más especial.

También, si viajas en familia o en grupo de amigos, opta por los departamentos de 90 m2 para 5 personas, con habitaciones separadas, equipadas con un estilo tradicional de la época del siglo XVIII, pero con las comodidades actuales (desde $226.464).

Fuera de la habitación, las galerías tienen un encanto especial, también los jardines con sus parras centenarias y portones de antaño.

La Hacienda, además, cuenta con espacios de esparcimiento, tanto para los que gustan del pool, como a los aficionados a la lectura, pues tiene una biblioteca con libros para todos los gustos. Todo está diseñado para ofrecer una estancia cómoda y placentera, en medio de un entorno natural de gran belleza.

La misteriosa Cava del Brujo, un lugar imperdible de la Hacienda, ofrece cata de vinos para cinco personas ($25 mil), con una selección de los mejores mostos de la zona. También está el bar, por lo que puedes jugar al pool o leer en la biblioteca, disfrutando -por ejemplo- un ramazotti ($5.500) o un mojito sin alcohol ($4.500)

Te recomendamos, también, salir del hotel y, junto con recorrer los caminos aledaños, visitar los alrededores y conocer Marchigüe: allí descubrirás viñas que solo ves en los supermercados, degustarás la calidad de sus vinos tintos proveniente del secano y te acercarás a los molinos de viento que abundan en la zona, tanto como los coches cabritas y las hermosas capillas marchiguanas.

También, si eres de los pescadores, muy cerca encontrarás buenos lugares para ir en busca de una buena pieza, desde los puentes o en la orilla misma de los ríos que abundan en los alrededores.

No te preocupes si la pesca no trae sus frutos y vuelves sin nada para comer. En La Hacienda podrás cenar, al aire libre, en el restaurante “Aurora Secana”, donde los responsables logran fusionar la cocina tradicional chilena con sabores internacionales, creando una propuesta culinaria innovadora y sabrosa.

Hay tablas (La Hacienda, 18 mil, es la más completa), buenos cocteles ($4.500 el pisco sour o un Negroni) o el salmón a la grilla con agregado ($20 mil). Otra sugerencia es la paella a la valenciana, comen dos y cuesta 26 mil pesos. Además, en el quincho de la hacienda, los visitantes pueden disfrutar de los mejores corderos al palo de Chile, una auténtica delicia local, dicen los que lo han degustado. Para solicitarlo, debe ser un grupo de al menos 15 personas y el valor es de 40 mil pesos cada uno, porque es toda una experiencia de asado campestre.

“No tenemos un estilo de cocina, somos autores, creamos y creemos en lo que hacemos, proponemos un desarrollo culinario basado en la auto sustentabilidad de todo nuestro entorno ya que no somos sólo un hotel o un restaurante, somos más mucho más, sentimos lo que hacemos y buscamos el mejor sentimiento de respeto, de cariño de entrega, en lo que hacemos, desarrollamos nuestros productos con cada detalle en la materia prima que es cuidado a fin de tener la mejor relación entre producto km 0 y cliente”, señalan en el restaurant.

La estadía contempla, además, el desayuno. Dependiendo de la temporada podrás disfrutar un desayuno criollo servido con una vista incomparable de los jardines, donde se pueden degustar quesos y fiambres frescos, panes, mermeladas caseras y manjares tradicionales.

Un tema aparte es la atención, todos en La Hacienda se desviven porque los huéspedes estén bien y conocen a la perfección la historia de la casona y sus rincones. La amabilidad es un sello.

Tras el desayuno, los huéspedes pueden disfrutar de actividades como cabalgatas por el secano costero, visitas a las viñas cercanas y degustar sus vinos, hacer un trekking, ciclismo o, simplemente, relajarse en la piscina y disfrutar de la tranquilidad del entorno. También conocer la granja y el proceso de elaboración de sus productos, especialmente la lechería, donde los más pequeños podrán alimentar a los terneros.

En definitiva, la Hacienda Histórica Marchigüe -un lugar ideal para realizar un evento (matrimonios, aniversarios de bodas y empresariales) porque cuenta con dos salones de gran capacidad (uno para 170 personas y otro para 20)-, es un  destino perfecto para quien guste de la historia y el campo, quiera relajarse y disfrutar de la naturaleza o busque un hotel para una escapada romántica.

El interior y los alrededores de la hacienda, como el patio de los naranjos y el bosque de eucaliptus, los salones y las galerías, proporcionan el marco perfecto para todo lo anterior

Reserva ahora y vive una experiencia única en el corazón del Valle de Colchagua, donde el pasado y el presente se encuentran en perfecta armonía.

Cómo llegar

La ubicación de la hacienda es uno de sus mayores atractivos.

Enclavada en un terreno de gran valor histórico y cultural, la hacienda se encuentra en la región de Colchagua, famosa por su excelente terroir, que da origen a los vinos más exclusivos de Chile, así como a algunos de los mejores suelos para la producción de aceite de oliva.

Además, está a solo 35 minutos de Pichilemu, la capital del surf, lo que permite a los visitantes combinar la serenidad del campo con la emoción del océano.

Desde Santiago puedes viajar por la Autopista del Sol / Ruta 68 Una ruta llena de vistas inigualables del campo chileno y viñas emblemáticas del Valle de Colchagua. También puedes optar por Ruta 5 hasta Ruta 66 un camino clásico y con bellos paisajes típicos de nuestro campo y por supuesto de la Ruta del Vino.

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