Beatles ‘64: Scorsese lo hizo de nuevo (y mal)
Por Miguel Reyes Almarza, periodista e investigador en pensamiento crítico.
★★☆☆☆ (2 sobre 5)
Con mucha expectativa por delante, como toda obra basada en la banda más influyente de los últimos 2 siglos: The Beatles, se estrenó este 29 de noviembre el documental “Beatles ’64”, dirigido por David Tedeschi y producido por el bueno de Martin Scorsese. Técnicamente una fórmula infalible para el éxito que buscaba explorar el impacto cultural de la primera visita de la banda a EE.UU. en febrero de 1964, mediante un montón de imágenes restauradas, inéditas y no tanto, de los documentalistas Albert y David Maysles. ¿Qué podría ir mal?
Y es que incluso aquello que de por sí captura la atención de cientos de fanáticos y seguidores del combo de Liverpool, muchas veces, sin una actitud crítica a flor de piel, se puede caer a pedazos explotando el lugar común desde la soberbia de sus realizadores.
Scorsese y Tadeschi se conocieron mientras trabajaban en el documental “George Harrison: Living in the material world” (2011) donde Tedeschi ofició de montajista bajo la dirección del ítalo-estadounidense. Trabajo de dulce y agraz, ya que, aún cuando recibieron el premio de Critics Choice Award a mejor documental, en el aire quedó la sensación de despilfarro de la obra del gran George Harrison, recurriendo más a la anécdota archisabida que a algún tipo de argumento relevante de la carrera del músico, ni siquiera el chisme a voces respecto del triángulo amoroso que lo involucraba a su mejor amigo, Eric Clapton y su esposa de aquel entonces Patty Boyd, más algunas entrevistas sobre su último día en el mundo material, pudieron levantar un recocido sin inteligencia cinematográfica, menos histórica.
Hoy la canción es la misma, Scorsese, bajo la tutela de Disney no fue capaz de entregarle parte de su histórica sabiduría cinematográfica a este material que, por más simple que fuera, se entregaba sin límites a su agudo sentido de la producción. Y no es la culpa de Disney, ya que Peter Jackson la sacó del estadio con “The Beatles: Get Back” (2021), demostrando que siempre se puede volver a cosechar originalidad desde un terreno fértil y en los espacios de control de la Walt Disney Company.
Otra vez se pone a disposición del mundo una narrativa común, muchas veces confusa y que se sostiene única y exclusivamente porque The Beatles son una máquina, ya sea en el escenario o en las entrevistas impregnando su especial sentido del humor; una mirada de John y Paul en el cuadrilátero del Washington Coliseum, una remembranza de Ringo o un ácido chiste de George, logran levantar aquello que no es más que una colección de imágenes de valor histórico, pero sin ningún punto de vista de interés. Ni siquiera la aparición providencial de David Lynch, recordando aquellos “ruidosos” días, logra darle una mirada fresca al fenómeno.
Es cierto que se intenta poner en inflexión una especie de análisis comunicacional del fenómeno, Marshall McLuhan -uno de los más importantes sociólogos de la comunicación- aparece como el encargado de explicar teóricamente el contexto medial de la “Beatlemanía”, sin embargo, no es el eje del audiovisual y sus aportes son apenas superficiales. Por otra parte, las continuas referencias al sueño americano -ya sea como crítica o como adulación- terminan desviando la atención del objeto material de estudio, en este caso, The Beatles, hacia las expectativas culturales y políticas de EE.UU. Es cierto, se trata de su primera visita a Norteamérica, pero eso no implica necesariamente insistir, muchas veces sin demasiada sutileza, en lo importante que es el país del norte para el mundo, como siempre, el chovinismo de las producciones “americanas” de las cuales ni el mismo Scorsese se libró en toda su carrera.
Quizás el objetivo era ese, EE.UU. estaba de luto, Kennedy había sido asesinado, The Beatles oficiaban cual bálsamo para el desenredo emocional de la nación de las barras y las estrellas, sin embargo, los 4 de Liverpool, tienen una narrativa que se sobrepone a cualquier otro relato, sobre todo cuando su nombre está en marquesina. Si vas a hablar de The Beatles, debes hablar de The Beatles, lo demás es contexto.
En el mejor de los casos, podría pensarse en una obra de inducción para las nuevas generaciones, pero, en tiempos de la economía de significados, aparecerá muy larga, 106 minutos de recortes audiovisuales que muchas veces se hacen pesados de mirar. Definitivamente es un material que va directo al archivo de buenas intenciones de Disney.
Ya van dos “strikes” Mr. Scorsese, esperemos que no sea “ponchado” en el siguiente, como suelen decir en su amado New York.
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