ONG acusan a Bachelet de falta de contundencia hacia China en su evaluación de su visita a Xinjiang
A pesar de que es el primer viaje oficial a China de un comisionado de derechos humanos en 17 años y el viaje de Bachelet siguió a extensos intercambios con Beijing.
Varias ONG internacionales han acusado a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, de falta de firmeza en sus críticas a China tras su visita a la región de Xinjiang, escenario según estas organizaciones, así como Estados Unidos, de una campaña de gravísimos abusos dirigida por Pekín contra la minoría uigur.
El Gobierno chino acusa a los uigures de la región de promover el separatismo, el extremismo y el terrorismo. Los miembros de la minoría musulmana dicen que están sujetos a la opresión política, religiosa y cultural.
La visita de Bachelet ha sido «un abandono catastrófico del deber», ha lamentado Luke de Pulford, de la ONG contra la esclavitud Arise, después de que la alta comisionada rechazara describir su visita como una «investigación» sobre la situación en Xinjiang y se limitar a pedir a China que dejara de aplicar medidas «arbitrarias» contra la población.
Bachelet se abstuvo de criticar directamente a China en sus comentarios después de su viaje que incluyó visitas a las ciudades de Kashgar y Urumqi en la región de Xinjiang, donde los activistas por los Derechos Humanos dicen que cientos de miles de uigures y otras minorías han sido encerradas en «campamentos educativos»
«La jefa para los Derechos Humanos de la ONU parece creerse tan persuasiva que piensa que una tranquila conversación en la trastienda convencerá a Pekín para que alivie su represión», ha lamentado Kenneth Roth, director de Human Rights Watch. «(Bachelet) Puede hablar en privado con China hasta que se le ponga la cara azul, pero Pekín solo va a responder ante la presión pública», ha lamentado en su cuenta de Twitter.
Según el Congreso Mundial Uigur, que representa a los grupos uigures exiliados, «la visita ha acabado siendo una oportunidad de propaganda para que China encubra sus crímenes contra la Humanidad y el genocidio contra el pueblo uigur».
Por su parte, el secretario de Estado, Antony Blinken, ha hecho saber que Estados Unidos «sigue preocupado» por la visita y los «esfuerzos de China para restringirla y manipularla».
«Si bien seguimos planteando nuestras preocupaciones sobre los abusos de los derechos humanos de China directamente con Pekín y apoyamos a otros que lo hacen, nos preocupa que las condiciones que impusieron las autoridades en la visita no permitieron una evaluación completa e independiente del entorno de derechos humanos en Xinjiang, donde continúan el genocidio y los crímenes de lesa humanidad», ha aseverado.
Blinken también dijo que Bachelet «debería haber mantenido reuniones confidenciales con familiares de uigures y otras comunidades de la diáspora de minorías étnicas en Xinjiang que no están en centros de detención pero que tienen prohibido viajar fuera de la región».
«También observamos que a la alta comisionada no se le ha permitido el acceso a las personas que formaban parte del programa de transferencia de mano de obra de Xinjiang y que han sido enviadas a otras provincias de China», ha agregado.
Bachelet habló con altos funcionarios y obtuvo acceso sin supervisión a miembros de la sociedad civil y grupos religiosos durante su viaje de seis días.
Es el primer viaje oficial a China de un comisionado de derechos humanos en 17 años y el viaje de Bachelet siguió a extensos intercambios con Beijing. Si bien fue invitada a China en 2019, el gobierno inicialmente se mostró reacio a permitirle el acceso sin supervisión a las personas con las que quería hablar.