El Mito del sobrediagnóstico de TEA en Chile

Por Gabriel Valenzuela, director de la Fundación Felipe Camiroaga.

En los últimos años, se ha difundido una creencia errónea sobre el diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista (TEA) en Chile. Muchos sostienen que existe un sobrediagnóstico de esta condición, lo que generaría un «exceso» comparado con otros países. Sin embargo, lo que realmente está ocurriendo es una mejora significativa en la identificación temprana, lo que se traduce en más pequeños que reciben el apoyo que necesitan.

Estudios recientes indican que en Chile uno de cada 51 niños es diagnosticado con TEA, una cifra que podría ser considerada alta. Sin embargo, este aumento no es indicativo de un sobrediagnóstico. En comparación con Estados Unidos, donde la prevalencia es de uno de cada 36 niños, esta cifra está en línea con las tendencias globales, lo que demuestra que el incremento no es un fenómeno aislado de Chile.

Es importante entender que la mayor cantidad de diagnósticos se debe a un cambio en la forma en que la sociedad chilena ve y entiende el TEA. Gracias a campañas de concientización, a la formación de médicos y educadores, y a la mejora en los protocolos, muchos más niños están siendo identificados correctamente. Su detección temprana es crucial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esto mejora significativamente las oportunidades de intervención y, por ende, el pronóstico a largo plazo. Quienes reciben apoyo en sus primeros años tienen mejores oportunidades de integración.

El aumento de diagnósticos también refleja un mayor acceso a servicios de salud especializados. En el pasado, infantes con síntomas leves o atípicos pasaban desapercibidos, pero hoy en día existen más recursos, tanto públicos como privados, para que los padres puedan acceder a un diagnóstico certero y, sobre todo, a los programas de intervención necesarios.

No debemos caer en propagar este mito, sino que debemos enfocarnos en las mejoras que hemos logrado como sociedad en la detección de una condición que, hasta hace poco, se desconocía ampliamente. A medida que crece la conciencia sobre el TEA, también lo hace nuestra capacidad de brindar una respuesta adecuada a las familias que enfrentan este desafío.

Por todo esto, es fundamental que sigamos trabajando en la educación, la concientización y la formación de los profesionales de la salud. El diagnóstico correcto es solo el primer paso; la verdadera transformación llega con el apoyo continuo, el acompañamiento de expertos y el compromiso de toda la sociedad.

Como fundación, seguimos trabajando con el compromiso de mejorar la calidad de vida de los niños con TEA, pero también de derribar mitos que solo generan confusión y estigmatización. El aumento de diagnósticos no debe ser motivo de preocupación, sino de celebración: más niños están siendo reconocidos, apoyados y preparados para tener un futuro lleno de oportunidades.

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El Periodista