Libro indaga y rescata trabajo perdido de editoras de William Shakespeare
Para cumplir con ese objetivo histórico y literario, la académica Molly Yarn revisó los archivos de bibliotecas y universidades y los registros gubernamentales.
Un siglo y medio después de que un crítico anónimo revisara la edición ilustrada de Charles y Mary Cowden Clarke de las obras de William Shakespeare en 1869 y acusara sin argumentos a Mary de innumerables errores y mutilaciones, el trabajo perdido de las editoras del escritor se recuperará en un nuevo libro que busca revertir la historia de una obra marcada por la influencia de editores y críticos hombres.
Para cumplir con ese objetivo histórico y literario, la académica Molly Yarn revisó los archivos de bibliotecas y universidades y los registros gubernamentales y, tras esa ardua investigación, publicó «Las mujeres que editaron a Shakespeare» en la editorial de la Universidad de Cambridge.
Para descubrir la contribución que las mujeres han hecho a la erudición de Shakespeare, revisó cartas, diarios, contratos, libros de contabilidad y testamentos.
«Subestimé enormemente cuántos documentos de editoras encontraría. Sabía de unas 20, y probablemente habría sido feliz con 30 o 35. Obviamente encontré más de lo que esperaba», dijo Yarn, en el marco de una entrevista con The Guardian, sobre los resultados de la investigación en la que incluyo a 69 editoras aunque acepta que dejó a muchas afuera por cuestiones técnicas.
Yarn destacó el trabajo de Clara Longworth de Chambrun, quien editó una edición de 1913 de los sonetos y resaltó, más allá de su trabajo, su valentía: «Obtuvo su doctorado en la Sorbona a los 48 años y fue una de las fundadoras de la Biblioteca Estadounidense en París, que ayudó a mantener abierta durante la ocupación nazi. Al principio, cuando las regulaciones nazis prohibieron a los judíos ingresar a la biblioteca, la condesa y el personal entregaron libros en mano a los suscriptores judíos «, dice Yarn.
La investigadora atribuye su interés por el tema a su ex profesora Ann Thompson. “Durante los años 80 y 90, Ann fue una de las primeras en señalar la brecha de género que existía en la edición de Shakespeare y articuló los principios que llevaron a pensar una edición feminista de sus textos”, dice Yarn, quien cree que el campo de la edición de Shakespeare se amplió en los últimos años. (Télam)