El legado racista de la esclavitud sigue resonando hasta nuestros días
Por António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.
El Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud es un día de recordación y reconocimiento, y un llamamiento urgente a la acción.
No debemos olvidar nunca el inconmensurable sufrimiento que padecieron millones de hombres, mujeres, niñas y niños africanos con el flagelo de la trata transatlántica de esclavos.
Hoy honramos la resiliencia de quienes sufrieron ese yugo y rendimos homenaje a quienes sacrificaron la vida en la búsqueda universal de la libertad.
El legado racista de la esclavitud sigue resonando hasta nuestros días.
Y aunque hay quienes creen que la esclavitud es cosa del pasado, este mal sigue asolando el mundo de hoy.
La servidumbre por deudas, la condición de siervo y el trabajo forzoso, la trata de personas con fines de explotación (como la explotación sexual, el matrimonio forzado y el trabajo infantil) y el reclutamiento de niños y niñas en conflictos armados son manifestaciones contemporáneas de la esclavitud.
Todas esas manifestaciones constituyen un crimen y una violación atroz de los derechos humanos.
La esclavitud contemporánea muchas veces pasa inadvertida.
De los más de 40 millones de víctimas de la esclavitud que hay hoy en día, 1 de cada 4 es un niño o niña; 3 de cada 4 son mujeres o niñas.
Algunas de esas personas son forzadas a producir la ropa que usamos o los alimentos que consumimos, o a construir los edificios donde vivimos y trabajamos.
Los grupos pobres y marginados, en particular las minorías raciales y étnicas, los pueblos indígenas, los refugiados y los migrantes, son quienes más riesgo corren.
Las mujeres y las niñas de los grupos minoritarios son las más vulnerables de todos.
Hace dos décadas, en la Declaración y el Programa de Acción de Durban se reconoció el vínculo entre el racismo, la discriminación y la trata de personas.
La pandemia de Covid 19 ha puesto de relieve la urgencia de estar más alertas. Así, debemos garantizar el trabajo decente y prevenir las violaciones de los derechos humanos a lo largo de las cadenas mundiales de suministro.
Exhorto a los Estados Miembros, la sociedad civil y el sector privado a que intensifiquen los esfuerzos colectivos para poner fin a la abominable práctica de la esclavitud.
Insto a todos los países a que intensifiquen sus esfuerzos para detectar y proteger a las víctimas y los supervivientes, por ejemplo haciendo aportes al fondo fiduciario de contribuciones voluntarias de las Naciones Unidas para luchar contra las formas contemporáneas de la esclavitud.
Aunemos fuerzas para acabar de una vez por todas con la degradación y la inhumanidad de la esclavitud contemporánea.