UChile abre al público 10 tesoros patrimoniales sobre la obra de Pablo Neruda

El Archivo Central Andrés Bello de la casa de estudios se encuentra trabajando en la digitalización de las más de 400 piezas que componen la Colección BancoEstado sobre el poeta, que hoy se encuentra en el núcleo patrimonial de la Casa de Bello para su custodia y preservación. 

Horas de trabajo y de detenida revisión de cientos de libros es parte de lo que está realizando un equipo profesional del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile, con la digitalización de los 461 volúmenes que componen la Colección BancoEstado sobre Pablo Neruda, en comodato para custodia de la Casa de Bello desde 1991. Dicho corpus corresponde a cientos de piezas, en su mayoría libros, junto con autógrafos, invitaciones, notas, borradores con comentarios y fotografías del poeta, que fueron atesorados por Hernán Bravo Moreno, estudioso de la obra nerudiana.

Este conjunto de documentos se suma a la Colección Neruda, que corresponde a la donación que el mismo Premio Nobel hizo a la Universidad de Chile en 1954, conjunto de más de 5 mil libros, 8 mil caracolas, discos y diarios y revistas que fueron declarados Monumento Histórico Nacional.

En el contexto de este trabajo desarrollado por el Archivo Central Andrés Bello, que hoy custodia la Colección BancoEstado, y en el marco del Día Internacional de los Archivos que se conmemora este 9 de junio, la Universidad de Chile destaca 10 piezas que pueden ser consultadas en línea en la Biblioteca Digital del plantel, donde se está alojando el material digitalizado a la fecha. La iniciativa, además, se da en el contexto de los 120 años del natalicio de Neruda, de los 100 años de la primera edición del libro “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” y 70 años de la donación de su propia biblioteca a la Universidad.

Los materiales de la Colección BancoEstado han permanecido en dependencias de la Universidad de Chile, luego de la adquisición que la entidad bancaria hizo de las piezas atesoradas por Hernán Bravo Moreno, tras el fallecimiento de este en 1991. En esa época, Humberto Giannini dirigía la Biblioteca Central de la Casa de Bello, que el 10 de agosto de 1994 se transformó en el Archivo Central Andrés Bello, un cambio institucional que asignó como labores específicas a esta unidad la conservación, restauración, publicación y difusión del repertorio patrimonial, tareas que se desarrollan hasta hoy.

Este mandato, a su vez, se cruza con el nacimiento de la Biblioteca Digital de la Universidad el año 2014, momento en que el plantel dio un paso significativo en la difusión y accesibilidad de estos recursos. La plataforma no solo se creó para organizar y sistematizar la información, sino que también permitió a la comunidad descargar libros en formato PDF. Desde entonces, el Archivo Central Andrés Bello ha integrado sus esfuerzos de conservación y preservación digital en torno a esta plataforma, subiendo todo el material digitalizado hasta ese momento y continuando con la digitalización anual de nuevos conjuntos de materiales.

La figura del comodato en este caso, detalla la historiadora del Área de Investigación Patrimonial del Archivo Central, Ariadna Biotti, implica un compromiso en el que existen esfuerzos implicados por parte de quienes resguardan este material. “Un comodato implica mantener viva la colección, y eso significa que tiene que estar en buenas condiciones y a disposición para que la gente lo vea y continúe en vigencia”, señala la especialista sobre el proceso de digitalización que actualmente se encuentra en curso.

Respecto al depósito del material en la Casa de Bello y el proceso que se está realizando, Verónica Pinilla, gerente de Asuntos Públicos y Sostenibilidad de BancoEstado, señaló que «en el marco de la implementación de nuestra política cultural corporativa, reconocemos y valoramos el trabajo de la Universidad de Chile en digitalizar y disponibilizar parte de la colección de piezas de la vida y obra de Pablo Neruda que BancoEstado mantiene en depósito en el Archivo Central Andrés Bello. No solo porque nos ayuda a acercarnos a nuestro objetivo de poner en valor los activos patrimoniales, sino que también porque nos permite dar un mayor cumplimiento a nuestra misión de ampliar el acceso de la ciudadanía a la cultura, a la vez que amplía nuestra vinculación con otros agentes culturales nacionales tan relevantes como lo es la Universidad de Chile».

Las manos en el proceso

Como señala Andrea Durán, coordinadora de la Unidad Gráfica Digital y quien lidera este proceso, la tarea de digitalización se planificó para ejecutarse durante seis meses de trabajo intensivo, contemplando la digitalización y posterior edición de 461 libros, lo que equivale aproximadamente a 46.000 páginas.

La profesional, quien también estuvo a cargo de la digitalización de los negativos del proyecto Rostro de Chile, está trabajando junto a Alejandra Meza y Javiera Valenzuela. Este proceso de escaneo, relata, “permite detectar lo que hay, y eso no solo se ve cuando catalogas un libro. Tú lo catalogas y subes a la biblioteca, pero escanear significa abrir el libro para analizarlo, saber si está en condiciones de ser digitalizado o no. Luego, calibramos la luz de la máquina para que queden bien las páginas y, a medida que vas digitalizando, necesariamente tienes que pasar por todas las páginas, cada una de ellas, y eso hace que uno paralelamente al proceso técnico adquiera un conocimiento del libro”.

Javiera Valenzuela, artista y fotógrafa titulada de la Universidad de Chile y participante del proyecto, destacó que realizar el proceso de digitalización le ha permitido descubrir ejemplares que enriquecen la obra de Neruda. “Nos hemos encontrado con libros en donde la edición incluye ilustraciones, fotografías y grabados, siendo estas utilizadas no solamente como algo ilustrativo, sino que existe un diálogo entre ambos, como una obra conjunta, dando como resultado un trabajo interdisciplinar entre la literatura y las artes visuales”.

Por mis manos está pasando un momento de la historia, y por mi visión están transitando varios lenguajes de comunicación: la misma creación literaria de Pablo Neruda traducida a tantos idiomas que no esperaba conocer”, relata la profesional Alejandra Meza sobre este proceso, que además le ha permitido “ser testigo de una gama importante de tipos de encuadernaciones, reconocer variedad de fotomontajes y entender la multiplicidad de colaboraciones artística en la amplitud de áreas que generó la obra literaria de Pablo Neruda”.

Visualidad como parte del espacio poético

Uno de los aspectos destacados por las investigadoras es la minuciosa revisión a partir de la digitalización. “Si bien el trabajo de digitalización es bien técnico-mecánico, bajo la mirada que nosotras aplicamos nos permite entrar un poco más en el libro e ir descubriendo los contenidos del relato y aspectos estéticos de los libros”, señala Andrea Durán. La profesional releva, además, que la colección “recorre la producción de Neruda a lo largo de su vida, incluyendo primeras ediciones y las producciones de los últimos años de su vida y ediciones póstumas”.

Otro aspecto es la relación de Neruda con la visualidad. “Hay libros que tienen fotografías de Neruda, que nos sirven para situarlo en el tiempo, así como visualizar sus viajes, sus cosas”, describe la especialista, para quien “Neruda tenía claro el tema visual. Su poesía no era solo el texto, sino que comprendía que la visibilidad era importante dentro del espacio poético, entonces muchos de sus libros son fotolibros”, algunos de ellos desarrollados con Sergio Larraín, Antonio Quintana, y las fotógrafas argentinas Sara Facio y Alicia D’amico.

De esta manera, el proyecto de digitalización del comodato de BancoEstado ha permitido conocer a fondo los contenidos, detalles y trayectorias de los libros que componen la colección de Pablo Neruda. Este singular repertorio se posiciona como una recopilación única, parte de los últimos años de la vida de Neruda, que está particularmente relacionada con la producción y colaboración del poeta con otros artistas, especialmente visuales, como pintores, ilustradores y fotógrafos de todo el mundo. Esto evidencia su interés por vincularse a otras formas de arte, enriqueciendo aún más su legado.

Las piezas destacadas

Las 10 piezas de gran valor patrimonial seleccionadas para la conmemoración del Día Internacional de los Archivos fueron elegidas a partir de tres criterios, labor a cargo de Ariadna Biotti, investigadora del Archivo Central Andrés Bello: primero, el amor, a propósito de los 100 años de «Veinte poemas de amor y una canción desesperada»; segundo, el internacionalismo; y tercero, el compromiso social cívico y poético del Premio Nobel en su labor como senador y diplomático.

  1. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Buenos Aires, Argentina: Pleamar.
  2. Que despierte el Leñador. Edición traducida al chino. 1951. [El papel del que está hecho es un material muy fino hecho a mano].
  3. Influence de la France et de l’Espagne sur la littérature Hispano-Américaine. 1938. París, Francia: Institut des Etudes.
  4. España en el corazón. Santiago, Chile: Ercilla.
  5. Nuevo canto de amor a Stalingrado.  México: Comité de Ayuda a Rusia en Guerra.
  6. Kiez prebudi sa drevorubai. Libro en esloveno hecho en Bratislava.  1951. Bratislava, Eslovenia: Tratan.
  7. Vengo del pueblo y canto para el pueblo. Cinco cancioneros cortos hechos por la Universidad de Chile, sede Temuco. 1970. Temuco, Chile: Universidad de Chile, Departamento de Idiomas, Secretaría de Extensión.
  8. Dulce patria. Santiago, Chile: Del Pacifico.
  9. La verdad sobre las rupturas. 1946. Buenos Aires, Argentina: Anteo.
  10. Con los católicos hacia la paz. Santiago, Chile: Impresora Horizonte.
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El Periodista