Más de 230 millones de niñas y mujeres en el mundo han sido sometidas a mutilación genital
Los datos del informe de Unicef muestran que el ritmo de avance para acabar con la MGF sigue siendo lento, por detrás del crecimiento de la población, especialmente en los lugares donde la MGF es más común, y muy lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU para eliminar la práctica.
Más de 230 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad han sido sometidas a la mutilación genital femenina (MGF), según un informe de Unicef publicado con motivo del 8M. Las estimaciones mundiales actualizadas muestran un aumento del 15% en el número total de supervivientes -o 30 millones más de niñas y mujeres- en comparación con los datos publicados hace 8 años.
Los datos del informe de Unicef muestran que el ritmo de avance para acabar con la MGF sigue siendo lento, por detrás del crecimiento de la población, especialmente en los lugares donde la MGF es más común, y muy lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU para eliminar la práctica. El ritmo mundial de disminución tendría que ser 27 veces más rápido para poner fin a la práctica en 2030.
«La mutilación genital femenina daña el cuerpo de las niñas, oscurece su futuro y pone en peligro su vida», ha declarado Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF. «También observamos una tendencia preocupante: cada vez más niñas son sometidas a esta práctica a edades más tempranas, muchas antes de cumplir los cinco años. Esto reduce aún más la posibilidad de intervenir. Tenemos que redoblar los esfuerzos para acabar con esta práctica nociva», ha añadido Russell.
‘Mutilación genital femenina: Una preocupación mundial’ es la recopilación más actualizada de estadísticas sobre la MGF, una práctica que viola los derechos humanos de niñas y mujeres y puede dejar secuelas físicas, psicológicas y sociales duraderas. El informe muestra que las cifras son más altas en países africanos, con 144 millones de casos, seguidos de 80 millones en Asia y 6 millones en Oriente Medio.
Aunque la MGF no se extiende, según la organización, en todo el mundo, el análisis revela que el número de niñas nacidas en países que la practican crece rápidamente en comparación con el resto del mundo. Esto significa que los futuros esfuerzos de prevención deben dirigirse a una mayor población en riesgo.
Según el análisis, cuatro de cada 10 supervivientes de la MGF viven en entornos frágiles y afectados por conflictos, donde el crecimiento de la población también es rápido. Esta combinación puede sobrecargar los servicios educativos y sanitarios, desviar recursos hacia las crisis e interrumpir los programas que abordan la desigualdad de género, lo que dificulta aún más la lucha contra la MGF.
SITUACION POR PAÍSES
Países como Somalia y Sudán se enfrentan al reto de abordar la MGF generalizada, entre otros problemas urgentes y en medio de conflictos y crecimiento demográfico. Según Etiopía ha realizado «progresos constantes», pero las crisis climáticas, las enfermedades y la inseguridad alimentaria dificultan la ejecución fiable de los programas de apoyo a las niñas.
Sin embargo, el informe también muestra que el progreso es posible y se está recuperando. La mitad de los avances logrados en los últimos 30 años se han producido en la última década. Algunos ejemplos de países son Kenia, que ha pasado de una prevalencia moderada a una baja; Sierra Leona, que ha pasado de una prevalencia alta a una moderadamente alta; y Egipto, que ha empezado a disminuir desde un nivel anteriormente casi universal.
Las actitudes en torno a la MGF también están cambiando. Según el informe, alrededor de 400 millones de personas en países practicantes de África y Oriente Medio -es decir, dos tercios de la población- se oponen a esta práctica.
Para erradicar la MGF, UNICEF pide a los líderes y a las comunidades que redoblen sus esfuerzos para acabar con la discriminación y la desigualdad de género; que inviertan urgentemente en servicios para las niñas; que promuevan la autonomía y ventajas de las niñas; que den prioridad a los derechos de las niñas en leyes y políticas; y que hagan un mejor seguimiento de la prevalencia de la práctica mediante datos de calidad. (Europa Press)