Rusia trata de preservar sus bases militares en Siria tras caída de Al Assad

Este domingo, una fuente del Kremlin indicó a la agencia rusa Tass que había contactos "con representantes de la oposición armada siria, cuyos líderes han garantizado la seguridad de las bases militares rusas y las misiones diplomáticas en territorio sirio".

La caída del régimen de Bashar al Assad en Siria constituye un revés para Rusia pero su presidente, Vladimir Putin, parece estar decidido a que sus consecuencias sean lo menos dolorosas posibles para la imagen de potencia mundial que quiere mostrar, de ahí el que la conservación de las bases militares que tiene en territorio sirio sea ahora la máxima prioridad.

«La verdadera cuestión ahora es si Rusia será capaz de mantener su base naval y aérea en Siria», resume Mark N. Katz, experto en Oriente Próximo de Atlantic Council. «Las fuerzas contrarias a Al Assad que acaban de prevalecer podrían no verse inclinadas a permitirles que se queden, especialmente dado que los aviones de combate rusos desplegados en Siria les han estado bombardeando repetidamente hasta hace poco», subraya.

Este domingo, una fuente del Kremlin indicó a la agencia rusa Tass que había contactos «con representantes de la oposición armada siria, cuyos líderes han garantizado la seguridad de las bases militares rusas y las misiones diplomáticas en territorio sirio». A su vez, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha confirmado este lunes que Moscú está haciendo todo lo posible para hablar con quien corresponde para que esto siga siendo así.

La base naval de Tartus, en la provincia homónima, y la base aérea de Khmeimim, en la de Latakia, están «funcionando con normalidad» este lunes pese que las fuerzas contrarias a Al Assad tienen el control de toda la región, según ha precisado una fuente siria a Tass.

Tal y como resalta el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), en su último informe diario sobre Rusia, «dado lo volátil y lo rápido que evoluciona la situación política sobre en terreno en Siria» no está claro cuánto pueda aguantar este supuesto acuerdo.

Además, incide el ISW, «la oposición siria no es monolítica, sino que está compuesta por diferentes facciones con distintas ideologías y objetivos políticos y ninguna facción por sí sola controla todo el territorio en torno a las bases y las posiciones rusas» en el país. Tampoco se sabe exactamente con quién está en contacto Moscú.

MOSCÚ A MERCED DE LAS NUEVAS AUTORIDADES

Con todo, previene el ISW, aunque Rusia consiga mantener todas o alguna de sus posiciones militares en Siria, la caída de Al Assad «supone una gran pérdida geopolítica para Moscú», ya que su permanencia «estará a merced de los grupos de oposición sirios a los que el Kremlin solía llamar terroristas».

En este sentido, este centro de estudios militares ya ha constatado algunos cambios a la hora de referirse a los grupos rebeldes y yihadistas que han depuesto a Al Assad en las últimas horas, quienes han pasado de ser tildados de «terroristas» a «grupos de oposición» en apenas unas horas por altos cargos y por los medios estatales.

De producirse el peor de los escenarios, es decir, la pérdida de las bases, «tendría grandes implicaciones para la presencia militar rusa a nivel mundial y su capacidad de operar en África», resalta el ISW.

La base de Tartus ha servido a Moscú para «proyectar poderío en el Mediterráneo» y también es una pieza clave en sus esfuerzos logísticos, de suministro y las rotaciones del Africa Corps, el organismo heredero de los mercenarios del Grupo Wagner que dependen ahora del Ministerio de Defensa, lo que debilitaría a su vez sus operaciones tanto en Libia como en África Subsahariana, con el Sahel como principal área de actuación.

SERIO REVÉS PARA PUTIN

Pero independientemente de lo que ocurra con las bases militares, los expertos coinciden en que la caída de Al Assad es un revés para Putin. «La incapacidad de Rusia de preservar al régimen también dañará la imagen mundial de Rusia como un aliado fiable, amenazando su influencia con autócratas africanos de los que busca el apoyo y su objetivo más amplio a nivel geopolítico de presentarse como una superpotencia mundial», resume el ISW.

«Supone un duro revés para la imagen de Rusia, ya que Moscú se ha proyectado a sí mismo desde hace tiempo como un aliado que nunca abandona a sus socios, garantizando su supervivencia», coincide Nikolay Kozhanov, profesor asociado del Centro de Estudios del Golfo, en un análisis para el ‘think-tank’ ISPI.

Con todo, tanto este experto como Katz opinan que no está todo perdido para Putin. Así, el primero sostiene que «Al Assad se había convertido en una vulnerabilidad, dada su falta de voluntad de acomodar las soluciones políticas en las que insistía Rusia, una economía poco amigable que no permitía a Moscú obtener ningún beneficio, y sus constantes equilibrismos entre Rusia e Irán».

Así pues, hasta cierto punto, el fin del régimen de Al Assad «marca el final de la partida para Rusia y, como resultado, una salida del conflicto», sostiene Kozhanov. «Puede que no sea lo positivo que Moscú esperaba, pero en último término podría ser la vía más corta y quizá una bendición disfrazada para Moscú», remacha.

Por su parte, Katz también cree que en la caída de Al Assad puede haber un «lado positivo» para Moscú, pese al «duro revés para su influencia en Oriente Próximo» que esto representa: «no será reemplazado por un régimen pro-occidental, como ocurrió con las ‘revoluciones de color’ de los últimos años» en los países de la órbita soviética.

Además, vaticina este experto de Atlantic Council, si se produce a continuación «una lucha de poder entre los ganadores en Siria, podría dar a Moscú la oportunidad de trabajar con unos contra otros». Aquí, una de las opciones sería apoyar «un pequeño estado alauí», la etnia a la que pertene Al Assad, en la costa mediterránea donde están sus dos bases, usando además como «precedente» el apoyo de Estados Unidos al territorio controlado por los kurdos sirios en el noreste del país.

ASILO PARA AL ASSAD

Entretanto, Rusia ha decidido dar asilo a Al Assad y su familia, quienes llegaron la víspera a Moscú tras escapar de Siria menos de dos semanas después de que rebeldes y yihadistas, con Hayat Tahrir al Sham a la cabeza, lanzaran una ofensiva relámpago que les llevó a avanzar hacia Damasco sin apenas resistencia.

«No tengo nada que contar sobre el paradero de Al Assad», se ha limitado a responder este lunes el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, al ser preguntado por dónde se encuentra el ya el expresidente sirio tras haber llegado a Rusia.

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El Periodista