Argentina reafirma su «nunca más» con «Traslados», filme sobre vuelos de la muerte
"Traslado" es el término eufemístico que utilizó el aparato represivo para el método de ejecuciones sistemáticas en el que prisioneros políticos, drogados y en estado de semiinconsciencia, eran arrojados desde aviones militares al Río de la Plata o al mar.
A decir por el éxito de «Traslados», un documental de investigación que aborda los vuelos de la muerte que utilizó como método de exterminio la última dictadura argentina (1976-1983), la sociedad de esta nación sudamericana parece tener en claro que el terrorismo de Estado no se pone en duda, y tampoco se justifica.
«La recepción de la película ha sido muy buena en Argentina», ha destacado Nicolás Gil Lavedra, director de la cinta. Idea original de Zoe Hochbaum y producido OrcaFilms. «Las entradas estuvieron agotadas casi todas estas semanas, y ahora que estamos en la séptima; bajó un poco el caudal pero seguimos con buena repercusión».
«Traslado» es el término eufemístico que utilizó el aparato represivo para el método de ejecuciones sistemáticas en el que prisioneros políticos, drogados y en estado de semiinconsciencia, eran arrojados desde aviones militares al Río de la Plata o al mar.
No en vano, el documental recuerda que empezaron a aparecer cuerpos en las costas de Uruguay a cinco semanas del golpe militar, que tuvo lugar el 24 de marzo de 1976.
«Poder rescatar los diarios, las autopsias en las que se confirmaba que eran cuerpos arrojados en altura, es muy importante, me pone orgulloso, y para las nuevas generaciones va a servir para que conozcan una parte de nuestra historia y para seguir generándola de manera colectiva», reafirma Gil Lavedra.
El documental se apoya en material de archivo y en recreaciones ficcionadas para reconstruir esta etapa tenebrosa de la historia argentina junto con el testimonio de supervivientes, investigadores y referentes de entidades de derechos humanos.
El reconocimiento que el largometraje tiene en Argentina, en momentos en que el consenso social sobre los horrores de la dictadura cívico-militar ha sido cuestionado por el presidente Javier Milei y su vicepresidenta Victoria Villaruel, no quedó sin eco.
«Esto demuestra que este tema interesa y que socialmente, más allá de que haya un Gobierno negacionista, la gente dijo ‘nunca más’ y que no vamos a dejar pasar que haya discursos de odios, o diputados nacionales visitando a asesinos condenados por delitos de lesa humanidad», asumió Gil Lavedra.
SIN RASTRO
La relevancia de «Traslados» quedó en evidencia al traspasar fronteras. El documental se estrenó en el Festival de Cannes, fue acogido en la competencia oficial del Festival de Varsovia, y ha sido ovacionado en el Festival de San Sebastián, donde despertó preguntas sobre las dificultades que tienen las víctimas españolas del franquismo para que se haga justicia, a diferencia de lo que ocurrió en Argentina.
Un hallazgo de la película es la narración del regreso a Argentina, en 2023, de uno de los cinco aviones utilizados por la Fuerza Aérea como vuelos de la muerte, el Skyvan Pa51, gracias al trabajo de investigación que realizó la periodista y sobreviviente Miriam Lewin.
Esta argentina, que fue secuestrada y torturada en el centro clandestino de detención Virrey Cevallos y en el que funcionó en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), rastreó con la ayuda del fotógrafo italiano Giancarlo Ceraud el destino de los vuelos de la muerte y dio con el paradero del Skyvan, que conservaba las planillas de vuelo originales con las que la justicia argentina pudo condenar a todo un batallón a partir de 2010.
Desde esa aeronave, los genocidas se deshicieron de tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, y de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, cuyos cuerpos habían sido encontrados en las playas bonaerenses en 1977 pero no fueron identificados hasta 2005.
La posibilidad de que los jóvenes que nacieron en democracia comprendan los entresijos de la maquinaria de terror que desplegó la dictadura durante casi ocho años satisface al director de «Traslados», sobre todo en un contexto en el que el Gobierno argentino intenta tergiversar la historia.
«Mi sensación es de que es la derecha, que estuvo involucrada en el terrorismo de Estado, es la que intenta cambiar la discusión y usar palabras que no corresponden, pues uno no puede hablar de una dictadura como si hubiera sido una guerra: por supuesto hubo atentados por parte de (la organización guerrillera peronista) Montoneros, pero el Estado, en vez de llevarlos a juicio, lo que hizo fue desaparecer, torturar, violar, robar bebés y matar y dejar más de 30.000 desaparecidos», dice el director.
Al repasar desde los primeros indicios hasta las sentencias que con pruebas confirmaron los vuelos de la muerte, «Traslados» ratifica que «la dictadura hizo terrorismo de Estado y que nunca hubo arrepentimiento, ni una entrega de listas para restituir la identidad de los bebés robados, ni dijeron a quiénes tiraron de los aviones, o a cuánta gente», añade Gil Lavedra.
«Ahora les toca cumplir la ley, las condenas que tienen, cárcel común, como corresponde para este tipo de crímenes, por más que pequeñas facciones del oficialismo actual intentan llevar a debate cosas que la sociedad en su conjunto no va a discutir de nuevo», concluyó.
El pacto de silencio de los genocidas impide todavía saber lo sucedido con la mayoría de las víctimas de la dictadura, la cual se apropió además de unos 500 niños, hijos de detenidos- desaparecidos, a quienes sustrajeron de sus familias y les robaron la identidad.
Ana Delicado Palacios