El legado de Desmond Tutu y Roberto Garretón

Por Marcelo Trivelli, director Fundación Semilla

El 2021 termina con el fallecimiento de dos grandes personas en la defensa de los derechos humanos y de la justicia social de la época contemporánea: Desmond Tutu y Roberto Garretón.

Ambos vivieron una vida plena, no exenta de controversias e incomprensiones. Tuvieron que enfrentar sistemas donde la justicia era desigual y funcional a la ideología predominante en sus respectivos países: Sudáfrica y Chile. Ambos, desde sus diversos orígenes y disciplinas optaron por la defensa no violenta de quienes no tenían voz y eran víctimas de humillaciones y abusos.

Desmond Tutu, fue arzobispo de la Iglesia Anglicana en Ciudad del Cabo. Era una persona negra, en una sociedad en que ellas eran segregadas por la minoría blanca, y provenía de una familia que vivía en pobreza. Fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1984.

No se puede resumir su vida y obra en una sola frase, sin embargo, destaco aquella que hace un llamado a la movilización y a terminar con la pasividad y la indiferencia: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has escogido el lado del opresor”.

Por su parte, Roberto Garretón, provenía de una familia de la élite chilena. Estudió Derecho en la Universidad de Chile y se tituló de abogado en 1967. Muy pronto, en 1973 se incorporó al equipo del Comité Pro Paz y posteriormente a su continuadora, la Vicaría de la Solidaridad, dependiente del arzobispado de Santiago. En el ámbito internacional, fue parte del sistema de Naciones Unidas para la defensa de los derechos humanos. Recibió el Premio Nacional de los Derechos Humanos en el año 2020.

Para Roberto Garretón, era importante lograr justicia y el fin de las violaciones a los derechos humanos, pero su mirada siempre estuvo puesta en que estas situaciones de vulneración no se volvieran a repetir y por ello destaco su afirmación: “Lo peor para un país es no tener memoria”.

Ambas afirmaciones tienen un trasfondo común, el cual es un llamado a la acción sobre la base de la razón. Un diálogo para escuchar, aprender, comprender y resolver y no para imponer, ni menos por la fuerza. Por ello es tan frustrante para quienes promovemos la razón en las instancias de participación -entendida como una nueva convivencia y una nueva ciudadanía-, el constatar que una escalada de violencia lleve a la razón, después de haber dejado tras de sí a víctimas que buscaban rebelarse contra el opresor o que prefirieron tomar una posición de neutralidad.

Las vidas de Desmond Tutu y Roberto Garretón, quienes ahora son parte de la historia, nos llaman a no olvidar lo que hicieron por sus congéneres y nos refuerzan en nuestra propuesta para una nueva Constitución de Chile el reemplazo del lema nacional que hoy está en nuestro Escudo Nacional “Por la razón o la fuerza”, por uno mucho más empático y a la altura de nuestros tiempos: “Por la fuerza de la razón”.

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El Periodista