El trabajo del SAG para cuidar de FIU, la mascota de Santiago 2023

Ave silvestre, más conocida como el “El Siete Colores” o Tachuris rubrigastra (su nombre científico), considerada fundamental para la mantención del equilibrio de los ecosistemas y beneficiosa para la actividad silvoagropecuaria.

Las mascotas desempeñan un papel importante en la creación de una experiencia deportiva atractiva y emocionante para los fanáticos. No solo son un símbolo de identidad, sino que también aportan entretenimiento, interacción y conexión con la audiencia, lo que contribuye al éxito y la popularidad de los eventos deportivos.

Ya lo fue el oso Misha en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980 o el lobo Zabivaka, la mascota de la Copa Mundial de la FIFA 2018 celebrada en Rusia; o el buey Fu Niu Lele, la mascota de los Juegos Olímpicos de Beijing 2022.

Los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023 no son la excepción y cuentan con su mascota FIU, un pajarito de siete colores que mide entre 10 y 11 centímetros y que se puede encontrar en varios países de América Latina.

“FIU” en Chile habita desde las regiones de Atacama hasta Aysén; y también se puede hallar en zonas de Paraguay, Perú, Brasil, Uruguay y Argentina y la vigilancia de su preservación y cuidado de su hábitat en nuestro país recae en las tareas que el Servicio Agrícola y Ganadero debe cumplir según el Reglamento de la Ley de Caza N° 19.473.

“Esta ave silvestre, además de ser una de las más lindas de nuestro país, es considerada fundamental para la mantención del equilibrio de los ecosistemas y como beneficiosa para la actividad silvoagropecuaria encontrándose protegida por el Reglamento de la Ley de Caza”, señala José Guajardo Reyes, director nacional del Servicio Agrícola y Ganadero.

El SAG dentro de sus funciones y atribuciones, genera información base que contribuye a la formación de propuestas técnicas como instrumentos de gestión para la vida silvestre y biodiversidad asociado al ámbito silvoagropecuario.

Guajardo señala que: “Nosotros como institución hacemos levantamiento de información como catastros (censos) en los cuales se considera la presencia, ausencia y distribución espacial en nuestro territorio. Estas y otras actividades son fundamentales para la gestión de las áreas prohibidas de caza, áreas donde el ser humano interviene haciendo modificaciones a la naturaleza y también para la toma de decisiones en diferentes ámbitos como pronunciamientos en el sistema de evaluación de impacto ambiental (SEA)”, indica.

Además ´El siete colores´, al igual que el resto de las aves silvestres de nuestro país, forma parte de la vigilancia sanitaria en zonas de riesgo que se monitorean anualmente para varias enfermedades, dentro de ellas la influenza aviar.

Conociendo más a FIU

Esta especie se alimenta de pequeños insectos arácnidos y otros invertebrados que encuentra en su hábitat, capturándolos, moviéndose activa y acrobáticamente, saltando entre los juncos (Scirpus) o totoras (Typha) y en las zonas fangosas al borde del agua donde generalmente se posa colgando boca abajo. También, volando a ras del agua y siempre cerca de la orilla con vegetación.

El siete colores, que lo podríamos considerar como un hermoso “arcoíris alado” se encuentra solo en el centro sur de Sudamérica y su ciclo biológico lo desarrolla en ecosistemas de zonas de agua poco profundas, puntualmente entre los densos juncales y totorales.

“Actualmente, siendo la época reproductiva (agosto a diciembre) esta especie comienza, como parte del cortejo del macho, a realizar saltos continuos alrededor de la hembra con todo su plumaje esponjado y emitiendo un corto trino de conquista”, comenta Alexis Zepeda, jefe de la División de Protección de Recursos Naturales del SAG.

“Sus nidos se construyen con fibras vegetales – explica el médico veterinario- que en la mayoría de las veces sujeta o amarra al tallo de un solo junco a unos 50 a 100 cm del agua. Tiene una forma de copa y son profundos. Deposita hasta 3 huevos de color crema amarillento que son incubados por ambos padres entre 14 y 19 días. Una vez que nacen los dos progenitores se encargan de la alimentación de las crías. Pasado unos 15 días los polluelos abandonan el nido, pero siguen siendo alimentados por sus padres unos días más”, cuenta el profesional.

La máxima autoridad del Servicio Agrícola y Ganadero, José Guajardo Reyes, hace un llamado a cuidar esta ave. “Invitamos a todos y a todas a cuidar a esta y otras especies, así como el hábitat donde vive y se reproduce nuestro “Fiu” y que representa la biodiversidad de colores de los países que actualmente participan de los juegos Panamericanos y Parapanamericanos. Y si lo logras ver, te invitamos a contar sus colores”, concluyó.

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El Periodista