Raisi, figura de ultraconservadores, uno de los favoritos para reemplazar a Jamenei

Raisi era uno de los ocupantes del helicóptero siniestrado, que le trasladaba junto al ministro de Exteriores, Hosein Amirabdolahian --también fallecido en el suceso-- tras participar en la inauguración de una presa cerca de la frontera con Azerbaiyán, acto en el que estuvo presente el mandatario azerí, Ilham Aliyev.

Las autoridades de Irán han confirmado este lunes la muerte del presidente del país, Ebrahim Raisi, uno de los principales representantes de la línea dura y uno de los favoritos para reemplazar en el futuro al líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei, tras un accidente de helicóptero registrado el domingo en la provincia de Azerbaiyán Oriental (noroeste).

Raisi era uno de los ocupantes del helicóptero siniestrado, que le trasladaba junto al ministro de Exteriores, Hosein Amirabdolahian –también fallecido en el suceso– tras participar en la inauguración de una presa cerca de la frontera con Azerbaiyán, acto en el que estuvo presente el mandatario azerí, Ilham Aliyev.

El presidente, nacido en 1960 en Mashhad –la segunda ciudad más grande del país y que acoge el principal mausoleo chií de Irán–, había participado en las protestas contra el sah que derivaron finalmente en su derrocamiento en la Revolución Islámica de 1979, tras lo que entró a formar parte de las filas del aparato judicial, en un inicio como fiscal.

De hecho, se convirtió en 1985 en vicefiscal de Teherán, una etapa en la que llegó a ser parte de los tribunales secretos creados en 1988 para juzgar a miles de presos políticos, muchos de ellos miembros de la Organización de los Muyahidín del Pueblo de Irán (PMOI). Los procesos, criticados por su opacidad, arrancaron poco antes del final de la guerra con Irak (1980-1988) y se saldaron con miles de ejecutados.

A pesar de que la cifra de ejecutados sigue siendo desconocida, el número oscila entre los 2.800 y los 30.000, con Amnistía Internacional cifrando en 2018 en «entre 4.500 y 5.000» el total de ajusticiados. El hecho de que Raisi fuera uno de los cuatro jueces que supervisaron el proceso –lo que le llevó a ser conocido como ‘El carnicero de Teherán’– volvió a salir a la luz durante la campaña electoral de 2021, si bien rechazó las denuncias y argumentó que se limitó a defender la seguridad nacional.

El historial de Raisi en el seno del sistema judicial derivó además en que el expresidente Donald Trump impusiera sanciones contra él en 2019 –cuando era ya fiscal general de Irán– por la ejecución de personas por delitos cometidos cuando eran menores de edad y por la represión de las protestas prodemocráticas del Movimiento Verde tras las elecciones de 2009, en las que se impuso Mahmud Ahmadineyad entre denuncias de fraude de la oposición.

Además, Raisi fue designado en 2019 vicepresidente de la Asamblea de Expertos –encargada de elegir al líder supremo– y fue custodio de la fundación Astan Quds Razavi, la más grande en el mundo islámico, lo que le llevó a acumular un gran poder que le llevó a situarse como uno de los principales candidatos a reemplazar a Jamenei, segundo líder de la Revolución Islámica, cargo que ocupa desde 1989, a raíz del fallecimiento del ayatolá Jomeini, líder de la revolución de 1979.

SALTO A LA POLÍTICA

La aplastante victoria de Raisi en las elecciones de 2021 supuso la materialización de sus aspiraciones políticas, reveladas en primera instancia en 2017, cuando se presentó como candidato frente a Hasán Rohani, quien sin embargo logró un segundo mandato en primera vuelta tras recibir cerca del 57 por ciento de las papeletas.

Los comicios de 2021 supusieron una victoria del sector ultraconservador tras dos mandatos de Rohani, considerado un político moderado, que se materializó tras el bloqueo de las candidaturas de muchos de los candidatos moderados y reformistas en las urnas.

A su llegada a la Presidencia iraní prometió reforzar la lucha contra la corrupción y hacer frente a las sanciones impuestas por Estados Unidos tras abandonar en 2018 el histórico acuerdo nuclear de 2015 –firmado durante el mandato de Rohani–, lo que llevó a Teherán a fortalecer su polémico programa, si bien las autoridades iraníes defienden que tiene únicamente fines pacíficos.

El presidente iraní mantuvo además una línea dura durante las protestas desatadas en septiembre de 2022 a raíz de la muerte bajo custodia de Mahsa Amini, una joven de la minoría kurda detenida por supuestamente llevar mal puesto el velo, y apoyó la represión de las movilizaciones a manos de las fuerzas de seguridad.

Raisi, que llegó a describir la muerte de Amini como «un incidente» un año después del fallecimiento de la joven, denunció además una «guerra híbrida» por parte de países occidentales, encabezados por Estados Unidos, con el objetivo de desestabilizar a las autoridades y defendió las investigaciones llevadas a cabo para esclarecer el suceso.

EL CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

Raisi encabezó un proceso de aproximación con Arabia Saudí –países que no mantenían relaciones diplomáticas desde 2016– materializado en un acuerdo para restablecer lazos firmado en marzo de 2023 con la mediación de China que dio un espaldarazo a la normalización de las relaciones entre Siria y los países de la región y a las conversaciones de paz en Yemen, sumido en una guerra desde 2015.

Sin embargo, los últimos meses de su mandato han estado marcados por el conflicto desatado en Oriente Próximo a raíz de los ataques ejecutados el 7 de octubre por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y otras milicias palestinas contra Israel, que llevaron al Ejército israelí a desencadenar una cruenta ofensiva contra la Franja de Gaza.

La amenaza de expansión del conflicto en la región llegó a su punto álgido el 1 de abril, cuando Israel bombardeó el Consulado de Irán en la capital siria, Damasco, matando a siete miembros de la Guardia Revolucionaria, lo que llevó a Teherán a lanzar cerca de dos semanas después un ataque con cerca de 300 misiles y drones contra territorio israelí.

Los ataques iraníes, que se saldaron sin víctimas mortales, se vieron seguidos días después por un ataque con drones por parte de Israel contra la ciudad de Isfahán (centro), si bien las autoridades iraníes descartaron víctimas, tras lo que aparentemente descartaron cualquier otra respuesta, al tiempo que mantuvieron su apoyo a Hamás y pidieron el fin de la ofensiva contra Gaza y consecuencias contra las autoridades israelíes por sus actos.

Bajo su mandato, Irán reforzó su apoyo a Hamás y otros grupos armados de la región, entre los que destacan el partido-milicia chií libanés Hezbolá, los rebeldes hutíes de Yemen y diversas milicias en Irak y Siria, lo que ha llevado a Estados Unidos, Israel y otros países occidentales a condenar lo que describen como una «influencia maligna» del país en Oriente Próximo.

LA FIGURA DE AMIRABDOLAHIAN

Junto a Raisi ha muerto Amirabdolahian, su ministro de Exteriores desde 2021, cuando fue nombrado para el cargo tras la victoria del mandatario en las urnas. Desde entonces, había sido la cara de los esfuerzos diplomáticos de Teherán para romper su aislamiento regional, reforzado por las sanciones de Estados Unidos.

El fallecido ministro, nacido en 1964 en Damghan, fue embajador en Irak y Bahréin antes de ser designado viceministro de Exteriores para Asuntos Árabes y Africanos (2011-2016), puestos desde los que reforzó sus lazos con la Guardia Revolucionaria de Irán.

De hecho, desde entonces defendió en público el apoyo de Irán al conocido como ‘eje de resistencia’, integrado por Teherán, Damasco y sus grupos aliados en la región, que tiene como principal objetivo hacer frente a Israel, principal enemigo de las autoridades iraníes en la región.

Entre los principales focos de trabajo de Amirabdolahian figuran el citado acuerdo con Arabia Saudí y el acercamiento con Rusia, principalmente en materia económica y militar en el marco de la invasión de Ucrania, desatada en febrero de 2022.

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El Periodista