La «Tarjeta verde» de Codelco para terminar con la corrupción en el sector público
Por Daniel Guzmán G., Arquitecto.
La intención de esta columna de opinión, es dar a conocer y proponer la evolución del sistema de tarjeta verde que ha implementado Codelco en sus faenas con la finalidad de traspasar esta herramienta a toda la administración del Estado, como una medida preventiva de riesgos, que debería incluir dentro de actividades riesgosas la corrupción.
A modo de introducción, debemos explicar brevemente ¿Qué es la tarjeta verde de Codelco?
La Tarjeta Verde es un dispositivo (una tarjeta) que portan todas las trabajadoras y trabajadores de Codelco con la finalidad de detener una actividad riesgosa. Es una de las principales herramientas preventivas en faenas mineras. Con este simple instrumento, Codelco buscó empoderar a sus trabajadoras y trabajadores para detener una determinada tarea, al detectar que los riesgos tienen el potencial de generar un accidente o daños serios a personas, en procesos o instalaciones. La tarjeta verde es de uso personal e intransferible y debe ser portada en forma obligatoria, usada con responsabilidad y sobre todo con personalidad. Si un operador identifica un riesgo en una labor, debe alzar su tarjeta y manifestar la situación a detener.
En palabras coloquiales, permite nivelar la cancha entre el superior jerárquico, los mandos medios y el operador más humilde. Estableciendo una medida de control mutua de buenas prácticas laborales. El acto físico de levantarla con la mano, implica el empoderamiento y personalidad de un empleado, frente a su superior jerárquico, para hacer ver las acciones correctivas necesarias, mediante la ética.
¿Se imaginan?, si hubiese existido la tarjeta verde durante el proceso de construcción del puente Cau-Cau, solo por mencionar un ejemplo de cientos disponibles frente a actividades riesgosas corruptas que costaron miles de millones a todos los contribuyentes. Las actividades riesgosas, así como las malas prácticas, tienen un denominador común: siempre existe alguien que notificó y avisó del error, desde el humilde operario, hasta el profesional con experiencia, son fiscalizadores .
De igual forma, en el 100% de los casos, es un superior jerárquico quien tomó la decisión de hacer la vista gorda frente a las malas prácticas. Sea por arrogancia, ignorancia o el conocido cumplimiento de metas infladas.
¿Se imaginan?, si el sistema implementado por Codelco fuera aplicado de forma trasversal a todo el sector público. En especial en temas de obras públicas, donde siempre existe alguien que vio y denunció oportunamente, un curioso error forzado. Errores que constantemente desangran nuestras arcas fiscales.
Si bien este columnista asume que probablemente está mezclando peras con manzanas al comparar las actividades riesgosas de una faena minera versus la corrupción del sector público es posible advertir una delgada línea entre la definición de actividad riesgosa y corrupción. Y definitivamente la corrupción debería ser considerada una actividad riesgosa en todos los órganos del estado. Pudiendo ser combatida gracias al empoderamiento de aquellos funcionarios públicos responsables, que portan y usen con hidalguía su tarjeta verde (símil de Codelco), frente a las jefaturas sin dedos para el piano.
Codelco podría dar un salto propositivo de la herramienta denominada tarjeta verde, compartiendo su idea a todo el sector público, en especial a municipios, entregando una radiante armadura a aquellos funcionarios públicos dispuestos a ejecutar su trabajo con excelencia .
Eliminando así, por descarte, aquellas manzanas podridas que van marcando el paso, dejando una huella indeleble de errores, fluorescentes, visibles a kilómetros cuales babosas de tamaño humano, que dejan su camino de baba en el sistema público con total impunidad.
¿Se imaginan?, que respecto al fraude en Carabineros, algún funcionario hubiera alzado una tarjeta verde (brillante armadura protectora) o tal vez ese funcionario ratoncito hubiera tenido la personalidad de alzar la tarjeta verde, frente a su jefatura el contralor.
Si esta tarjeta verde hubiera estado aplicándose en la región de O’Higgins, no se habría realizado el ilegal autódromo Codegua, ni menos se hubieran construido innumerables viviendas sociales en terrenos inundables. Sin mencionar una serie de eventos desafortunados que, con total impunidad, acontecieron en el MINVU de O’Higgins el año 2015, bajo la mirada condescendiente de Contraloría y el Ministerio Público.
La corrupción y las actividades riesgosas en Chile hoy caminan juntas y algo debe separarlas. Urge crear una herramienta eficaz para combatirla en el sector público. La tarjeta verde de Codelco está ahí, solo hay que redistribuir a la administración del Estado y usarla.