Felicidad y calidad: Los desafíos de la educación en 2025

Por Marcelo Trivelli, director Fundación Semilla.

Pongamos prioridad a la felicidad y la calidad en la educación con tres desafíos clave: el fortalecimiento del bienestar socioemocional, la desregulación del proceso enseñanza aprendizaje y la integración de tecnologías emergentes al pensamiento crítico y aprendizaje.

La relación emocional entre docentes y estudiantes y entre estos últimos es determinante en la felicidad y en la efectividad del aprendizaje de materias. El bienestar emocional libera recursos cerebrales que, en vez de estar ocupados en defenderse del medio hostil, los enfoca en fortalecer las relaciones sociales y el aprendizaje. Nuestra Superintendencia de Educación ha realizado estudios que comprueban que hay más y mejor aprendizaje en aquellas comunidades con un mejor clima relacional.

Desregular el proceso de enseñanza aprendizaje implica liberar a los equipos docentes de un modelo uniforme impuesto por el centralismo del Ministerio de Educación y pasando a uno adaptativo en que cada profesora y profesora pueda aplicar libremente su creatividad y conocimiento de manera de responder al entorno en el cual se desenvuelve y las características de sus estudiantes.

Finalmente, la tecnología de internet con toda su implicancia, sobre todo con el acceso ilimitado a información y conocimiento, no debe ser un fin, sino un medio para potenciar el pensamiento crítico y adquirir conocimiento. Hoy no tiene sentido que los docentes repitan información a la que los estudiantes tienen acceso.

Un ejemplo extraordinario es el de Patricio Vilches, profesor de Educación General Básica de Cabildo, en la Región de Valparaíso que fue reconocido como el mejor docente del país en el Global Teacher Prize Chile 2024; él logró integrar los tres desafíos antes enumerados en una escuela rural.

La libertad que ha tenido Patricio Vilches se debe a que a muy pocos les importa lo que puede estar sucediendo en Escuela Básica Unidocente G-47 El Guayacán, en la comuna de Cabildo con su director y profesor y sus siete estudiantes.

El desafío es llevar esta práctica pedagógica a una escala mayor, pero solo se puede hacer mediante un proceso de desregulación de la educación y terminar con el yugo que significa el centralismo, los sobrecargados currículos de cada asignatura y las interminables e inútiles labores administrativos que se le exigen al profesorado y a las comunidades educativas.

Estos desafíos son complejos y deben ser abordados estratégicamente porque enfrentan una “defensa corporativa” del sistema con el objeto de mantener el statu quo, es decir, que nada cambie.

Para lograr estudiantes felices y una educación de calidad, profesores y profesoras deben ser la base del cambio, mientras que, en paralelo, Chile debe volver a confiar en sus maestras y maestros.

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El Periodista