Exguerrillero de las FARC reivindica salida política al conflicto: «No se puede arreglar un país a balazos»
Sobre su decisión de hablar con los medios de comunicación ha asegurado que "existe la necesidad de contar al público todo lo que pasó. Esto ayuda a que la gente conozca quiénes fuimos en la guerrilla, qué es lo que queremos como personas en proceso de reincorporación".
El exguerrillero de las ahora extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Güérima ha reivindicado este jueves la salida política y la vía pacífica al conflicto interno que sufre el país latinoamericano desde hace ya más de sesenta años.
En una entrevista concedida a Europa Press con motivo del estreno del documental ‘Del otro lado’, que cuenta la historia de un secuestro llevado a cabo cuando era miembro de la guerrilla, ha destacado que «no se puede arreglar un país a balazos», si bien ha reconocido que «matar a alguien es cultura» en Colombia.
Su historia es la de miles de colombianos: a los 15 años, en el año 1996, ingresó en las FARC voluntariamente y «a consciencia», en parte debido al sentimiento de «abandono total que se vivía en las zonas rurales por parte del Estado» y la imposibilidad de «estudio» y la alta «precariedad», tal y como ha explicado.
El excombatiente ha matizado que «a nadie se ingresa a las malas para después de un entrenamiento militar darle un fusil» y ha señalado que «la motivación entonces era reclamar lo que nos pertenecía porque todo estaba abandonado». No obstante, ha hecho hincapié en que su intención «no es la de promover la lucha armada». «Nos damos cuenta después de 54 años de lucha de que esto perdió vigencia. Es imposible arreglar una nación a tiros entre hermanos colombianos», ha dicho.
Sobre su decisión de hablar con los medios de comunicación ha asegurado que «existe la necesidad de contar al público todo lo que pasó. Esto ayuda a que la gente conozca quiénes fuimos en la guerrilla, qué es lo que queremos como personas en proceso de reincorporación». «Lo que me motiva es que al mundo hay que contarle la verdad, dar la cara, mirarse uno al otro y encontrarse», ha expresado antes de admitir que «cometieron errores», aunque «hay una necesidad de perdón, de reconciliación y de verdad».
«Decir las cosas con los riesgos que se puedan correr como excombatientes de las FARC, lo que incluye amenazas de muerte. Llevamos 305 muertos, pero hay que hacerlo. Es una necesidad, hay que pedir a la gente que nos escuche, que nos juzgue, están en todo su derecho, pero también que nos den la oportunidad», ha apuntado.
En relación con los secuestros, llamados por los guerrilleros ‘retenciones económicas’, ha mostrado su total oposición y los ha descrito como un «error estratégico y táctico», uno de los «principales errores como organización». «Una cosa es un prisionero de guerra, un soldado que se capture en combate, un político que se capture porque la guerra aquí es contra el Estado, pero estaba en contra de las mal llamadas retenciones económicas, que eran secuestros, privar de libertad a una persona por plata», ha afirmado.
«(Ser captor) me marcó la vida. (…) Vi que era posible la reconciliación y la paz», ha destacado en relación con el vínculo que logró establecer con dos de los secuestrados por las FARC. «Ningún combatiente hacia esto por gusto, estaba muy organizado y las órdenes veían de arriba», ha manifestado.
Sobre las acusaciones vertidas por la Procuraduría, que habla de esclavitud o trabajos forzosos en el marco de estos secuestros, ha sostenido que el «reglamento era el mismo para todos e indicaba que había que respetar la integridad física y las convicciones de los prisioneros» y ha puntualizado que «los errores en las FARC se pagaban hasta con la vida».
LOS ACUERDOS DE PAZ
El exguerrillero ha recordado la «incredulidad» con la que las FARC se asomó a los primeros indicios de diálogo en 2012. «Yo lo veía imposible, y más con (Juan Manual) Santos, y ese sentimiento era generalizado».
«Era increíble, era imposible pensar que iba a haber un asomo de paz con Santos aunque todos decíamos que ojalá», ha insistido aunque ha matizado que fue con el expresidente Álvaro Uribe con «el único con el que se negaron a un acercamiento». Santos, no obstante, había sido ministro de Defensa de Uribe.
«Yo veía este conflicto como algo injusto. Nunca vi un parte de guerra positivo, para mi nunca fue positivo informar de bajas entre los soldados, pero sabía que eran ellos o nosotros, eran combates», ha relatado.
Asimismo, ha destacado que en aquel momento las FARC estaban «militarmente bastante reducidas», especialmente por el uso de microchips, que «estaban en todas partes», y aunque había escepticismo ante el proceso de paz, ha relatado que pensó en la posibilidad de que finalmente las conversaciones salieran adelante cuando la guerrilla se «pronunció de forma general contra el secuestro». «Ahí lo vi posible», ha añadido.
En este sentido, ha subrayado el componente político de la guerrilla. «La salida política al conflicto es una bandera que está desde que se fundó las FARC. Cuando miras la historia ves que Manuel Marulanda se va a las selvas porque lo iban a matar por exigir que se pusieran escuelas, puestos de salud… Lo convirtieron en un objetivo militar. Pero desde que se fundó (…) se dijo que éramos un movimiento político-militar, pero siempre político».
Güérima, que ha lamentado que un país que llevaba 50 años en guerra «votará que no a la paz» a finales de 2016, ha reivindicado que, a pesar de las consecuencias que pudiera acarrear para los excombatientes abandonar las armas «era mejor una paz imperfecta que una guerra perfecta».
«En el momento en que nos fuimos a la paz sabíamos que iba a ser muy difícil porque íbamos a la paz con el que toda la vida había sido nuestro enemigo: el Estado. Yo duré casi 23 años en la selva luchando por unos principios, por un pueblo, y volvimos y vimos las cosas peor. 54 años de guerra y la gente estaba comiendo de la basura, los ancianos durmiendo en la calle», ha detallado.
A su vez, ha aceptado que «no puede decir que los acuerdos no se hayan cumplido como excombatiente». «Estar aquí es cumplimiento de los acuerdos, puedo salir de Colombia, hablar sin que me hayan asesinado, participar en una película… Eso son los acuerdos de paz», ha aseverado, si bien ha aclarado que lo demás «es un proyecto de Gobierno y no se ha hecho nada». «Falta muchísimo», ha incidido, al tiempo que ha alertado de que el paramilitarismo, al que considera un brazo armado del Estado, «se está extendiendo» en Colombia, donde están aumentando las masacres.
Sin embargo, ha reconocido que antes de los acuerdos existía una mayor protección: «Estábamos armados, viniera lo que viniera. (…) Ahora es esperar a que lleguen, con miedo, sin poder salir. Pero queremos apostar por la paz y lo seguimos haciendo».
«Es por esto que algunas personas han decidido volver», ha sostenido en referencia a las disidencias. «Hay mucho muchacho que se ha vuelto a la guerrilla porque entregas las armas, agachas la cabeza y te encuentras la cosa peor. Hay gente que considera que la mejor opción es volver porque es una forma de vida, tienes comida. Tienes una dotación cada seis meses como una fuerza militar», ha dicho antes de garantizar que «si le llama la JEP, irá».
Sobre el repunte de la violencia bajo el Gobierno del presidente, Iván Duque, al que pide «protección y cumplimiento», ha especificado que los «paramilitares se le han ido de las manos al Estado» y ha señalado que hay «ajustes, resentimiento, cuentas viejas, contradicciones». «Ahora en Colombia soy objetivo militar, cualquier excombatiente lo es (…) somos figuras visibles pero aportamos a la reconciliación aunque sea un riesgo total», ha dicho antes de expresar que «ojalá haya un cambio». «Ojalá hay aun presidente que suba y coja la sartén por el mango», ha zanjado. (Europa Press)