¿Qué hay detrás del síndrome del impostor?
Por Andrea Durán Zúñiga, Directora Trabajo Social, Universidad Central.
¿Te ha pasado alguna vez que de un momento a otro sientes inseguridad o temor ante una tarea o desafío?; ¿por qué será que a veces los seres humanos no creemos en nuestras capacidades?… Este es un fenómeno común, estudiado por la psicología desde los años 80, llamado síndrome del impostor. Este consiste en la creencia de que nuestros logros en el ámbito laboral especialmente, son gracias a la suerte o a un evento fortuito, pero no a las capacidades o potencialidades personales.
Vivimos en una sociedad con alto nivel de exitimo profesional. Para el cual se requiere un ser humano con muchas y nuevas competencias, algunas de las cuales las personas las tienen o desarrollan; sin embargo, no se sienten suficientemente seguras. Este síndrome se da en mayor medida en las mujeres, según Forbes México (2021) un 75%, independiente el área laboral, lo ha experimentado.
Otro factor que influye en esta débil valoración, es la relación con un estado de disconformidad, ante lo cual no vemos realmente lo que tenemos y nos enfocamos en lo que no, en las carencias o debilidades; ello sumado a un alto nivel de exigencia. El resultado es insatisfacción, que bajen las expectativas y no se reconozcan los logros personales.
Aida Baida, coach y mentora internacional, señala que con este síndrome te das cuenta que no estas a la altura, vives preocupado de que alguien se puede dar cuenta, que te descubra, generando estancamiento ante el miedo, incluso dejando pasar oportunidades importantes, ante la baja valoración.
Necesitamos dar un giro social, desde donde se valoren y refuercen los logros, por grandes o pequeños que sean, generando un proceso de reconocimiento tanto a nivel grupal como individual. Reforzar aspectos positivos, trabajar los aspectos negativos y hacernos cargo de nuestra autoestima, ayudarán a prevenir y evitar largos procesos de terapia, que conllevan periodos de poca productividad y decaimiento en lo emocional. La clave está en mirarnos, reconocernos y valorarnos.