El Real Madrid engrandeció su leyenda europea este miércoles tras clasificarse para la final de la Liga de Campeones, que se disputará en París el 28 de mayo, después de remontar al Manchester City (3-1) en un partido épico que resolvió en el tiempo de prórroga con un Santiago Bernabéu entregado en una de sus grandes noches.
La empresa se había oscurecido con el gol de Riyad Mahrez a falta de cuarto de hora para el ’90. Todo estaba en contra, incluso Courtois tuvo que sacar una mano prodigiosa para evitar el 2-0. Eso sí, nadie enfiló el Paseo de la Habana antes de tiempo. Todo el público aguardó en su asiento esperando a que la historia cambiase. Había antecedentes.
Rodrygo empató el partido en el minuto 90 tras una pase de Karim Benzema, que ya se ha ganado el Balón de Oro con creces, en lo que parecía un ramalazo del campeón, pero sin más consecuencias. Sin embargo, lejos de la realidad, cuando todo el mundo se llevaba las manos a la cabeza, el brasileño marcaba el segundo a pase de Carvajal.
El milagro volvía a requerir grandes dosis de fe, pero ya estaba hecho lo más difícil. El City se quedó contra las cuerdas sin creer lo que estaba viviendo. Guardiola intentó mover un par de piezas, pero el tablero era cosa de Ancelotti, que ganó mucha presencia con la entrada de Camavinga, otro de los mejores este miércoles.
Los ingleses se pellizcaban una y otra vez, pero toda su ventaja se había esfumado entre la magia de Chamartín y esa atmósfera indescriptible en las noches europeas de la capital. Esta vez sí que parecía imposible, pero el Real Madrid estaba a solo un gol de que la prensa mundial recurriese en sus portadas del día siguiente al ADN blanco.
Y eso que los ‘citizens’ habían tenido sus pasajes, con buenas ocasiones gracias a la verticalidad de Foden y la calidad de Gabriel Jesus, pero el orden defensivo de este miércoles fue brutal. Nacho hizo olvidar a Alaba con un partido sobresaliente y Militao hizo el encuentro de su vida. Un muro que desquició al campeón británico, aletargado al arranque y apresurado al final.
Las ocasiones se sucedían para los de casa entre malos controles de Vinicius, que nunca dejó de percutir con fuerza, y una volea que perdonó Modric desde la frontal. Los méritos eran del Madrid, pero el City no daba su brazo a torcer. Un equilibrio que se rompió cuando nadie lo esperaba y después de que Mahrez fusilase a Courtois desde la banda derecha en un descuido.
Acto seguido fue Jack Grealish quien se topó con el belga, que evitó lo que hubiera sido la sentencia definitiva. Y ahí, entre el pánico escénico y el estado de gracia de este equipo -incansable cuando llegan las grandes citas- el vigente campeón de España firmó una de las obras más grandes y épicas de su legendaria historia.
A Rodrygo le siguió un penal de Benzema -al que no le tembló el pulso- y una segunda mitad de la prórroga llena de oficio y sacrificio. Los merengues se vaciaron con un once completamente irreconocible, pero el empuje de la grada y la ‘magia’ de las noches europeas acabaron tumbando la resistencia del City y sellando el pasaporte a París.
En la Ciudad de la Luz buscarán los madridistas su decimocuarta Copa de Europa en la decimoséptima final, la quinta de la última década. Un prestigio que no se compra con petrodólares y sí la historia del mejor club del ‘Viejo Continente’. (AgenciaUno/EP)