En medio de un exitoso recorrido internacional se estrena en cines “1976”, el primer largometraje de Manuela Martelli como directora

Tras su debut mundial en el Festival de Cannes, la película protagonizada por Aline Küppenheim llegará a salas chilenas el próximo 20 de octubre. Es la obra que representará a Chile en la carrera por la nominación a la Mejor Película Iberoamericana en los Premios Goya.

“1976”, el primer largometraje dirigido por la actriz Manuela Martelli, se estrenó en mayo en la última edición del Festival de Cine de Cannes, donde fue elogiada por la crítica y el público. Desde ese importante debut mundial en la Quincena de Realizadores, ha tenido un gran recorrido internacional, recibiendo múltiples premios que incluyen la Mejor Ópera Prima en Jerusalén, Mejor Ópera Prima, Mejor Película de APRECI (Prensa) y Mejor Actriz en Lima, además de selecciones en festivales como BFI London, Melbourne, Bruselas, World Cinema Amsterdam y Helsinki, entre otros. La semana pasada tuvo su estreno español en la competencia Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián.

En medio de este triunfante recorrido por festivales, se estrenará en cines nacionales el próximo 20 de octubre.

Ambientada en el Chile de 1976, la película sigue a Carmen (Küppenheim), quien se va a la playa para supervisar la remodelación de su casa. Su marido, sus hijos y sus nietos van y vienen en las vacaciones de invierno. Cuando el sacerdote de su familia le pide que cuide a un joven que está alojando en secreto, Carmen se adentra en territorios inexplorados, lejos de la vida tranquila a la que está acostumbrada.

“1976” sólo ha recibido elogios de parte de la crítica: “Una película misteriosa…llevada con buen pulso narrativo” (Caimán), “Una historia tensa y envolvente con un fuerte potencial de cine de autor” (Screendaily), “Martelli se muestra como una muy segura realizadora en el manejo de los tiempos dramáticos y de la tensión creciente que va teniendo el filme” (Micropsia Cine).

Además, “1976”, es la obra que representará a Chile en la carrera por la nominación a la Mejor Película Iberoamericana en los 37º Premios Goya que se celebrarán el 11 de febrero de 2023 en Sevilla, España.

La destacada directora y actriz concibió “1976” indagando en su historia familiar. “Comencé preguntándome acerca de mi abuela materna, que no alcancé a conocer”, confiesa. “Me di cuenta que sabía muy poco sobre ella y me puse a conversar con mi familia. Descubrí que después de haber sido madre y dueña de casa, había decidido entrar a la Escuela de Artes Aplicadas, que tenía miles de intereses y que era una mujer muy adelantada para su época, pero que también sentía que a sus cuarenta y tantos años la vida ya se le había pasado. Mi abuela murió el año 76, un año muy crudo de nuestra historia, sin haber cumplido 50 años. Eso me hizo querer darle vida a un personaje, preguntándome cómo se vivía ese año al interior de una casa; desde el punto de vista de una mujer con más intereses de los que su contexto le permitía desarrollar”.

Para la cineasta, la película “es una mirada sobre uno de los años más oscuros de la dictadura, desde el interior de una casa, y desde el punto de vista de una mujer”.

Los desafíos de esta aclamada primera incursión en el largometraje fueron “infinitos”, según las palabras de la misma directora. “Partiendo porque se trataba de una ópera prima que además era de época, lo que hacía muy complicado su financiamiento. Pero inclusive, antes de eso, creo que la escritura del guión fue un gran desafío; entender cómo y desde dónde contar la historia. La época por supuesto era otro de los grandes desafíos; cómo recrear los años setenta desde un lugar nuevo, cómo ver ese período desde otro punto de vista, y luego, cómo materializar eso de manera eficiente, con pocos recursos”.

Este impecable tratamiento cinematográfico se potencia con la contenida y conmovedora actuación de Aline Küppenheim en el personaje de Carmen. “Ella es una mujer de clase acomodada, pero con una curiosidad y una sensibilidad con poco espacio para el medio en el que vive”, reflexiona Martelli sobre una película llena de silencios, pequeños gestos y sutilezas. “La observación es el punto de inicio. Lo que mueve a la película es la idea de observar la historia desde el interior de una casa”, agrega. “En ese sentido los silencios y los espacios son como la materia prima. El silencio es algo muy propio de la época. Como el color blanco que contiene todos los colores, el silencio de la época lo contenía todo, era como un gran grito colectivo. Hay tanto contenido en el silencio del año 1976, y eso es lo que la película trata de descifrar. En cuanto al espacio, tiene dos caras; lo concreto y mundano, y lo etéreo, misterioso y poético. Para mí, el juego era situarse en el lugar más corriente y doméstico, y descubrir sus secretos y también su poesía”.

“La película hace muchas preguntas”, agrega la directora. “Para mí, una de las preguntas centrales es acerca del mecanismo que hace posible continuar la vida con toda su cotidianidad y domesticidad, cuando al mismo tiempo matan o torturan personas. Esa es una pregunta aplicable a todas las épocas, inclusive ahora mismo. Y de la mano de esa pregunta; qué te hace estar dispuesto a poner en jaque la democracia, a estar dispuesto a vivir bajo un régimen en el que matar a una persona que piensa distinto es posible, con tal de no perder tus privilegios”.

Esas preguntas se concretaron finalmente en una película que vio la luz en Cannes, el festival de cine más importante del mundo. “Estrenar en un festival así de importante es una gran satisfacción, es como un hijo egresando de la universidad”, destaca Martelli. “Pero ahora toca la otra parte, que es como salir de la universidad y encontrar trabajo: que la película la vean, no sólo las personas que van a los festivales, que la vean las personas a quienes la película les aportará algo”.

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El Periodista