Hace algunos días el ex presidente Ricardo Lagos provocó un cambio en el escenario político al colocar en la agenda la necesidad de reformas cualquiera sea el resultado del plebiscito de salida. Revalidó así la idea de reformismo y gradualidad con la cual la mayor parte de la ciudadanía conecta.
Su estrategia tuvo efecto. La conversación pública se desplazó desde la discusión sobre contenidos del proyecto de Nueva Constitución a la necesidad de articular también consensos sobre los temas que requieren cambios y mejoras. Pero también respecto de aquellos que generan un mayor nivel de disputa, desacuerdos y temores.
En línea con lo señalado con el ex presidente, la propuesta del “Aprobar para reformar” del PPD y lo señalado por el diputado Vlado Mirosevic, coordinador de la Campaña del Apruebo, en el sentido que es condición para que gane el Apruebo el comprometerse con mejoras antes del plebiscito son factores que podrían viabilizar las probabilidades de éxito del Apruebo. En la última encuesta CADEM el 36% está por aprobar reformando el texto. Un dato adicional: el electorado indeciso es un electorado que busca y premia la capacidad de construcción de acuerdos.
Tal como se emplazó a la oposición de derechas para que explicite su real voluntad y compromiso con los cambios ahora, también se hace necesario que las fuerzas de centro izquierda y del progresismo suscriban un acuerdo preplebiscito a través de un documento de mejoras al texto constitucional.
Esto permitiría sacar el foco de lo que genera preocupación e incertidumbre volviendo a ponerlo en lo que parece favorecer acuerdos cooperativos. Se trata de trasmitir certezas a la ciudadanía, comprometiéndose ahora con una agenda de cambios más que solo pedirles actos de fe. Lo anterior resulta clave tanto en relación a la elección como al escenario pos plebiscito.
Se hace necesario que las fuerzas de centro izquierda y del progresismo suscriban un acuerdo preplebiscito a través de un documento de mejoras al texto constitucional.