Vivir como en el paraíso: islas australianas a precios de ganga
"Hemos recibido muchas consultas desde que comenzó la pandemia", cuenta Richard Vanhoff, un agente inmobiliario especializado en islas. "Muchas personas que nunca habrían pensado en dejar la ciudad, ahora pueden imaginarse un estilo de vida diferente", detalla.
Por Michelle Ostwald (dpa) Craig Beckey hizo realidad algo con lo que mucha gente sueña y se compró una isla. Su pequeño paraíso de 280.000 metros cuadrados se llama isla de Worthington y se encuentra en un canal en la costa australiana de Queensland, conocido como el «Estado del Sol».
Beckey vive rodeado de un matorral salvaje habitado por canguros, equidnas -un animal parecido al erizo- y agua azul brillante. Solo una cabaña de cinco por nueve metros insinúa la presencia de civilización.
«Nunca tuve el plan de vivir en una isla. Pero cuando vi un anuncio de la isla en la televisión, sentí curiosidad», cuenta Beckey a dpa. Hace poco menos de un año y medio, compró Worthington Island por algo menos de 385.000 dólares australianos (unos 278.000 dólares estadounidenses).
En comparación con los precios actuales de las propiedades en Australia, especialmente en las grandes ciudades, es una ganga. Una casa en Sidney cuesta actualmente en promedio algo menos de 1,4 millones de dólares australianos (1,01 millones de dólares estadounidenses).
Según datos de CoreLogic, una empresa que publica estadísticas sobre el mercado inmobiliario, los precios de la vivienda en Australia subieron el último año alrededor de un 20 por ciento.
Por eso, a quien no pueda comprarse una vivienda de un millón de dólares con vistas al mar quizá le convenga más una isla entera, con playa privada incluida.
Pero no solo el aumento vertiginoso de los precios de los inmuebles hace que las islas sean ahora más atractivas. También la crisis derivada de la pandemia de coronavirus generó un cambio.
«Hemos recibido muchas consultas desde que comenzó la pandemia», cuenta Richard Vanhoff, un agente inmobiliario especializado en islas. «Muchas personas que nunca habrían pensado en dejar la ciudad, ahora pueden imaginarse un estilo de vida diferente», detalla.
Los que debido a la pandemia se encuentran en teletrabajo, a menudo ya no están atados a vivir cerca de su lugar de trabajo. Además, muchos empresarios australianos ya anunciaron que permitirán el «homeoffice» incluso después de la pandemia.
Justamente Vanhoff acaba de vender una isla a un escritor del estado sureño de Victoria.
«El comprador escribía anteriormente en una pequeña casa de campo en las montañas, así que el aislamiento no era nada nuevo para él. Pero los encierros obligados restringieron su libertad de movimiento, así que ahora puede hacer lo que quiera en su isla», destaca el agente.
Para muchas personas, tener un completo aislamiento, plena libertad y tranquilidad es lo que les atrae de tener su propia isla. Sin embargo, este estilo de vida también conlleva mucho trabajo y obstáculos.
«No todas las islas tienen playas blancas de ensueño y palmeras», resalta Craig Beckey. «La isla Worthington es más bien una gran propiedad de arbustos salvajes», detalla este hombre de 55 años, que se desplaza entre su isla y la ciudad costera de Noosa, donde vive su pareja.
Pero también su trabajo como fotógrafo de productos inmobiliarios lo llevan una y otra vez a tierra firme. Se tarda cinco horas en coche hasta Gladstone, donde alquila un barco que lo lleva a su isla en unos 45 minutos.
«Todo lo que quiera llevar a la isla tiene que caber en el barco, por ejemplo los materiales de construcción. Quiero hacer mejoras todo el tiempo, pero avanzo muy lentamente», relata Beckey, quien cuenta con la ayuda de amigos y familiares, que a cambio disfrutan de la tranquilidad de la isla de Worthington.
La pequeña cabaña de Beckey está equipada con paneles solares y cuando hace mal tiempo hay que utilizar el generador de emergencia.
También hay un depósito de agua, una parrilla a gas y pronto habrá un cuarto de baño adecuado. «Se trata de pescar, capturar cangrejos y pasar el rato», asegura. Hace hincapié en que no es una vida de lujo y que, en muchos aspectos, es todo lo contrario.
«Todo requiere un poco más de esfuerzo, tiempo y dinero. Aquí no nadie recoge la basura, tienes que ocuparte de todo tú mismo», resalta.
Australia cuenta con 8.222 islas. La mayor parte de ellas se encuentra en el escasamente poblado estado de Australia Occidental, y algo menos de 2.000 islas en el soleado Queensland. Aquí también están las mundialmente famosas Whitsunday, un grupo de 74 islas situadas directamente frente al mayor arrecife de coral del mundo, la Gran Barrera de Coral.
Sin embargo, solo unas pocas islas pueden venderse a particulares. «El año pasado se ofrecieron 16 islas, de las cuales ya se vendieron nueve», indica Vanhoff. «Desgraciadamente, la oferta es muy escasa y la demanda es alta», acota.
Beckey consiguió Worthington a un muy buen precio, pero la mayoría de las islas son más caras. «Tenemos algunas en el rango de uno a tres millones de dólares, pero también hay islas de hasta 40 millones de dólares con complejos turísticos de lujo», revela el agente inmobiliario.
Vivir en la propia isla ya no es un sueño que solo puedan realizar los superricos en Australia.
«Te sientes muy lejos de todos y de todo. Es una sensación muy agradable», asegura Beckey, cuyos planes para la isla de Worthington son en un futuro construir una casa cómoda y bonita con vista al mar donde pueda vivir después de su jubilación.
dpa