Deuda de América Latina sigue creciendo y amenaza a los más vulnerables
El problema es que a mayor deuda, menor es la capacidad que tienen los estados para aplicar medidas a favor de los sectores medios y bajos, quienes probablemente sean los que paguen el costo.
(Por Lucía Barrios/Sputnik).- La deuda externa de América Latina avanza. Con la pandemia del Covid-19, comenzó a crecer con mayor virulencia y esa tendencia se mantiene.
El problema es que a mayor deuda, menor es la capacidad que tienen los estados para aplicar medidas a favor de los sectores medios y bajos, quienes probablemente sean los que paguen el costo. Esto se debe a que los acreedores les exigen a los países mayores medidas de austeridad, lo que implica una reducción del gasto público, advierten economistas.
«Hay un peligroso retorno de la deuda en América Latina desde antes de la pandemia, situación que empeoró con el covid-19. El endeudamiento tiene riesgos. América Latina ya pasó por eso en los 80 y 90. Y sus efectos fueron terribles ya que tuvieron que someterse a políticas de ajuste estructural que afectaron a los sectores medios, bajos y trabajadores. La pobreza aumentó y solo pudimos salir de la situación entrando al siglo XXI, y hoy nos enfrentamos al mismo problema», dijo a la Agencia Sputnik la economista paraguaya e integrante de la Red Latinoamericana por la Justicia Económica y Social (Latindadd) Verónica Serafini.
Según datos que brindó el economista Rodolfo Bejarano, integrante de Latinddad, durante el foro «La dinámica y perspectivas de la deuda en América Latina» celebraod el 13 de septiembre, en promedio, el endeudamiento público de la región sobrepasa el 70 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) y esa tendencia se va a mantener en los próximos años.
«Si bien no estamos en los niveles que alcanzan las economías desarrolladas, que sobrepasan el 100 por ciento, estamos a niveles más altos que muchas economías en desarrollo. La deuda en la región aumentó 3,4 puntos porcentuales en 2021 (…) América Latina posee el 21 por ciento de la deuda total de las economías en desarrollo, lo que significa unos 1,9 billones de dólares», advirtió el economista.
Sostuvo que es la región que destina mayor dinero para atender su deuda externa en comparación con el que se recibe por exportaciones de bienes y servicios: se pasó de pagar la mitad del dinero proveniente de las exportaciones en 2019 al 59,8 por ciento en 2022.
A principios de este año el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió, en su artículo «América Latina enfrenta Riesgos inusitadamente altos», que «con las relaciones de deuda pública/PIB por encima de los niveles previos a la pandemia y el aumento de los costos de financiamiento en un contexto de tasas de interés internacionales y locales más altas, los países tendrán que garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas para ayudar a preservar su credibilidad y recomponer el espacio fiscal».
LOS PROBLEMAS
Por su parte, Serafini dijo que los problemas que genera la deuda pública radican en primer lugar en que está valuada en moneda extranjera (dólares) y en que gran parte de la misma está en bonos soberanos cuyos tenedores están en el sector privado, lo cual dificulta las renegociaciones.
«Hoy nos enfrentamos con la ralentización del crecimiento económico, retrocesos derivados de la pandemia, persistencia de pobreza y desigualdades y sistemas tributarios injustos, basados en impuestos indirectos. Esto significa que cualquier ajuste por el lado de los gastos o de las recaudaciones terminarán afectando desproporcionadamente a los sectores históricamente vulnerables», agregó.
Según la economista boliviana Daniela Berdeja Ruiz, quien también participó del foro de Latindadd, a diferencia de la década de los 80, América Latina tiene una composición de la deuda pública diferente, ya que los acreedores privados han venido tomando más relevancia, lo cual complejiza los procesos.
En 2020, el 64 por ciento de las entradas a los países de la región provino de tenedores de bonos y acreedores privados y el 37 por ciento de instituciones multilaterales, principalmente FMI, Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), indicó Bejarano.
«Acreedores privados no entran así no más en una renegociación y los ajustes que pueden venir, no les interesa si es que hay algún problema fiscal o sobreendeudamiento», agregó.
Indicó que cerca de 6.000 millones de personas sufrirán las consecuencias de la austeridad, causada por el aumento de la deuda, en 2022.
IMPUESTO A LA RIQUEZA
Una posible solución a la deuda es que se apliquen impuestos a la concentración de la riqueza. Sin embargo, América Latina tiene pocas experiencias en este sentido, indicó Serafini.
«Está siendo difícil implementarlos (los impuestos) aun después de la pandemia, a diferencia de muchos países europeos que ya tenían el impuesto o lo implementaron de manera a financiar las políticas de recuperación. En la mayoría de los casos se están aplicando a sectores que se beneficiaron con la pandemia (…) mientras que algunos sectores tuvieron y seguirán teniendo rentas extraordinarias», agregó.
La economista se refirió a los intentos que realizó Argentina o Bolivia para impulsar un impuesto a las grandes fortunas, pero consideró que aún son insuficientes en la región.
Latindadd, en un informe titulado «Ahora o nunca: Impuestos a la riqueza y las grandes fortunas en América Latina y El Caribe», publicado el 15 de diciembre de 2020, señaló que un impuesto a las grandes fortunas tendría un potencial de recaudación en 20 países de la región de 26.504 millones de dólares al año, una estimación «conservadora» que podría llegar al doble.
Según el estudio, la crisis del coronavirus hizo retroceder más de 15 años la lucha contra la pobreza en la región, al punto que a fines de ese año, 45 millones de personas cayeron en la pobreza.
Como contrapartida, los millonarios de la región aumentaron su riqueza en 48.200 millones de dólares solamente durante los primeros dos meses, en el período más estricto del confinamiento, por lo que fueron los «grandes ganadores de la crisis».
La riqueza en América Latina y el Caribe está híperconcentrada en pocas manos y casi no tributa, según Latindadd.
La organización informó que el 41 por ciento de la riqueza lo tiene el 1 por ciento más rico, que solo aporta el 3,8 por ciento de la recaudación total.