Dardos sin color político: el sello de Boric en la diplomacia internacional

Esta semana, el presidente Boric cumple un año de mandato y uno de sus timbres en materia de diplomacia internacional ha sido condenar las violaciones de los derechos humanos en los distintos países de la región, sin importar la ideología política que profesan sus gobiernos.

(Por Francisco Bravo Atias) Tras la destitución del expresidente peruano de izquierda Pedro Castillo (2021-2022), un grupo afín de mandatarios latinoamericanos emitió un comunicado en conjunto para manifestarle su apoyo: Andrés Manuel López Obrador de México, Gustavo Petro en Colombia, Alberto Fernández en Argentina y Luis Arce en Bolivia.

Pero un líder sudamericano se restó del apoyo: el presidente de Chile, Gabriel Boric, militante del bloque de partidos de izquierda Frente Amplio. Y aunque no comulgó con el «autogolpe» orquestado por Castillo tras anunciar el cierre del Congreso Nacional, también fue particularmente crítico con la administración de su sucesora, Dina Boluarte.

«No podemos ser indiferentes cuando hoy, en nuestra hermana república del Perú, con el Gobierno bajo el mando de Dina Boluarte, personas que salen a marchar, a reclamar lo que consideran justo, terminan baleadas por quien debiera defenderlas», criticó durante su intervención en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en enero de este año.

Esta semana, el presidente Boric cumple un año de mandato y uno de sus timbres en materia de diplomacia internacional ha sido condenar las violaciones de los derechos humanos en los distintos países de la región, sin importar la ideología política que profesan sus gobiernos.

Los derechos humanos son un avance civilizatorio y sin importar el color político del gobierno de turno que los vulnere, nosotros levantaremos la voz. Sean países donde gobierna la izquierda, la derecha o el centro, señaló el presidente el año pasado, en el contexto de su participación en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En la misma instancia, agregó que le molesta cuando un líder de izquierda «condena las violaciones en Yemen o en El Salvador, pero no habla ni de Venezuela ni de Nicaragua. El respeto por los derechos humanos no puede tener un doble estándar».

Boric ha sido particularmente crítico con los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua, lo que más de una vez le significó roces con sus compañeros del Partido Comunista, algunos de cuyos líderes son más tolerantes con tales regímenes, como es el caso del alcalde Recoleta, Daniel Jadue.

Hace dos semanas, cuando el presidente le ofreció residencia y nacionalidad chilena a más de 300 expatriados nicaragüenses, algunos dirigentes del Partido Comunista, que integra el bloque oficialista, manifestaron su incomodidad.

«Yo le recomendaría al Gobierno que se preocupe de las problemáticas que hay en el país», afirmó Jadue en entrevista con Radio Futuro.

LA VECINDAD

La relación de Chile con Argentina y Bolivia es un tema que ocupa buena parte de la agenda del mandatario chileno. Con este último país las cosas comenzaron algo más complicadas, pues el año en que Boric asumió el cargo fue el mismo en que la Corte Internacional de Justicia de Naciones Unidas (CIJ) falló a favor de Chile en su demanda contra Bolivia, confirmando que el río Silala, que cruza la frontera, es un curso de agua internacional y que ambas naciones tienen derecho a su uso.

A pesar del diferendo, Boric manifestó claramente su voluntad de que Chile y Bolivia vuelvan a retomar las relaciones diplomáticas que cortaron en 1978, en el marco de la histórica demanda boliviana por una salida al mar.

«Me encantaría avanzar hacia allá (retomar relaciones). Es absurdo que dos países vecinos con una historia común en América Latina hace tanto tiempo no tengan relaciones diplomáticas», dijo en conferencia de prensa. Y añadió un mensaje al presidente Arce: «ambos países tenemos muchos elementos de integración en los que se puede trabajar».

En agosto de 2022, Boric y Arce se encontraron en una actividad en Colombia y sostuvieron un encuentro bilateral, donde trazaron una hoja de ruta para combatir problemáticas fronterizas en conjunto, como la migración irregular, el contrabando y el tráfico de personas, además de fortalecer el comercio por el Puerto de Arica.

Chile y Argentina, por su parte, gozan de una relación diplomática fructífera y fluida. Cumpliendo con una tácita tradición inculcada entre los presidentes chilenos, Boric concretó el primer viaje internacional de su mandato al país trasandino y mantuvo una amena conversación con su homólogo en la Casa Rosada.

En la instancia, se firmaron compromisos en materia de justicia, acuerdos en temas de comercio y hasta se obsequiaron camisetas de fútbol y vinilos del músico argentino Charly García.

No obstante, ciertos «impasses» empañan la vecindad: en enero pasado, el embajador de Argentina, Rafael Bielsa, se quejó públicamente porque la administración Boric no le informó a Buenos Aires que rechazaría el permiso para un proyecto minero-portuario en el norte de Chile, el cual, según el diplomático, también traería beneficios para su país.

La canciller chilena, Antonia Urrejola, reunió a su equipo de asesores en una oficina y entre todos criticaron a Bielsa, usando duros términos y algunos insultos, amparados en la nube de la confidencialidad: «¡Basta! Este huevón hace lo que quiere, cuando tiene ganas ¿y la explicación es que está loco», se quejó Urrejola en esa instancia privada.

¿Cómo trascendieron estos dichos? De alguna manera, que está en investigación, la conversación en esa oficina fue grabada y posteriormente filtrada a la prensa.

Boric, que justo estaba en Argentina, conversó con Fernández y logró evitar que el fuego se extendiera, pero sí hubo repercusiones en Chile.

La encargada de prensa de Cancillería fue desvinculada del cargo, el Ministerio debió emitir un comunicado público y actualmente hay dos indagatorias para esclarecer el hecho, una interna en la institución y otra en Fiscalía, e incluso se habló de «labores de espionaje» detrás de la situación.

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

Conocida es la afinidad que el presidente Boric tiene por la causa palestina y constantes son sus acusaciones contra Israel de cometer violaciones a los derechos humanos. En septiembre del año pasado, en una decisión que fue considerada por muchos como impulsiva, el mandatario se rehusó a recibir las cartas credenciales del embajador israelí Gil Artzeyeli, quien había llegado hasta La Moneda para hacer el trámite correspondiente.

Boric argumentó que su decisión respondía a la muerte por esos días de un joven palestino a manos del Ejército israelí y dijo que prefería aplazar el encuentro. La situación provocó molestia en Tel Aviv y en la comunidad judía en Chile y el presidente, a través de la Cancillería, debió pedir disculpas y reagendar una nueva reunión con la autoridad israelí, donde sí recibió sus credenciales.

El presidente chileno también ha sido categórico en condenar la operación militar de Rusia en Ucrania y en 2022 conversó por teléfono con Vladimir Zelenski para entregarle su apoyo y comprometer el envío de 100.000 dólares para ayuda humanitaria.

«Rusia ha optado por la guerra como medio para resolver conflictos. Desde Chile condenamos la invasión a Ucrania, la violación de su soberanía y el uso ilegítimo de la fuerza. Nuestra solidaridad estará con las víctimas y nuestros humildes esfuerzos con la paz», escribió Boric en Twitter en febrero de 2022. (Sputnik)

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