Incendios forestales y universitarios: los agentes de cambio que Chile necesita
Por Felipe Ward, Director de Desarrollo Estudiantil de la Universidad San Sebastián.
Los terribles incendios del sur de Chile han motivado a distintas instituciones y grupos organizados espontáneamente a ofrecer su apoyo a personas y comunidades afectadas.
Durante las últimas semanas, ha sido palpable el espíritu solidario que nos caracteriza como chilenos desde los albores de nuestra historia, poniendo de manifiesto la (todavía) existencia de principios anclados a motivaciones transversales que de un tiempo a esta parte parecían olvidadas.
Un actor que ha reaparecido con fuerza en esta catástrofe ha sido la juventud. Y es que, durante los incendios, los jóvenes universitarios han sabido responder inmediata y efectivamente a las necesidades materiales, físicas y psicológicas de las personas y comunidades afectadas, desplegándose voluntariamente por las regiones de nuestro país organizando centros de acopio, clínicas jurídicas, clínicas psicológicas, brigadas de salud y colaborando con labores de limpieza y asistencia a mascotas, entre otros.
Este grupo, al que hoy agradecemos profundamente por mantener vivo el espíritu de solidaridad que reconocemos como propio del “ser chileno”, es el mismo grupo al que injustamente hemos asociado a crisis subjetivas o intersubjetivas de sentido en el marco de lo que hemos llamado una creciente individualización y pluralismo indeterminado.
Este grupo es el mismo que hoy nos demuestra que aún existen valores compartidos que nos unen e identifican como sociedad, regalándonos la posibilidad de imaginar un Chile que albergue tradicionales representaciones societales junto a nuevos intereses y expectativas.
En el marco de los incendios, la juventud de hoy nos acerca a resolver la crisis normativa que como país atravesamos. Nuestros jóvenes universitarios hoy nos dan cátedra: se posicionan como potentes agentes de cambio respondiendo generosa y sensiblemente desde sus habilidades y competencias profesionales
para ofrecer soluciones.
Desde acá, como instituciones de educación superior estamos llamados a fomentar su desarrollo personal e interpersonal reconociendo sus propias expresiones e intereses generacionales, a alejarnos de la visión de moratoria moral y acercarnos a comprender cómo se construyen y consolidan como grupo, mientras se forjan como personas y ciudadanos de esta nueva época.