Flow: un poema silente que busca reescribir el futuro de la animación

Por Miguel Reyes Almarza, periodista e investigador en pensamiento crítico.

★★★★☆ (4,5 sobre 5)

A veces, el cine es un refugio. Un espacio donde las historias nos envuelven sin necesidad de palabras, donde las emociones se sienten en la piel antes que en la razón. Flow, la película animada del letón Gints Zilbalodis, es exactamente eso: una experiencia sensorial que, sin decir una sola línea de diálogo, lo dice todo.

En un mundo cubierto por agua, un gato negro navega en soledad hasta que, poco a poco, otros compañeros de viaje se suman: un labrador, un ave secretaria, un capibara y un lémur. Diferentes en temperamento y en instintos, pero obligados a compartir un bote que flota a la deriva. No hay villanos, no hay giros forzados. Solo la naturaleza en su forma más pura: impredecible, imponente, y a veces, generosa.

El mayor riesgo que toma Flow es su silencio. No hay diálogos ni narrador, solo sonidos reales de los animales, algunos de ellos obtenidos de formas inesperadas—la respiración de un tigre prestando su voz a una ballena, o un camello bebé convertido en capibara. Pero en esta ausencia de palabras, la película encuentra su fuerza. Es un recordatorio de que la comunicación va más allá del lenguaje, que a veces basta con una mirada, un movimiento, un instante compartido para entendernos.

Visualmente, la película es un espectáculo hipnótico. Creada con Blender, un software de código abierto que mezcla técnicas 2D y 3D, Flow nos sumerge en paisajes de aguas infinitas, formas orgánicas que evocan la luz de los clásicos cuadros impresionistas, cielos vastos y atmósferas melancólicas que oscilan entre la calma y la tormenta. La animación fluida, combinada con una música minimalista y emotiva, compuesta por el mismo Zilbalodis, convierte cada escena en una pintura en movimiento, en un susurro visual que nos atrapa sin necesidad de estridencias.

Este nivel de maestría no ha pasado desapercibido. Aplaudida en su estreno en Cannes y declarada mejor película de animación en Annecy, con variadas nominaciones en los festivales cinematográficos más importantes del mundo, Flow continúa haciendo historia en los Oscar al obtener dos nominaciones: Mejor Película de Animación y Mejor Película Internacional. Un logro reservado a unas pocas obras que han trascendido los límites del género, demostrando que la animación no es un formato, sino un lenguaje en sí mismo.

Pero más allá de los premios, lo que hace que Flow perdure es su mensaje. En un mundo donde todo parece fragmentado, donde la soledad se siente más grande que nunca, esta película nos recuerda que incluso en la incertidumbre más absoluta, la compañía—aunque venga de las formas más inesperadas—puede ser nuestra mayor fortaleza.

Cuando la pantalla se funde en negro y la música se apaga, queda una sensación difícil de explicar. Como si, por un momento, hubiéramos flotado junto a ellos. Como si el agua, el viento y la esperanza nos hubieran tocado también a nosotros.

Disponible en cines desde el 20 de febrero.

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