Pentágono achaca secretismo sobre salud de Austin a «la falta de metodología»

La hospitalización de Austin, que tuvo lugar en enero bajo sumo secretismo, generó polémica porque ni la Casa Blanca, ni el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ni la propia sustituta de Austin estaban al tanto del ingreso.

Una revisión interna del Departamento de Defensa de Estados Unidos ha concluido que el secretismo sobre el estado de salud del jefe del Pentágono, Lloyd Austin, que le llevó a estar hospitalizado e incluso a ser internado en la unidad de cuidados intensivos por complicaciones de una cirugía de cáncer de próstata, se debe a las restricciones de privacidad de protocolo.

Este documento apunta al respeto de la privacidad del secretario, la incertidumbre de la situación médica y su forma de ejecutar de la mejor manera la transferencia de autoridad «en ausencia de una metodología establecida para tomar tal decisión imprevista pueden haber contribuido a la falta de intercambio de información exhaustiva sobre la situación».

La revisión, que ha durado 30 días, se absuelve de la responsabilidad, señalando que había limitaciones «significativas» que incluyen las leyes de privacidad médica de proveedores de servicios médicos al personal de Austin. «Por razones de seguridad, su personal dudaba en husmear o compartir cualquier información que conocieran», han indicado.

Asimismo, han afirmado que la situación médica era «cambiante» y, mientras estuviera en la UCI, las comunicaciones «oportunas y de seguridad no eran posibles», según apunta el resumen desclasificado de la revisión.

«Aunque, como se ha visto en retrospectiva, el proceso de toma de decisiones para transferir la autoridad del secretario podría y debería mejorarse, como se explica con más detalle en las recomendaciones aprobadas por el secretario, nada de lo examinado durante esta revisión demostró indicios de mala intención o un intento de ocultación», ha concluido.

Este documento ha formulado ocho recomendaciones al secretario de Defensa, que ha dado instrucciones para aplicarlas en un plazo de 90 días. A día de hoy, dos de ellas (intercambio de información y comprensión de cambio en el proceso o cuando otra persona asuma sus funciones) ya se han implementado.

La hospitalización de Austin, que tuvo lugar en enero bajo sumo secretismo, generó polémica porque ni la Casa Blanca, ni el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ni la propia sustituta de Austin estaban al tanto del ingreso. El secretario de Defensa, de 70 años, se encuentra inmediatamente detrás de Biden en la cadena de mando del Ejército estadounidense.

El jefe del Pentágono tiene el 29 de febrero una cita ante la comisión de Servicios Armados de la Cámara de Representantes para explicar su decisión de no comunicar su hospitalización durante el mes de enero. Los republicanos han aprovechado la situación para exigir la destitución de Austin, a quien Biden, si bien consideró que se equivocó al no informar, ha expresado su apoyo.(Europa Press)

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El Periodista