Chat GPT: ¿amenaza u oportunidad académica?

Por Gabriel Canihuante, periodista y académico de la Universidad Central Región de Coquimbo.

Este verano, que ya se aproxima a su fin, un tema sobre el cual se ha conversado en diversos círculos es el del ChatGPT. La sigla GPT se refiere a Generative Pretrained Transformer, o sea, un modelo de lenguaje generativo. En otras palabras, es un sistema creado por inteligencia artificial con el que cualquier persona puede interactuar para pedir información sobre los temas más diversos.

Una vez inscritos mediante la creación de una cuenta en el sitio chat.openai.com, el internauta podrá escribir su pregunta o solicitud en una barra, y el sistema le responderá en pocos segundos a su requerimiento.

Probé preguntando quién es Gabriela Mistral y el chat elaboró un texto de unas 20 líneas. Ahí estaba lo esencial. Nada mal.

Mario Arroyo, un español creador de vídeos en la plataforma Xataka, pidió al sistema, entre otras demandas, que escribiera un poema para una chica llamada Raquel y, en instantes, el poema estaba ahí, ante sus sorprendidos ojos en la pantalla de su computador. El chat también analizó un producto (un móvil), redactó un breve ensayo, preparó una clase de matemáticas, etc.

“Con esto se me olvida el pensar”, sostuvo entonces el videasta español y esta frase, que da para un ensayo en otro momento, es bueno tenerla en cuenta.

Antes fueron Google y Wikipedia las herramientas que más utilizaron algunos estudiantes para hacer sus tareas y responder a evaluaciones, a veces sin poner mucho de su parte, mediante un plagio más o menos descarado. Otros, alumnos y profesores, se apoyaron en esos recursos para construir conocimiento propio, que de eso se trata y no solo de copiar.

Sin duda, el ChatGPT será el nuevo recurso que estudiantes y profesores estarán usando en Chile a partir de este año académico. Aunque en algunos establecimientos podría llegar a restringirse su uso como se ha hecho en algunos países.

La subsecretaria de prensa de las escuelas públicas de Nueva York -donde se prohibió-, sostuvo que “Si bien la herramienta puede proporcionar respuestas rápidas y fáciles a las preguntas, no desarrolla habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas, que son esenciales para el éxito académico y de por vida”, según reportó la cadena CNN hace algunas semanas (09/01/2023).

Para el sociólogo Antonio Casilli, entrevistado por El Mercurio (26/02/2023), el nuevo recurso es solo una herramienta como un frigorífico o una calculadora. Al chat, explica este profesor del Instituto Politécnico de París, no le hace preguntas, le da instrucciones. No es un ser humano, sino una máquina. Un sistema que por lo demás se alimenta de mano de obra muy barata, trabajadores mal pagados en Kenia, India o Venezuela.

Dice el académico: “mis estudiantes y yo vivimos en la misma realidad y aprendemos juntos utilizando las herramientas que tenemos a nuestra disposición. Si la herramienta hoy es ChatGPT, usémosla”.

Después de preguntarle al Chat por Gabriela Mistral me entusiasmé y le pedí que me dijera lo que sabe sobre el maestro Jorge Peña Hen y para mi sorpresa me respondió que no tenía idea. Ahí está mal la máquina, ahí falla el sistema, pero lo más probable es que no se demore mucho en alimentarse de información sobre este destacado músico, maestro, compositor y director de orquestas, tan querido por la Región de Coquimbo.

Las tecnologías no son buenas o malas ni neutras tampoco, pero las hemos creado los seres humanos para que nos sirvan. Prohibirlas no parece tener sentido, sino más bien incorporarlas de modo productivo y controlado para que realmente sean una herramienta de aprendizaje y no una nueva trampa que conduzca, a estudiantes y docentes, por el camino del menor esfuerzo.

Esto lo escribí sin pedir ayuda al ChatGPT.

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El Periodista