Negacionismo de los crímenes de Estado también marcó la campaña electoral argentina
Milei, por ejemplo, llama "excesos" a las violaciones a los DDHH de la dictadura, la misma palabra que utilizaba el exalmirante Emilio Massera, condenado en el juicio a las juntas.
Hace poco más de un año la sociedad argentina comenzaba un período de patriotismo, de esos que cada tanto envuelve a los países, iniciado con los primeros reconocimientos para la película «Argentina, 1985» y que tendría su momento más álgido en diciembre, con la obtención del Mundial de fútbol de Catar.
Ese florecer, nunca exento de chauvinismo, ha estado relacionado, directa o indirectamente, con la dictadura militar que gobernó el país entre 1976-1983. Así, los mismos que volvieron a emocionarse por el relato del juicio a las Juntas que condenó a los militares del proceso, dedicaron la Copa del Mundo «a los pibes de Malvinas» que jamás olvidarán.
Todo eso cayó como cortina de hierro apenas comenzada la campaña para las elecciones presidenciales de este domingo 22. Y lo que sobrevino fue un retroceso negacionista.
En cuanto el economista Javier Milei, candidato más votado en las primarias con su partido La Libertad Avanza (ultraderecha), anunció que la abogada Victoria Villarruel sería su compañera de fórmula, la cuestión dictadura volvió a meterse en la agenda del debate político.
Ella, una de las firmantes de la Carta de Madrid, un documento liderado por el partido político de extrema derecha español Vox, es hija del teniente coronel retirado Eduardo Villarruel, quien participó en «operativos antisubversión», aún durante la democracia, es veterano de Malvinas e integró el frustrado levantamiento militar contra el Gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), en 1987, por el que fue detenido, de nuevo en democracia.
En diálogo con la Agencia Sputnik, el activista Fabián Muñoz, de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, cree necesario recordar que Argentina «es el único país junto con la Alemania nazi, con el Tercer Reich, que establece en el circuito represivo centros de detención, de tortura y represión en algunos casos de una magnitud importante, donde tenían prisioneros y prisioneras de manera ilegal, de manera clandestina, que eran vejados, torturados y los han tenido en algunos casos durante años».
Fabián es hijo de Ledda Barreiro, una de las tantas madres y abuelas argentinas que fallecieron sin conocer el paradero de sus hijos y nietos. Silvia, su hermana, tuvo a su nieto o nieta en la clandestinidad y, de momento, su identidad es un misterio.
Los robos de bebés, los «vuelos de la muerte» (método de exterminio arrojando detenidos desde un avión al mar), las torturas, secuestros, asesinatos, ejecuciones, violaciones y otro montón de horrores cometidos por la junta militar, muchas veces son puestos al mismo nivel que los ataques subversivos sobre objetivos estratégicos, obviando que los primeros fueron planificados, ordenados y ejecutados usando toda la estructura del Estado.
Otros, como Milei, le llaman «excesos», la misma palabra que utilizaba el almirante Emilio Massera, segundo presidente de facto durante el proceso. Así calificó al plan sistemático de exterminio demostrado por la justicia argentina durante el primero de los debates presidenciales.
Para Muñoz hay «un avance muy poderoso a escala mundial de la extrema derecha más salvaje ante la crisis política que viven las democracias; y Argentina en eso no ha sido una excepción. La crisis económica vuelve una alternativa de poder institucional a personajes que tienen, casualmente, un discurso golpista, que reivindica la dictadura militar y que permanentemente habla de exterminio».
EL PASADO
En la otra vereda, no tan alejada a la de Milei, está la candidata a presidenta de la coalición Juntos por el Cambio (centroderecha), Patricia Bullrich, quien denunció por injurias al candidato libertario en la Justicia, cuando éste le recordó su pasado vinculado a la organización armada izquierdista Montoneros, en el mismo debate televisivo.
Villarruel parece haber desplazado a Bullrich del puesto de dama de hierro de la derecha, a pesar de que la presidenta del Propuesta Republicana (PRO) haya enviado señales a los familiares de militares encarcelados que esperan por otro indulto, como aquel que les dio el expresidente Carlos Menem (1989-1999).
«Milei es un negacionista», enfatizó oportunamente la candidata luego del debate, que, por otro lado, nunca se alejó del discurso orgánico del macrismo que cuestiona la cifra de 30.000 detenidos desaparecidos denunciada por las organizaciones de derechos humanos.
Consultado sobre si estas expresiones pueden considerarse estrategias de campaña, Muñoz entiende que «claramente no es solamente una estrategia de propaganda, de márketing electoral, digamos, de ir sobre la bronca, sino que es una forma de naturalizar la posibilidad de que retorne algún tipo de experiencias represivas, con otro formato o de otra manera. Lo que están haciendo es naturalizar algo qué si están ejerciendo luego el poder desde el Estado, lo van a cumplir».
En paralelo a todo este debate, Argentina volvió a enjuiciar al exdueño de la empresa de autobuses Veloz del Norte, Marcos Levín, el primer empresario en ser procesado por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura. También se identificaron dos víctimas de desaparición forzada que fueron asesinadas en 1974 y enterradas en un cementerio municipal de la localidad de San Miguel, en la provincia de Buenos Aires (este).
Abuelas de Plaza de Mayo ya recuperó la identidad de 133 nietos y, a pesar de ser un trabajo reconocido en el mundo, Argentina aún no pena al negacionismo como sí lo hacen otros países.
Entonces, y tal como entiende Muñoz, «el discurso negacionista no solamente es un hecho político muy grave, una afrenta y un insulto, sino que en realidad niega un crimen que se comete todos los días».
Por Ramiro Barreiro (Sputnik)