Placas solares en favela, revolución energética que empieza en Río de Janeiro
Se trata del trabajo de Revolusolar, una cooperativa que nació en 2015 en la favela de Babilonia fruto de la interacción entre los residentes locales y los extranjeros que vivían en esta pequeña comunidad,
Joan Royo Gual
Los turistas que acuden a Río de Janeiro para broncearse en la playa quizá no sepan que a pocos metros de las arenas de Copacabana los vecinos de una favela también tienen en el sol su mejor aliado para generar energía eléctrica. Las placas solares se abren paso poco a poco.
Se trata del trabajo de Revolusolar, una cooperativa que nació en 2015 en la favela de Babilonia fruto de la interacción entre los residentes locales y los extranjeros que vivían en esta pequeña comunidad, una de las más cosmopolitas de la ciudad, como explica el director ejecutivo, Eduardo Ávila.
En Brasil está muy arraigada la creencia de que quienes viven en las favelas no pagan por el acceso a la electricidad; con el «gato» (una trampa para conectarse a la red) tienen luz gratis. Pero lo cierto es que la gran mayoría sí paga por un servicio que casi siempre es caro y muy poco eficiente.
Los enjambres de cables en el cielo, las tormentas y el deficiente mantenimiento hacen que los cortes de luz sean casi diarios. La empresa que suministra el servicio en Río, Light, deja mucho que desear, dice Ávila.
«Entre los vecinos hay una insatisfacción muy grande. Cuando llegas hablando de una alternativa que es más justa, sostenible y que genera empleos es muy bienvenido», afirma. Los vecinos de Babilonia abrazaron más el proyecto por su practicidad que por su compromiso ambiental.
FAMILIAS BENEFICIADAS
De momento, los resultados son discretos. Hay placas solares en un bar, un hostal, una guardería y en el tejado de la asociación de vecinos, la mayor de todas, con casi 200 metros cuadrados de placas. Se benefician 34 familias, que desde que se conectaron a la energía solar pagan menos y tienen un servicio mejor.
Los desafíos para instalar las placas son grandes: el precio, la falta de mano de obra cualificada y los obstáculos burocráticos que impone Light pesan. A día de hoy, tan sólo el dos por ciento de la energía que se genera en esta favela es limpia, pero las perspectivas son de crecimiento.
Una de las claves es la mayor participación de la población local en el proyecto, a través de talleres, cursos de formación, actividades para niños y jóvenes, etcétera. Al principio, la llegada de las placas solares causó un poco de extrañeza, admite Ávila. «Hay un cierto trauma con los programas sociales que prometieron mucha cosa y no entregaron nada», comenta.
Por eso, se trabajó en dar a conocer mejor las posibilidades de la energía fotovoltaica y de adaptarla a la cultura de la favela, que tiene mucho de autoconstrucción y trabajo en equipo.
«Nos dimos cuenta de que necesitábamos un modelo también educacional, que generase oportunidades de empleo, porque si nos profesionalizamos podemos tener un impacto y una escala mayor», comenta. De momento, se ha capacitado ya a casi 50 personas.
Además, por primera vez se ha firmado un convenio de cooperación con el ayuntamiento de Río para instalar placas solares en un circo municipal, que se espera que sea el inicio de una nueva fase de más relación con las políticas públicas de la ciudad. (Sputnik)
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