Familia de Rancagua busca ser reconocida por Guinness como la más longeva del mundo: 14 hermanos suman hoy 1.045 años
Los hermanos, hijos de Enrique Dintrans Ávila y Elsa Schaefer Larramendi, nacieron entre el 27 de agosto de 1938 y el 28 de octubre de 1959.
Una familia originaria de Rancagua, compuesta por 14 hermanos cuyas edades oscilan entre los 62 y los 86 años, aspira a ser considerada como la familia más longeva en el libro de Récords Guinness. Juntos, suman un impresionante total de 1.045 años.
Los hermanos, hijos de Enrique Dintrans Ávila y Elsa Schaefer Larramendi, nacieron entre el 27 de agosto de 1938 y el 28 de octubre de 1959. Su historia comenzó en Coinco, en la región de O’Higgins, pero la mayor parte de su infancia la vivieron en la ciudad histórica, donde la mayoría reside hasta el día de hoy.
Hasta hace pocas semanas, el galardón lo tenía una familia neerlandesa que, según Guinness World Records, sumaba en diciembre pasado mil 117 años. Pero, de acuerdo a algunas informaciones de prensa, uno de los 13 hermanos Beers falleció y ahora los Dintrans (Enríque, 86, Claudio, 83, Jaime, 82, Luis, 81, Jorge, 79, María Angélica, 77, René Guillermo, 75, Juan Carlos, 74, Gabriel, 73, Eduardo, 71, María Soledad, 69, Manuel, 66, María de la Luz, 66 y María Cecilia, 64) esperan ocupar el sitial que les corresponde.
Hasta 2017, otra familia, pero de Irlanda, ostentó el título sumando 1.075 años.
En España, los Hernández Pérez, que sumaban también más de mil años entre 12, lograron ser incluidos en el libro de los récords tras superar a la familia D’Cruz (Pakistán) que lo tuvo hasta el 2022.
Juntos, los D’Cruz alcanzaron una edad total combinada de 1.042 años y 315 días, según se verificó en diciembre de 2020. Esa suma y las de todas las familias, ya fue superada por los Dintrans Schafer.
Infancia compartida, pero dividida en la mesa
A pesar de ser una familia numerosa, los 14 hermanos nunca vivieron todos juntos bajo el mismo techo, ya que cuando nació la última de la numerosa prole de Enrique y Elsa, cuatro de los mayores ya se habían ido a estudiar a la universidad.
«Nuestra rutina era normal, pero dividida entre los grandes y los chicos. Siempre comíamos juntos, pero en dos turnos, porque no cabíamos todos en la mesa» comenta Angélica Dintrans, una de las hermanas.
El estilo de vida saludable que llevaron, en contacto con la naturaleza y alejados de la contaminación, ha sido clave para la longevidad de la familia. «Siempre tuvimos una alimentación sana y completa» recuerda Angélica. Además, cuenta que su padre, Enrique Dintrans, era médico, lo que les significó un cuidado especial desde pequeños.
Conocido como el «médico de los pobres», Enrique fue un destacado facultativo y político, nacido en Santiago el 30 de julio de 1914 y fallecido el 2 de diciembre de 1965. Militante de la Democracia Cristiana, se casó con Elsa en 1937 y comenzó a ejercer como médico en 1938 en Coinco.
En 1944, la familia se trasladó a Rancagua, donde Enrique ejerció su profesión y desempeñó un papel importante en la comunidad. Fue Regidor y Alcalde de Rancagua, además de Presidente y fundador de la Academia de Profesionales y Universitarios Católicos. Entre sus obras se encuentran la Posta Antialcohólica y varios consultorios periféricos en Rancagua. También fue Presidente de los Centros de Padres de los colegios Instituto O’Higgins y Sagrado Corazón de Rancagua.
La familia recuerda con cariño el contacto permanente con la naturaleza y las vacaciones en Pichilemu, donde realizaban caminatas, excursiones y juegos en grupo, siempre todos juntos.
A lo largo de los años, los lazos entre los hermanos se han mantenido fuertes, y ahora, ya mayores, se reúnen con frecuencia para conmemorar los aniversarios de la muerte de sus padres y para celebrar la vida en familia. «El apoyo familiar ha sido clave para nuestro bienestar, y las enseñanzas de nuestros padres nos han marcado profundamente,» agrega Angélica.
A pesar de su increíble historia, la familia Dintrans nunca ha recibido reconocimiento oficial algunos por su longevidad. Sin embargo, esperan que su aspiración a ser incluidos en los Récords Guinness les brinde la oportunidad de compartir su legado con sus 46 hijos y 64 nietos y nietas.
Una suma de 124 descendientes (y que sigue creciendo) que continuará el legado iniciado por Enrique y Elsa en Coinco hace 87 años.