Incentivos al servicio militar y la formación integral: más allá de un aumento salarial
Por Christian Slater E., Coronel (R) del Ejército de Chile.
El reciente proyecto de ley presentado por el Ministerio de Defensa, que busca incrementar en un 50% el salario de los soldados conscriptos durante el primer año de vigencia y en un 75% al segundo, ha sido aprobado por unanimidad en su primer trámite. Sin embargo, esta medida, aunque positiva, solo aborda una parte del problema. No se trata simplemente de mejorar los sueldos; se trata de modernizar y dignificar el servicio militar, haciéndolo atractivo y relevante para los desafíos del siglo XXI.
Consideremos también, que todo lo anterior ocurre en un contexto en el cual, cada año, por reducción de los hombres y mujeres nacidos en Chile, se ha producido una merma de selección de más de 30 mil ciudadanos en condiciones de hacer el Servicio Militar, entre el año 2006 y el presente año 2024.
Lección anecdótica: La «Colimba» como ejemplo de lo que Chile debe evitar:
En Argentina, el servicio militar conocido como «colimba» fue abolido en 1994 tras varios episodios de abusos y maltratos. En contraste, en Chile, durante el gobierno del Presidente Ricardo Lagos y bajo el liderazgo del General Juan Emilio Cheyre Espinosa, se estableció un sistema mixto que prioriza el voluntariado. En esa dirección, Chile debiera seguir mejorando y optimizando este modelo, evitando retrocesos y fortaleciendo la completación de la planta de soldados, con tropa profesional.
Hoy, con grandes esfuerzos y cada vez con menos presupuesto, pese a la participación en labores de estados de excepción, catástrofes naturales y protección de fronteras, las Fuerzas Armadas, y en particular el Ejército de Chile, paralelamente y sin olvidar su función principal, continúan con sus períodos de formación profesional y entrenamiento que involucran campañas y maniobras. Nada se ha dejado de hacer para que el Servicio Militar sea una verdadera experiencia altamente profesional y de servicio a la patria, pero todo tiene un límite en cuanto a capacidades y, en el caso de esta proposición, en cuanto a la modernización del Servicio Militar que, ante nuevas exigencias de las potenciales amenazas y el cada vez más sofisticado armamento, creo que amerita estudiar la posibilidad de ofrecer nuevas alternativas que despierten, además, un mayor interés por el Servicio Militar y también un verdadero deseo de los jóvenes por obtener, paralelamente, una atractiva formación que les sirva para posteriormente reinsertarse en la sociedad o hacer carrera en las Fuerzas Armadas.
El contexto actual: Servicio Militar de Tropa Profesional.
Desde hace varios años, Chile ha implementado un sistema de servicio militar de tropa profesional, en el que los soldados se comprometen a servir durante cinco años. Este modelo ha demostrado ser más eficiente que la conscripción anual, ya que proporciona mayor estabilidad y permite un entrenamiento más especializado. Sin embargo, al finalizar este período, muchos de estos soldados se encuentran en desventaja para reinsertarse en el mercado laboral, ya que, aunque poseen habilidades prácticas valiosas, carecen de certificaciones formales reconocidas en el ámbito civil.
Lecciones del diplomado en guardaparques: Una experiencia replicable
En 2016, tuve el privilegio y la oportunidad de gestionar una colaboración entre el Ejército de Chile, la Universidad Santo Tomás (sede Temuco) y la Fundación Huilo Huilo en Neltume, que resultó en el primer diplomado en Protección de Áreas Silvestres para soldados conscriptos. Esta iniciativa, inédita en su momento, benefició a 18 jóvenes al otorgarles competencias en áreas como la conservación ambiental, primeros auxilios y telecomunicaciones, permitiéndoles acceder a nuevas oportunidades laborales.
Nuevas capacidades para los soldados profesionales y prácticas dentro de la defensa:
Basándonos en el modesto pero eficiente modelo del diplomado en guardaparques, los soldados profesionales, durante sus últimos años de servicio, podrían acceder a programas de formación técnica en colaboración con instituciones como INACAP, universidades y centros de formación profesional. La práctica de estas formaciones técnicas podría llevarse a cabo en las propias instalaciones de la defensa, optimizando los recursos disponibles.
Además, aquellos soldados que obtengan sus certificaciones técnicas y títulos podrían, tras un estudio de factibilidad, ser contratados como empleados civiles dentro de las propias instituciones de la defensa. O al menos, postular a cargos civiles que hoy son cubiertos por militares profesionales que no siempre tienen la formación técnica que se propone.
Programas de transición laboral y alianzas estratégicas:
Para facilitar la transición al mercado laboral, se propone la creación de un programa de transición laboral, que incluya talleres de preparación para entrevistas, redacción de currículums y orientación sobre cómo adaptar las habilidades militares al mercado civil.
Asimismo, se podrían establecer alianzas con empresas privadas interesadas en contratar personal con las competencias técnicas adquiridas durante el servicio militar. Esto abriría puertas en sectores como la minería, energía, ciberseguridad y logística.
Certificaciones internacionales y reconocimiento global:
Una formación que incluya certificaciones reconocidas internacionalmente, como competencias en ciberseguridad o mecánica aeronáutica, aumentaría la empleabilidad no solo en Chile, sino también a nivel global.
Incentivos para soldados que completen su formación técnica:
Para fomentar la participación, se podría implementar un sistema de incentivos para aquellos soldados que completen exitosamente sus certificaciones. Esto podría incluir bonificaciones, reconocimientos o prioridad en la postulación a puestos civiles dentro de las Fuerzas Armadas.
Plataforma digital para seguimiento y apoyo post-servicio:
Una plataforma digital donde los exsoldados puedan acceder a oportunidades laborales, formación continua y una red de contactos podría ayudar a monitorear el éxito del programa y realizar ajustes en función de los resultados.
Propuesta de financiamiento: Un enfoque multidimensional
1. Optimización presupuestaria y redistribución del gasto en defensa:
Reorientar una fracción del presupuesto destinado a adquisición de equipamiento hacia la formación educativa y técnica.
Integrar el gasto en formación como parte del presupuesto nacional de desarrollo del capital humano.
2. Apoyo y cofinanciamiento del Ministerio de Educación:
Asignar recursos para la formación técnica y profesional de los soldados.
Colaborar con universidades e institutos técnicos para desarrollar programas alineados con el mercado laboral.
3. Cooperación público-privada con incentivos fiscales:
Establecer alianzas con empresas tecnológicas y mineras interesadas en contar con personal capacitado. A cambio, estas empresas recibirían incentivos tributarios.
Convenios con empresas para la entrega de certificaciones internacionales, aumentando la empleabilidad de los exsoldados.
4. Acceso a fondos internacionales de cooperación:
Explorar financiamiento a través de organismos multilaterales como el Banco Mundial, BID y la Unión Europea.
Presentar esta modernización como un proyecto de impacto social, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
5. Optimización de infraestructura y recursos existentes:
Utilizar instalaciones militares para impartir programas de formación técnica.
Implementar una plataforma digital para el seguimiento de los exsoldados.
Finalmente:
Para enfrentar los desafíos futuros, el Servicio Militar en Chile debiera ir más allá de incrementos salariales, enfocándose en:
1. Adaptabilidad y dominio tecnológico: Formar soldados que manejen tecnologías avanzadas, protejan sistemas digitales y se adapten a escenarios cambiantes.
2. Resiliencia y liderazgo: Desarrollar la capacidad de gestionar el estrés, mantener la moral alta y tomar decisiones críticas en entornos de alta presión.
3. Equipamiento esencial: Invertir en drones, exoesqueletos, sistemas de comunicación encriptados o robótica, solo por mencionar parte del equipo necesario para mejorar la eficacia y la seguridad en el campo de batalla.
Modernizar el Servicio Militar no solo fortalecerá la defensa nacional, sino también el desarrollo del capital humano del país.
La colaboración entre el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Educación, el sector privado y organismos internacionales permitirá construir un modelo sostenible que posicione a Chile como referente en la sinergia entre defensa y desarrollo social, asegurando la estabilidad y seguridad de la nación en el futuro.
Estos soldados no son de hierro ni indestructibles; si vamos a enviarlos al combate o a enfrentar amenazas letales, ya sean naturales o artificiales, como sociedad debemos ser responsables de traerlos de vuelta junto a sus familias. Para ello, debemos entrenarlos, instruirlos y equiparlos adecuadamente. No hacerlo sería un acto criminal, una traición al compromiso que ellos asumen en defensa de la nación. La modernización del servicio militar no es solo una inversión en la seguridad, sino un compromiso moral con quienes están dispuestos a darlo todo por Chile.
Es una responsabilidad que, lamentablemente, parece que ni las autoridades de Gobierno, ni los políticos, ni la gran mayoría de los congresistas están dispuestos a asumir. Ni los de antes, ni los de ahora. Eludir esta responsabilidad de modernización del Servicio Militar, no es solo un grave error estratégico, sino también un acto de deshonra hacia quienes están dispuestos a sacrificarlo todo por la seguridad y estabilidad de nuestro país.
Finalmente, resulta impresentable que toda esa responsabilidad recaiga casi exclusivamente, en los respectivos Comandantes en Jefes Institucionales, cuando la defensa de un país es responsabilidad de todos.
No solo se trata de voluntad militar, sino también, de voluntad política y exigencia ciudadana.
Tuve la oportunidad de estructurar, ser docente y ejecutor en un programa innovador e inedito del Ejército de Chile. Institución que asociada a la Academia y ONGs, impartió capacitación a soldados conscriptos en el área de protección de nuestro patrimonio silvestre. Proceso en donde los soldados, ciudadanos que cursaban su Servicio militar,se titulaban en términos prácticos como guarda fauna y protectores de áreas protegidas.
Habiendo vivido el proceso desde sus inicios, me di cuenta que esa formación entregada por el servicio…era un excelente insumo para terminar derivando a educación de mayor nivel. Basados en disciplina , responsabilidad y compromiso.
Lamentablemente no he vuelto a ver la continuidad de esos procesos.
Dando termino a mis palabras, tuve la oportunidad de trabajar con esos jóvenes chilenos ya titulados. En vida civil! la experiencia fue muy satisfactoria!
lamento haya llegado a su fin.
En nuestro Continente, en comparación con Europa o Medio Oriente, en el siglo XX nos mantuvimos alejados de las guerras, pero nunca tanto. Recordemos la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932/1935) y las guerras entre Perú y Ecuador que fueron varias. (1941 y 1981)
El Conflicto del Beagle en 1978. Una guerra que fue evitada por la «diplomacia militar» de Chile. Argentina, no contento con lo anterior, declaró la guerra a Inglaterra. Un conflicto bélico de corta duración que cobró la vida de más de mil soldados y más de 2.000 heridos.
Posteriormente, en 1995, la Guerra del Cenepa, entre Perú y Ecuador que de dejó más de 500 soldados muertos y más de 600 heridos.
Esos soldados, al igual que los soldados chilenos, eran seres humanos que dieron sus vidas por su Patria.
Chile también sabe de guerras y revoluciones y los potenciales conflictos bélicos siguen latentes. Agreguemos a ellos nuevas amenazas y nuevas situaciones que nos pueden llevar a enfrentamientos bélicos.
Son demasiados años de paz. Los suficientes para, ingénuamente, olvidarnos de que la guerra es un hecho social ineludible. Solo la última y actual guerra en Ucrania ha causado la muerte de más de 43 mil soldados de ese país y otros miles de civiles.
Pareciera lógico entonces preguntarse si tenemos la capacidad disuasiva en cuanto al equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas y en cuanto a las capacidades de nuestros soldados. El eslabón más importante y fundamental para asegurar una victoria o impedir un conflicto: los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas.
Es nuestro deber como sociedad de entrenarlos y equiparlos para el adecuado cumplimiento de su misión. No hacerlo, es un crimen que ya estamos cometiendo con las malas decisiones de las autoridades políticas y su falta de previsión y preocupación por nuestras Fuerzas Armadas.