Los niños primero ¿prioridad o consigna de campaña?
Por Marcelo Trivelli, director Fundación Semilla.
La caída de las tasas de natalidad en Chile es la mejor estadística para mostrar que las parejas en edad fértil no creen que “Los niños primero” sea prioridad y que es sólo una consigna que levantan algunos políticos en época de campaña con el fin de conseguir votos.
La Tasa Global de Fecundidad (TGF) llegó a su mínimo histórico en Chile, 1,3 hijos por mujer, la más baja desde que se ha tenido registro. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que corresponde al número de hijos que en promedio tendría cada mujer a lo largo del período fértil.
Por tradición y cultura cristiana, la Navidad centra la atención en niñas y niños. Cada año se va haciendo más comercial y materialista y menos religioso, pero la simbología religiosa asociada al nacimiento de un niño hace 2.000 años en medio de la pobreza en Belén aún persiste. Para mí, lo más hermoso y gratificante de Noche Buena es admirar la expresión de inocencia, asombro y alegría de un niño al abrir un regalo.
Sería maravilloso que en cada Navidad pudiéramos regalar a cada niña y niño la seguridad de que sus necesidades afectivas, sanitarias, educacionales, de seguridad y comunitarias van a ser encaradas por la sociedad con amor y dignidad a través de sus vidas.
En primer lugar, una familia que, en cualquiera de sus expresiones, proporcione a los niños una base afectiva sólida para enfrentar la vida, y les ayuda a desarrollar una autoestima saludable y habilidades sociales fundamentales. Lamentablemente los niños y niñas no son prioridad a la hora de diseñar las ciudades, los horarios laborales, la fijación de las remuneraciones femeninas y tampoco una jubilación justa para las abuelas y abuelos que les permitan participar activamente en la crianza de sus nietos.
Segundo, y no menos importante es el acceso al cuidado y educación desde la sala cuna hasta el fin de la enseñanza media con un rediseño del sistema educacional centrado en construir lazos afectivos. Asegurar salas cunas y jardines infantiles para quienes deseen tener acceso a ellas y nunca cortar el vínculo afectivo entre educadoras y educandos. No es aceptable el cambio de modelo educativo en educación básica donde se abandonan las relaciones emocionales y se concentran en materias con los desastrosos resultados en lecto escritura y matemáticas que todos conocemos. No hay buen aprendizaje sin lazos emocionales entre profesores y estudiantes.
Por último, el tercer pilar de “los niños primero” tiene que ser su seguridad. No son aceptables las muertes violentas en manos de delincuentes o balaceras en ajustes de cuenta como tampoco lo es el abandono escolar y el reclutamiento de jóvenes por parte del crimen organizado.
En un contexto más global debemos siempre tener presente que la pobreza, la vulnerabilidad, las migraciones, las guerras, los genocidios, todos tienen rostro de niñas y niños y lo vemos a diario en la TV y las RRSS. “Los niños primero” tiene que ser un grito de nunca normalizar estas conductas porque tomarlo como “normal” deshumaniza tanto a las víctimas como a los observadores.