El Nuevo Orden Internacional Policéntrico

Por Pedro Donizete da Costa Júnior, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Campinas. Doctorando de la Facultad de Filosofia, Letras y Ciencias Humanas – Universidad de Sao Paulo

La caída del muro de Berlín en 1989 y el desmantelamiento de la URSS, en 1991, dieron lugar al fin del Orden Internacional Bipolar que imperó sobre el mundo durante casi medio siglo.

Como “Orden Internacional”, podemos entender, a partir de la literatura de la historia de las relaciones internacionales, esencialmente, un determinado conjunto (en movimiento) reuniendo normas, instituciones y estructuras de autoridad que modifican, limitan y dirigen el comportamiento de los actores que componen el Sistema-Mundo durante un determinado período.

Hay dos movimientos históricos inequívocos en las transiciones y establecimiento de un determinado orden mundial: el lápiz y la bomba, esto es, la guerra y la paz. Así se dio en la Paz de Westfalia, em 1648, con el resultado de las nominadas Guerras Religiosas. En Viena, en 1815, luego de las Guerras Napoleónicas, y el llamado Concierto Europeo. En la denominada Paz de Versalles, en 1919, en el desenlace de la Primera Guerra Mundial. O aún en Yalta, Potsdam y San Francisco, en 1945, con el fin de la Segunda Gran Guerra. Después del colapso soviético, en 1991, el bombardeo de EEUU a Irak, en la Primera Guerra del Golfo, se establecieron, a través del poder de las armas, los nuevos rumbos en el campo internacional.

Ante este cuadro, a partir de los años 90, los Estados Unidos y la Unión Europea priorizaron en su agenda geopolítica la administración del desmantelamiento del imperio ruso, debido a sus consecuencias económicas y al antiguo desafío geopolítico de Europa Central. Los norteamericanos apuraron la expansión de la OTAN y asumieron rápidamente las posiciones militares dejadas por el ejército soviético en Europa Central. Los Estados Unidos y sus aliados occidentales apoyaron explícitamente la autonomía de los Estados de la antigua zona de influencia soviética y promovieron activamente el desmembramiento del territorio ruso. A comenzar por Letonia, Estonia y Lituania, siguiendo por Ucrania, Bielo-Rusia, por los Balcanes, Cáucaso y países de Asia Central. Apoyaron la independencia de Kosovo, presionaron la implantación de su escudo antimisiles en Europa Central y pasaron a armar y entrenar abiertamente los ejércitos de Ucrania, Georgia y de los países de Asia Central, desconsiderando que la mayor parte de esos países perteneció al territorio ruso, durante los últimos tres siglos. Al contrario de la disonancia y alerta de respetadas voces internas como George Kennan, el teórico de la contención, que sentenció cómo la expansión de la OTAN para Europa del Este sería su tragedia, y Henry Kissinger, defensor del respeto a las nominadas zonas de influencia de las grandes potencias.

Después de la humillación de los años Yeltsin, en este nuevo siglo asistimos al renacimiento ruso. Rusia viene practicando explícitamente una política de aumento de poder. Es notorio que la reacción rusa se inició con el gobierno de Vladimir Putin, el 2000, y su reorientación estratégica. El presidente ruso recentralizó el poder. Reconstituyó el Estado y la economía rusa, recuperando su complejo militar-industrial y nacionalizando sus vastos recursos energéticos. Articuló la construcción del Brics.

Dueño del mayor arsenal nuclear del planeta, el nuevo gobierno ruso alertó a los Estados Unidos ante la posibilidad de una nueva carrera nuclear, si por acaso continuasen con su proyecto de desarrollo de un escudo antibalístico en Europa Central –más precisamente en Polonia. En agosto de 2007, Putin clavó una bandera rusa de titanio en aguas internacionales en las profundidades del Ártico. En 2008 invadió Geórgia. En 2014 anexó a Crimea. Se instala como una traba a cualquier intervención occidental en Siria y garantiza a su aliado Bashar al-Assad en el poder. Y desde entonces ha estrechado sus lazos estratégicos con China, especialmente después de las sanciones impuestas por EUA a la Unión Europea, posteriormente a la anexación de Crimea.

El 4 de febrero de este 2022, estratégicamente en la apertura de la 24ª Olimpíada de los Juegos de Inverno, Xi Jinping y Vladimir Putin se reunieron en Beijing. En la ocasión, además de participar de la ceremonia de apertura, los dos jefes de Estado divulgaron una declaración conjunta que llama la atención tanto por la asertividad como por su amplitud.

Ambos países anuncian una alianza de nivel superior y sin precedentes en la historia del Sistema-Mundo: “Las nuevas relaciones interestatales entre Rusia y China son superiores a las alianzas políticas y militares de la época de la Guerra Fria. La amistad entre los dos Estados no tiene límites, no hay áreas ‘prohibidas’ de cooperación”, dice el texto. El extenso documento trata prácticamente todos los aspectos relevantes de la política internacional. Democracia y derechos humanos, pandemia, defensa de la paz, revoluciones coloridas, desarrollo compartido y sustentable, combate a los cambios climáticos, terrorismo, gobernanza de internet, guerra comunicacional, etc.

En esencia, el conjunto del documento representa una candente defensa del multilateralismo y de un nuevo Orden Internacional Policéntrico. Revela una sólida intención de los dos países, en unidad, contestando abiertamente el Orden Internacional Post-Guerra Fria, atlanticista y anglosajónica, así como el fin de la hegemonia norteamericana.

Establece que el Sistema-Mundo pasa por una transformación en su arquitectura de gobernanza y orden mundial.

Conforme al texto, “la humanidad está entrando en una nueva era” y “asiste al desarrollo de procesos y fenómenos como multipolaridad, globalización económica, advenimiento de la sociedad de la información, diversidad cultural, transformación de la arquitectura de gobernanza global y orden mundial”.

La carta apunta directamente a la OTAN y establece límites claros para su actuación en este nuevo orden mundial.

Dice el documento: “Las partes se oponen a un mayor alargamiento de la OTAN y apelan a la Alianza del Atlántico Norte para que abandone sus abordajes ideologizados de la Guerra Fría, respete la soberanía, la seguridad y los intereses de otros países. Las partes se oponen a la formación de estructuras de bloques cerrados y campos opuestos en la región del Asia-Pacífico y permanecen altamente vigilantes sobre el impacto negativo para la paz y la estabilidad en la región de la estrategia Indo-Pacífico de los Estados Unidos”.

Señala un inexorable deslocamiento “euroasiático” del poder: político, económico, tecnológico, militar, diplomático, cultural, deportivo… La expresión de tal fuerza, además de la propia sociedad y documento sería, entre otros, el proyecto de desarrollo chino de las “Nuevas Rutas de la Seda”, la mayor integración euroasiática, y organizaciones multilaterales como el G20, el Asean, el Brics y, especialmente, la Organización para Cooperación de Xangai (SCO).

Ya al final, una de las conclusiones del texto evidencia: “Rusia y China pretenden fortalecer de forma envolvente la Organización para Cooperación de Xangai (SCO) y mejorar aún más su papel en la formación de un Orden Mundial Policéntrico basado en los principios universalmente reconocidos del derecho internacional, multilateralismo, seguridad igualitaria, conjunta, indivisible, alcanzable a todos y sustentable”.

La historia de las relaciones internacionales demuestra que todo quiebre de un orden mundial establecido implica el uso de la fuerza. Veinte días después de la visita de Putin a Xi, em Beijing, y la divulgación de este documento sino-ruso que contesta clara e inequívocamente el Orden Internacional Post-Guerra Fría, Rusia invade Ucrania. Y, por el poder de las armas, claro, soportado por su gran aliado, China, inaugura un nuevo tiempo del mundo.

Un Nuevo Orden Internacional Policéntrico, dando fin al expansionismo infinito de la OTAN y de la hegemonía de los Estados Unidos, que se perpetuaron por treinta largos años.

(Texto originalmente publicado en el Jornal da USP-Diario de la Universidad de Sao Paulo)

1 comentario
  1. José de Alencar. Líbero dice

    Fantástica tese proposta pelo mestre Pedro. Gratos pela contribuição.

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