La Citroneta que completó por primera vez el Rally Dakar
La colorida “Duckar” de las checas Barbora Holická y Lucie Engová consiguió un hito que ningún otro Citroën 2CV había logrado: terminar la clásica prueba del todoterreno mundial.
El sueño de Thierry Sabine de organizar una carrera extrema por el desierto africano, con salida en París y llegada junto al Lago Rosa en Senegal, se materializó en 1979 con la largada de la primera edición del Rally París-Dakar, prueba que se transformaría en una de las marcas más relevantes del motorsport mundial.
Ese mismo año, un Citroën 2CV color beige salía de los talleres hacia el mercado sin saber que 45 años después formaría parte de la larga caravana del clásico del todoterreno, que hoy se disputa en Arabia Saudita, y que su aburrido tinte de fábrica mutaría hacia un multicolor con mucho más estilo, convirtiéndolo en uno de los participantes más atractivos de la actual edición del Dakar 2024, para el público y los medios.
Así es la historia de “Duckar”, como fue bautizado en un juego de palabras que mezcla Dakar con Duck (pato en inglés), una de las tantas denominaciones que ha recibido la Citroneta a lo largo del tiempo, y que acaba de lograr el hito de convertirse en el primero de su tipo que logra completar la exigente competencia.
Las checas Barbora Holická y Lucie Engová se las arreglaron para llegar hasta la meta de la categoría Classic del 46ª edición del clásico off-road, ubicada en Yanbu, luego de exigentes 12 etapas a través del desierto de Arabia Saudita.
Algunos medios lo denominaron el auto más fotografiado del Dakar, pues su pintoresca apariencia lo convirtió en uno de los favoritos de la gente que se acercaba a la ruta y la que llegaba hasta el parque de asistencia.
Antes de la competencia, Holická explicaba que “elegimos este auto porque queremos disfrutar y tenemos un gran soporte, porque hay una comunidad enorme en el mundo detrás del 2CV. Es un coche de serie normal y durante 44 años nadie lo tocó. El viejo chasis tenía en su interior un montón de agujeros. Cambiamos el chasis por uno nuevo más resistente. La carrocería es la original. No tuvo que ser reforzada, solo cambiamos el techo”.
En la previa de la carrera, la piloto también reconoció que la vieja y querida “Citroneta” no fue su primera alternativa para el Dakar 2024. «Suelo participar en el Campeonato Checo de Rally, siempre en un Citroën. Primero pensé en ZX para correr el Dakar, pero era demasiado caro, así es que se me ocurrió la idea del 2CV, que además es un coche que gusta a todo el mundo», le contó a la organización.
Cuando en 1948 el entonces director general de la marca del doble chevron, Pierre-Jules Boulanger, lo presentó como un auto compacto y asequible para el pueblo francés de la posguerra, no lo imaginó nunca como un auto de carreras. Su motor original era de dos cilindros y nueve caballos de fuerza, claramente inservible para un rally todoterreno, sin embargo esta no fue la primera vez que un proyecto con un Citroën 2CV se embarcó en el desafío de acabar un Dakar.
De hecho, en la primera versión de la prueba, los franceses Philippe Alberto y Christian Sandron lo intentaron a bordo de un modelo Dyane (el que tenía techo de lona), pero solo pudieron llegar a Bamako, en Mali, donde vendieron lo que quedaba del vehículo para poder pagarse los pasajes de vuelta a casa.
Los años sucesivos vieron cómo una serie de entusiastas se adentraron sin éxito por los complicados caminos del desierto africano al volante de un Citroën 2CV.
Los últimos que habían llevado adelante un proyecto con este modelo fueron los hermanos Georges, Philippe y Gilles Marques, que a bordo de “Bi-Bip”, en honor al dibujo animado del Correcaminos, se anotaron en la versión 2007, la misma que vio debutar a Francisco “Chaleco” López en las motos. Alcanzaron a llegar hasta la sexta etapa, para después reenganchar y alcanzar el Lago Rosa, aunque ya fuera de clasificación.
Holická y Engová, enfrentando no pocos contratiempos, consiguieron anotar sus nombres en la historia y ganarse el corazón de todos en el Dakar, que vieron cómo el espíritu aventurero de Thierry Sabine se reflejaba en esta fiel y resistente “Citroneta” multicolor.