La amenaza de Corea del Norte: misiles y preparativos para un ensayo nuclear
Son muchos los que señalan que la detonación de un arma nuclear cambiaría las formas y provocaría incluso una respuesta por parte de Washington, que no se mantendría al margen.
En plena invasión rusa de Ucrania y ante una creciente alianza entre Estados Unidos y Corea del Sur, Kim Jong Un ha acelerado la consolidación del programa balístico norcoreano para hacer frente a lo que ha tildado como la «doble moral» de Occidente.
Con el lanzamiento de ocho misiles en tan solo diez días, Pyongyang ha hecho saltar todas las alarmas en un nuevo intento de mostrar fortaleza tras la visita de la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, al territorio surcoreano, donde ha aprovechado para subrayar la alianza existente entre las partes.
El lanzamiento de este martes se produce en un momento clave para la geopolítica mundial y ha llevado al primer ministro, Fumio Kishida, a hablar de un «acto de barbarie». El misil ha sobrevolado Japón y ha obligado a parte de la población a refugiarse, algo que no sucedía desde 2017.
Para Kim, sin embargo, el programa balístico se enmarca en la autodefensa, en la idea de «estar listos para movilizarse en toda su capacidad» en caso de ataque externo. El líder norcoreano sigue acusando a Estados Unidos de tratar de «demonizar a Corea del Norte» para justificar sus políticas e insiste en que las medidas tomadas por Washington contra el país son puramente «ilegales y hostiles». Kim sostiene que la actitud del país norteamericano empuja a Corea del Norte, víctima de acciones «peligrosas» que la colocan en un lugar comprometido, a un paso del conflicto bélico.
Atrás ha quedado el intento de acercamiento entre Kim y el expresidente estadounidense Donald Trump, ‘rara avis’ que logró que por primera vez las autoridades norcoreanas ofrecieran un plazo aproximado para lograr la desnuclearización y el desmantelamiento del arsenal nuclear.
Tras varios encuentros que auguraban avances, la cumbre de 2019 en Hanói frenó de golpe el proceso: la Administración estadounidense se negó a retirar las sanciones impuestas contra Corea del Norte, requisito presentado por Pyongyang para pactar un efectivo proceso de desnuclearización de la península.
Aunque el magnate neoyorquino había suspendido los ejercicios militares conjuntos con Corea del Sur, las conversaciones quedaron estancadas. Ahora, con Biden al frente, Washington ha recalibrado su presencia en la región, lo que ha provocado nuevas tensiones. Bajo su Administración se han desplegado portaaeronaves como el ‘US Ronald Reagan’ y se han realizado maniobras de bombardeo de precisión.
POSTURA SURCOREANA
El presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, que ha incrementado los recursos destinados a la contención y la preparación ante un posible ataque norcoreano, ha sido calificado por Kim como un «maniaco de la confrontación que ha ido mucho más allá que cualquier otro líder surcoreano anterior».
Acusado de ser un gánster, Yoon está sacando adelante una estrategia que para muchos expertos solo provocará la exacerbación de la carrera armamentística en la región y favorece el conflicto a causa de un error de cálculo.
Las políticas impulsadas por Yoon abogan por afianzar la alianza con Estados Unidos y dan un nuevo significado al llamado ‘Kill Chain’, el sistema de Seúl pensado para «arrasar» Corea del Norte en cuestión de minutos si fuera necesario.
Se trata de un triple plan que incluye un sistema de defensa aérea para acabar con los misiles balísticos del enemigo, un protocolo a gran escala para atacar Pyongyang y una serie de ataques decisivos que supondrían la muerte de los principales dirigentes del país, incluido Kim Jong Un. No obstante, la idea radica principalmente en evitar siquiera el lanzamiento de los misiles en cuestión desde el lado norcoreano.
El pasado mes de julio, su Administración anunció la creación de un comando de estrategia de cara a 2024 para supervisar, precisamente, este tipo de movimientos después de que Seúl temiera ser abandonado por Washington durante el mandato de Trump, que amenazó con retirar las tropas –más de 28.000 efectivos– de la zona si Corea del Sur no pagaba millones de dólares a cambio de apoyo militar.
A pesar de que Corea del Sur estudia endurecer las sanciones impuestas contra Pyongyang tras la última ronda de ensayos balísticos, el Gobierno promete también esforzarse para lograr la desnuclearización, por lo que el Ministerio de Unificación ha instado a Corea del Norte a responder al plan de Yoon y a la oferta de diálogo que este implica.
ENSAYO NUCLEAR
El propio Kim ha alertado recientemente de que está preparado para poner a prueba su arsenal nuclear en caso de que se produzca un conflicto bélico con Estados Unidos y Corea del Sur. Para ello, asegura que las fuerzas norcoreanas están «completamente preparadas para responder a cualquier crisis».
«Nuestras capacidades nucleares están preparadas para ser movilizadas con todo su poder de acuerdo con el objetivo por el que fueron creadas», subraya en relación con unas medidas que desafían las sanciones y prohibiciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra el país asiático.
Ya a principios de septiembre, Pyongyang aprobó una ley en la que se declara un Estado nuclear, al tiempo que Kim decía sentirse presionado y descartaba la posibilidad de conversaciones o acuerdos sobre abandonar el programa nuclear.
A pesar de la amenaza de las sanciones, Pyongyang realizó seis pruebas nucleares entre 2006 y 2017. La Inteligencia surcoreana cree ahora que Corea del Norte tiene previsto realizar un ensayo nuclear entre el 16 de octubre y el 7 de noviembre en Punggye Ri, donde posee un túnel e instalaciones preparadas para este tipo de test.
Kim Yo Jong, la hermana del líder norcoreano, Kim Jong Un, ya rechazó tajantemente en agosto un plan de ayuda económico ofrecido por el Gobierno surcoreano a cambio de medidas de desnuclearización, que llegó a calificar como «el colmo de la locura».
En esta situación, las autoridades surcoreanas ya han avisado de que Corea del Sur tiene intención de «responder con contundencia» a las últimas «provocaciones» norcoreanas.
Son muchos los que señalan que la detonación de un arma nuclear cambiaría las formas y provocaría incluso una respuesta por parte de Washington, que no se mantendría al margen, si bien todo apunta a que Pyongyang busca por el momento mantener su relevancia global a pesar de sus debilidades gracias a la protección de actores como Rusia y China. (Europa Press)