Nombramientos

Por Rodrigo Reyes Sangermani

Todos lo han hecho, no se si sea bueno o malo, conveniente o no, no estoy seguro que sea lo mejor en nuestra política internacional, pero desde que volvió la democracia en 1990, los presidentes siempre han nombrado en Argentina embajadores con un carácter político, algunos con más peso político y experticia para el cargo y otros con menos, pero siempre personeros de confianza política del presidente de turno en desmedro de personas de reconocida carrera funcionaria o de profesionales de la diplomacia que en Chile hay varios y buenos. Por eso no nos debe extrañar el nombre de la inminente designación que se filtró ayer para la embajada de Chile en Buenos Aires.

Lo que sí sorprende es el doble estándar de nuestra clase política. Este presidente, y los anteriores (pero hoy nos preocupa este), señaló a todos los vientos que las embajadas no podían convertirse en premios de consuelo para candidatos derrotados ni para amigos políticos, sino por el contrario que lo deseable es la promoción de embajadores de carrera, y no “a la carrera” como pareciera ser esta designación. No se trata de cuestionar los atributos de Bárbara Figueroa para el cargo, por lo menos para mí, por ahora no es el tema, aunque alguien legítimamente lo haga, sino constatar la dificultad de nuestros gobernantes de honrar su palabra, o lo que es peor, establecer un estándar ético en esta materia.

Algo similar ocurrió con los famosos retiros de los ahorros de las AFP. Cuando el gobierno anterior se oponía a la medida, por considerarla una mala política pública, la oposición, poseída de una verdad revelada, acusaba al oficialismo de los peores cargos imaginables en la administración del Estado. Pero ahora, que sectores del parlamento quieren insistir con un cuarto (en realidad, “quinto”) retiro de los fondos de pensión, el presidente y sus ministros, antes en la oposición, manifiestan exactamente lo mismo que antes tanto criticaban. Claro, argumentan que los contextos son distintos… ¿hay un jurado que establece la cualidad de los contextos o es la propia verdad revelada que a algunos parece gobernar sus conciencias lo que hacen estimar una u otra cosa?

Nuestra clase política ha perdido toda credibilidad, o quizás sea yo el que dejó de creerles. Piñera designó hace unos años a su propio hermano Pablo en la embajada de Argentina, no alcanzó a asumir, afortunadamente, dado el escándalo que este acto de nepotismo produjo; recuerdo también el fugaz paso por la sede diplomática de Miguel Otero; en otro momento designó a Adolfo Zaldívar, como premio de consuelo y supuesta señal hacia un sector de la Democracia Cristiana, un pastel; Frei, Lagos y Bachelet nombraron puros amigos, algunos meritorios y otros no tanto, la mayoría derrotados en las urnas en alguna elección previa.

Parece que otra cosa es con guitarra, dicen las viñetas periodísticas de la prensa política, pero en estos días inaugurales de este gobierno, al menos en temas de coherencia discursiva y praxis de gobierno, la guitarra suena sin duda aún muy desafinada.

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El Periodista