Policía usa cañones de agua contra manifestantes en Israel

Las protestas se han intensificado en las últimas horas ante la votación prevista este  lunes sobre la conocida como "cláusula de sensatez", que habilita a los tribunales a anular una decisión del Gobierno si considera que va en contra del sistema democrático.

La Policía de Israel ha utilizado este lunes cañones de agua contra cientos de manifestantes concentrados frente a la sede de la Knesset, en el marco de una nueva protesta contra el proceso legislativo para la aprobación del controvertido proyecto de reforma judicial.

Según las informaciones recogidas por el diario israelí ‘The Times of Israel’, la protesta en Jerusalén ha derivado en enfrentamientos en medio de lo que parlamentarios de la coalición gubernamental han descrito como «un cerco» al Parlamento.

Los incidentes se han terminado con al menos doce detenidos, mientras que al menos cinco manifestantes han sido ingresados en un centro médico de Jerusalén por lo que han sido descritas como heridas de levedad durante los enfrentamientos.

Entre los heridos figura la parlamentaria del Partido Laborista Naama Lazimi, que ha sido alcanzada en la cabeza por un chorro de agua lanzado por uno de los cañones de la Policía. Tras el suceso, Lazimi ha recalcado que «hay un sistema de aplicación de la ley al servicio de un Gobierno que quiere una dictadura, no una democracia». «Hay una razón por la que está prohibido usar un cañón de agua directamente (contra una persona) y no pueden usarlo contra las normas», ha zanjado.

Por su parte, el jefe de la Policía israelí, Kobi Shabtai, se ha dirigido a una sala de mando cerca de la sede de la Knesset para seguir de cerca los acontecimientos en la protesta, en la que ha sido detenido el destacado activista Moshe Radman, uno de los líderes de las movilizaciones contra el proyecto de reforma.

La Policía ha acusado a los manifestantes de intentar retirar las barreras instaladas para bloquear las carreteras y ha agregado que uno de ellos ha mordido a un agente, al tiempo que ha recalcado que los policías «actúan en la zona» ante los «disturbios» y la negativa de los concentrados a «escuchar y seguir las órdenes para despejar la carretera».

En este contexto, el ministro de Finanzas israelí, el ultraderechista Bezalel Smotrich, ha denunciado que «un cerco violento destinado a evitar que los miembros de la Knesset ejerzan su derecho y deber a votar en el pleno no es democracia».

«Esto es el Capitolio», ha alertado, en referencia al asalto registrado el 6 de enero de 2021 por parte de seguidores del expresidente estadounidense Donald Trump que rechazaban el resultado de las elecciones de noviembre del año anterior, en las que se impuso el candidato demócrata y actual mandatario, Joe Biden.

Además, fuentes de la coalición gubernamental citadas por la cadena de televisión Channel 12 han sostenido que el presidente israelí, Isaac Herzog, y los líderes opositores Yair Lapid y Benjamin Gantz «no pueden ser interlocutores (para alcanzar un acuerdo sobre el proyecto de reforma) mientras haya un cerco antidemocrático contra la Knesset».

Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, habría logrado entrar a la sede parlamentaria a través de una puerta de emergencia, horas después de recibir el alta hospitalaria tras someterse el domingo a una operación para que le colocaran un marcapasos.

Las protestas se han intensificado en las últimas horas ante la votación prevista este  lunes sobre la conocida como «cláusula de sensatez», que habilita a los tribunales a anular una decisión del Gobierno si considera que va en contra del sistema democrático, tras el colapso de las conversaciones entre el Ejecutivo y la oposición.

El presidente estadounidense, Joe Biden, ha reclamado en las últimas horas a Netanyahu que «no se apresure» a la hora de sacar adelante la reforma y ha sostenido en declaraciones al portal Axios que «parece» que la propuesta del Gobierno –integrado por partidos ultraderechistas y ultraortodoxos– «se está volviendo más divisiva, en vez de menos».

Los críticos con la reforma judicial argumentan que se trata de un ataque al equilibrio de poderes de Israel, fundamentalmente a las bases en las que se asienta la democracia, ya que concede al Parlamento una influencia inusitada para revocar decisiones judiciales. (Europa Press)

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