Veteranos del ’78: Héroes olvidados y la vergüenza del presente

Por Christian Slater Escanilla, Coronel (R) del Ejército de Chile.

 

En agosto de 2018, tuve la oportunidad de compartir una carta publicada en este mismo medio, en la que recordaba con orgullo y gratitud la gesta de los «Veteranos del ’78». Hombres jóvenes que, con menos de 20 años y en condiciones extremadamente precarias, defendieron con valor la soberanía de Chile durante el Conflicto del Beagle. La respuesta a esa carta fue abrumadora. Veteranos, reservistas y ciudadanos compartieron sus recuerdos, llenos de emoción y patriotismo, destacando la camaradería, el sacrificio y la determinación que los unió en aquellos días cruciales para nuestra nación.

Permítame, Señor Director, agradecerle nuevamente por haber dado espacio a esa carta hace seis años. En ese entonces, su publicación permitió mantener viva una parte fundamental de nuestra historia. Hoy, me veo obligado a escribirle nuevamente, no solo para rendir homenaje a esos héroes olvidados, sino también para criticar con dureza al Gobierno actual que, por un mal mañejo político, prefirió resaltar las diferencias del momento y no los acontecimientos históricos.

Es indignante que, mientras disfrutamos de una paz que no fue lograda por los políticos, sino por el firme liderazgo de un Gobierno Militar que evitó una guerra devastadora, los «Veteranos del ’78» sean relegados al olvido. Más aún, resulta vergonzoso que, en lugar de conmemorarlos, el Presidente Boric y su gobierno estén sumidos en una interminable cadena de escándalos de corrupción, acusaciones de delitos sexuales, nepotismo y amiguismo. Han convertido al país en un espectáculo de ineptitud y caos político, mientras la agenda de gobierno se reduce a derrotas y más escándalos.

Hace 40 años, estos jóvenes soldados se prepararon para lo peor. Estuvieron listos para dar su vida por Chile en las trincheras de Pino Hachado, Punta Arenas y las Islas Nueva, Picton y Lennox. Sin embargo, hoy no reciben más que indiferencia por parte de un gobierno que parece incapaz de gestionar incluso las tareas más básicas. En lugar de honrar su memoria, el Presidente y su círculo más cercano parecen más preocupados por sobrevivir políticamente, gastando más energía en ocultar sus propias faltas que en gobernar.

¿Qué mensaje estamos enviando al ignorar esta fecha y a quienes protagonizaron uno de los mayores logros diplomáticos de nuestra historia? Mientras en otros países se honra a quienes han servido con valor, en Chile se mantiene una indiferencia hacia estos veteranos, quienes, en su mayoría, eran jóvenes de menos de 20 años, con solo unos meses de entrenamiento y equipados con lo mínimo. Esos mismos jóvenes, bajo la lluvia y el frío, con fusiles y corazones llenos de patriotismo, estuvieron listos para sacrificar sus vidas en defensa de nuestra patria.

Es inevitable recordar los comentarios que acompañaron mi carta de 2018. Uno de ellos decía: «Las nuevas generaciones no tienen idea del patriotismo que sentimos los que, bajo juramento, estábamos dispuestos a dar la vida por Chile». Esa frase resuena con fuerza hoy, en un país donde el patriotismo ha sido reemplazado por la desidia, y donde los valores que esos hombres defendieron parecen haber sido barridos por una generación política que no comprende ni respeta nuestra historia.

Otro veterano comentó: «Fuimos menos, pero muy fuertes y capacitados para resistir. Estábamos preparados para todo, con mandos que sabían tratar al personal». ¿Puede decir lo mismo el gobierno actual? ¿Puede alguien, en su sano juicio, considerar que la actual administración tiene la capacidad, el carácter y el liderazgo para enfrentar los desafíos de un país que se tambalea entre la incertidumbre y el desgobierno?

Señor Director, le pido nuevamente su colaboración para que esta carta encuentre un espacio en su medio. Los «Veteranos del ’78», más allá de nuestras odiosas diferencias políticas, merecen más que un agradecimiento; merecen que su legado sea honrado, que su historia sea conocida y que sus valores sirvan como ejemplo para las nuevas generaciones.

Además, como chileno y testigo de la historia, lo invito a que su medio siga alzando la voz por aquellos que la sociedad, los políticos y los gobiernos intentan olvidar. En su rol de defensor de la verdad y de la memoria histórica, usted puede contribuir a devolverles a estos soldados el reconocimiento que merecen.

Chile no puede permitirse olvidar su historia ni a quienes la escribieron con sacrificio. Y tampoco puede continuar en manos de una administración que representa la antítesis de los valores que esos soldados encarnaron: honor, disciplina, lealtad y amor por la patria.

Finalmente, como dijo un veterano del ’78: «Se puede ser chileno sin amar a la patria, pero no se puede ser soldado sin amar a Chile».

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El Periodista