★★☆☆☆ (4 sobre 5)
(Por Miguel Reyes Almarza, periodista) Conmemorando ya 21 años de la muerte del gran músico y compositor británico George Harrison o, mejor dicho, de su partida del mundo material, recordamos con cierto desgano aquel tibio gesto que, precedido de una avalancha de expectativas, sepultó lo que pudo ser uno de los mejores documentales de la historia del rock y, por qué no decirlo, el reconocimiento necesario -y todavía pendiente- para una figura excepcional.
Tres años de producción demoró la presentación en sociedad de “Living in a material world” (2011), un año más tarde solo era un buen recuerdo. Hoy duerme con escasa visualización en la parrilla de HBO y es el pretexto perfecto para recordarlo en propiedad.
Atención SPOILER
Sí, tres largos años de pre y post producción le tomaron a Martin Scorsese liberar el prometido documental sobre la vida y obra de George Harrison. Tres años que al parecer no justificaron en mucho el resultado de su trabajo. El Beatle místico volvió a ocultarse.
Debimos sospechar cuando se anunció que no sería un trabajo para el cine y solo vería la luz a través de la señal norteamericana de televisión por cable: HBO. Algo no cerraba bien.
Solo por ser una cinta de Scorsese, pienso, logró el privilegio de ser invitada al festival internacional de cine de San Sebastián. Su estreno, con la plana mayor Beatle en pleno –Paul y Nancy, Ringo y Bárbara, Yoko Ono y Olivia Arias- prometía un material de calidad, en honor y juicio a la increíble personalidad del músico inglés y a los galardones de su director, pero el misticismo y la profundidad del pensamiento de George Harrison no aparecen más que sugeridos en las casi 3 horas y media de rodaje, divididas en 2 partes para la televisión. Definitivamente no era lo que todos esperábamos.
Más de lo mismo
La primera parte es totalmente prescindible. Prácticamente es la historia ‘Beatle’ de George, con material 99,9 % visto en la antología de los Beatles (2000) y otros documentales de fácil acceso. Un par de imágenes del archivo personal generan la diferencia, sin embargo, la novedad del material es residual sobre la historia, a estas alturas, archiconocida.
Llama la atención la aparición de Klaus Voorman (músico y responsable del dibujo de la carátula de Revolver) y Astrid Kircherr (fotógrafa y responsable del look temprano Beatle), amigos de la banda y muy cercanos a Harrison que dan más datos sabrosos sobre John Lennon y sus experiencias en Hamburgo que sobre el homenajeado. Si no tenemos la referencia de que es un documental sobre George Harrison, la primera parte sería otro gesto, de tantos que ya existen, sobre el fenómeno de la Beatlemanía.
Entre nosotros, Si vieron la antología de los Beatles vayan directo a la segunda parte.
Hablan los protagonistas
A estas alturas el documental ofrece algo más de valor. No obstante, son tres o cuatro anécdotas que sostienen casi 2 horas de documento.
Lo más relevante: los detalles suculentos del triángulo amoroso Harrison-Boyd-Clapton, contado por los protagonistas, “Si la quieres, llévatela” le habría dicho George a Eric Clapton sin por eso arruinar su cercana amistad.
La ex de Harrison –Pattie Boyd- no duda en aclarar que hacía ya un rato que “George no estaba en el mundo material” y por eso no le costaba deshacerse de todo, “Él o yo” le habría dicho Harrison en una fiesta y con total serenidad, al advertir lo evidente de la relación entre Pattie y Eric. El matrimonio terminó en 1974, para esa fecha Boyd y Clapton ya sabían que su vida estaba unida de manera permanente y la amistad de los guitarristas también.
Otro elemento a rescatar es la historia que cuenta el comediante de Monty Python, Eric Idle, a propósito de la hipoteca que Harrison levantó sobre su propia casa para poder financiar la película “Life of Brian” (1979) que EMI rechazó costear por tener un guion demasiado polémico para la iglesia “fue la entrada más cara que alguien haya pagado por ver una película” señaló el actor. Harrison fundó en 1978 Handmade Films para darle salida a trabajos que no contaban con el apoyo de la gran industria cinematográfica, el resto es historia.
No por ser un hombre muy dedicado a sus creencias George se alejó de las bondades del mundo material. Fanático de las fiestas y amigo de los amigos según Olivia, el Beatle silencioso no era tan silencioso “A él le gustaban mucho las mujeres y ellas gustaban mucho de él” recuerda su viuda. Uno de los talentos de George era que “podía seducir a una mujer con tan solo dos palabras” situación que provocó altibajos en la pareja, pero que el amor verdadero siempre pudo reparar. No se pone de manifiesto ningún caso de infidelidad, sin embargo, la piedra queda lanzada.
El relato de Olivia Arias el día en que Harrison fue apuñalado por un loco en su mansión de Friar Park en 1999, reafirma la condición mística del ex – Beatle que tomó el atentado como una ratificación de que su vida en el “mundo material” ya estaba terminada. La visión era reforzada por la forma en que el joven desquiciado usó la lanza de una estatua de San Miguel Arcángel, que estaba en la sala de los Harrison, para apuñalar al músico. Estas señales pusieron en alerta a Olivia respecto de las palabras de su marido. A mediados de los 90 fue diagnosticado de cáncer de pulmón y boca y para la fecha del atentado su situación de salud estaba relativamente controlada.
El año 2001 el cáncer volvió a presentarse en la vida de George y esta vez para siempre, la metástasis en el pulmón había alcanzado el cerebro, el tiempo era escaso. Su viuda recuerda como la habitación se llenó de luz el día que su marido dejó este mundo “El brillo era tan intenso que no se necesitaba de nada para iluminar el lugar”. George pasó a una mejor vida con la misma intensidad con que vivió la presente.
Mención aparte es el relato de Ringo Starr, casi al final de la película. El baterista viajaba de Boston a Suiza –país donde el guitarrista decidió vivir sus últimos días- ya que su hija, Lee Starkey, sufría de un tumor cerebral justo en las fechas en que Harrison vivía sus últimas horas. George al enterarse de lo que le sucedía a la hija de Ringo y sabiendo que Starr debía viajar rápidamente de regreso a los EE.UU. le preguntó – con ese sentido del humor impecable que tenía- “¿Quieres llevarme contigo a Boston?”. Esas fueron las últimas palabras que Starr oyó de su gran amigo, su “hermano menor” como siempre lo llamaba.
El resto, son anécdotas simpáticas pero que no hacen más que apuntar hacia elementos muy conocidos de la vida y las aficiones del artista. Su amor por el cine, los autos, los amigos, algunos entretelones de las sesiones de grabación de los Travelling Wilburys (Mega banda integrada por George Harrison, Jeff Lynne, Jim Keltner, Roy Orbison, Bob Dylan y Tom Petty), su pasión por el ukelele y otros aliños de escasa novedad y dudosa relevancia.
Un mito intacto
Si George era el Beatle ‘silencioso’, el mito no lo rompió Scorsese, por el contrario, se mantiene distante e intocable. Quizás para el público general es un buen documento; para el ‘conocedor’ es un trabajo mediocre, no de mala calidad, pero sí de escasa profundidad; para la fanaticada, otro documento para atesorar. La longitud de la obra y la gran expectativa previa a su debut en la pantalla chica, no se condice con los pocos elementos novedosos a disposición del telespectador. Desde el punto de vista cinematográfico un buen material más no original ya que su estructura es la clásica de documental televisivo, muy al estilo de Scorsese.
Definitivamente la figura de George Harrison le quedó grande a Scorsese, algunos premios menores y el puesto 144 entre los mejores documentales musicales no fue suficiente para honrar al Beatle de la consecuencia. Sin embargo, mantiene su vigencia inalterable con el paso del tiempo, como muestra, hoy 29 de noviembre se presentará en cines de todo el mundo -en Chile será la cadena Cinemark- y con audio remasterizado, el famoso tributo musical: Concert for George (2002), pero de este show hablaremos en otra ocasión.
Hare Krishna.