A 82 años de su natalicio: El otro John o la utopía del “maldito” pescador

Por Miguel Reyes Almarza, periodista e investigador en pensamiento crítico.

Difícil es referirse a John Lennon sin odiar el esténcil seudo Hippie al cual tristemente se asocia su imagen. Lennon es mucho más que un cantor popular, es mucho más que un rockero. Lennon es consecuencia y lucha, pero una lucha real, con altos y bajos, con momentos humanos más relevantes que espacios geniales sin sustancia. Lennon es un hombre del mundo y a pesar del sucio trabajo de la CIA, inmortal.

Hablar de John muchas veces es molesto, básico, majadero, difícil sobre todo desde la ignorancia propia de nuestras sociedades. Pero si hacemos es esfuerzo, con el compromiso de reflexionar desde la historia, aquel trozo de papel aceitado, aquel trozo de tela pintado, aquella melena desaliñada, cobra vida en uno de los personajes más consecuentes de la historia de la humanidad.

Paz, esa cosa tan compleja

¿Qué llevó a un inglés con su vida artística ya resuelta a avecindarse en un país que puso precio a su cabeza? Desde el momento en que John decidió vivir en Estados Unidos firmaba, sin quererlo, su sentencia de muerte. Pero ¿Qué problemas puede traer un músico? ¿Qué motivaciones puede generar en la humanidad? Muchas.

John dejó Inglaterra para vivir en el corazón del mundo, New York, ¿Por qué? Porque se sentía en la obligación de amplificar su sentimiento de paz desde el lugar más expuesto de la tierra. Y no fue nada fácil.

Muchos ‘tibios’ pensaran que la confusa vida del músico inglés no era el mejor ejemplo de paz para la humanidad, pero ¿qué es la paz sino una búsqueda de aliviar nuestra propia angustia? ¿Cómo podría hablar de paz alguien que no se siente asfixiado por la represión?
John era el vocero de una juventud confundida, poco respetada e infravalorada. Al sentir la persecución lideró las campañas antiguerra, antisistema, antisegregación, propias de un país tan generoso como el gigante del norte.

Pudo vivir de los ‘intereses’ pero prefirió abrir la boca, para defenderse y para defender a otros, exponiéndose cada vez más a esa crónica de una muerte anunciada. Presos políticos, jóvenes que no querían alzar un arma frente a un hermano, humanistas de tomo y lomo, amantes de la música y de la poesía. Su legado es mucho más complejo que un par de dedos haciendo el símbolo de la paz.

John es consecuencia y riesgo. Y no es gratuito, es el reflejo de toda la violencia, soledad y falta de oportunidades que le tocó vivir. John es como cualquiera de los jóvenes que, carentes de afecto, buscan una manera de amar y ser amados.

Un maldito pescador

Jamás usufructuó de su fama Beatle, no se dedicó a cobrar por sus conciertos, es más, los relegó a segundo plano y se enfocó en las campañas pacifistas en el centro de Nueva York. Simplemente se dedicó a vivir siendo parte del mundo, y eso lo puso en la línea de fuego, se dedicó a sentir y a expresar ese sentimiento sin metáforas elaboradas, solo con la verdad directa y muchas veces incómoda. Y no había otra forma. Necesitaba amor y sabía que el amor era la respuesta.

Años después de ser un fenómeno del rock y algo más tranquilo en la gran manzana declaró «preferiría ser un maldito pescador» ante el reiterado abuso de aquella pegajosa imagen Beatle que el mercado abrazaba con fuerza -como propia- y los medios se negaban a soltar, todo para confundirlo y entibiar sus convicciones.

Eso eres -en tiempo presente- John, un “maldito” pescador, que te metiste en las vidas de millones y dejaste una señal indeleble del significado del amor y la paz entre los hombres.

«La guerra termina si tú quieres». Tan fácil y tan complejo a la vez. El sistema se cambia desde dentro y aquel chico revoltoso de Liverpool logró al menos desestabilizarlo. Es tarea de todos quienes pensamos en el mundo como un mejor lugar para vivir, seguir su senda de consecuencia y perseverancia.

¡Feliz Cumpleaños John! Gracias por todo.

 

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El Periodista