Desde Grecia, Papa Francisco lamentó «egoísmos nacionalistas» europeos que frenan a inmigrantes
Mañana, el Papa irá a la isla de Lesbos, a la que ya visitó en 2016, y que se ha convertido en un símbolo de la cuestión migratoria a nivel europeo.
Por enviado especial
El papa Francisco lamentó hoy los «egoísmos nacionalistas» europeos que frenan a inmigrantes, al dar desde Atenas su primer discurso en Grecia, a donde llegó este sábado como parte de una gira de cinco días con la que busca llamar la atención al bloque regional para una política más abierta hacia los refugiados.
«Este país, caracterizado por la acogida, ha visto arribar en algunas de sus islas un número mayor de hermanos y hermanas migrantes que el de los mismos habitantes, aumentando de ese modo los problemas, que todavía se ven afectados por las dificultades que trajo consigo la crisis económica», aseveró el Papa en su primer discurso en suelo griego.
En la segunda etapa de una gira por el Mediterráneo, y en medio de sus denuncias de las últimas horas de que el mar que baña las costas europeas se está convirtiendo «en el cementerio más grande del mundo» con «centros de refugiados que parecen campos de concentración», el pontífice enfocó sus críticas en la gestión migratoria del bloque continental
«Pero también las demoras europeas perduran. La comunidad europea, desgarrada por egoísmos nacionalistas, más que ser un tren de solidaridad, algunas veces se muestra bloqueada y sin coordinación», criticó en esa dirección.
En la primera parte de su gira, en Chipre, el Papa había pedido a Europa un compromiso para «derribar los muros» contra los inmigrantes, en un contexto de aumento de las tensiones en países del Este y el Sur del continente.
Para Francisco, «si en un tiempo los contrastes ideológicos impedían la construcción de puentes entre el este y el oeste del continente, hoy la cuestión migratoria también ha abierto brechas entre el sur y el norte».
El pontífice se refirió así a las históricas disputas entre los países del Este europeo, más reticentes a la inmigración, con los del Oeste, que al menos públicamente dejaban entrever mayor flexibilidad.
A ese contrapunto, el Papa agregó el que se sumó en los últimos años, con las naciones del Sur, primera línea en el desembarco de migrantes, que denuncian que muchas veces el resto del continente las abandona a su suerte en la gestión de refugiados.
En Grecia, el Gobierno de Atenas aplica lo que denomina una política «restrictiva» que ha permitido bajar, según cifras oficiales, de 30.000 personas a 3.000 las personas alojadas en centro de refugiados en las islas del país.
«Quisiera exhortar nuevamente a una visión de conjunto, comunitaria, ante la cuestión migratoria, y animar a que se dirija la atención a los más necesitados para que, según las posibilidades de cada país, sean acogidos, protegidos, promovidos e integrados en el pleno respeto de sus derechos humanos y de su dignidad», apeló el pontífice.
Para Francisco, «más que un obstáculo para el presente, eso representa una garantía para el futuro, de modo que sea signo de una convivencia pacífica para cuantos se ven forzados a huir en busca de un hogar y de esperanza, y que son cada vez más numerosos. Son los protagonistas de una terrible odisea moderna».
Mañana, el Papa irá a la isla de Lesbos, a la que ya visitó en 2016, y que se ha convertido en un símbolo de la cuestión migratoria a nivel europeo, tras albergar durante años a más de 12.000 en el centro de Moria, incendiado en 2020.
La pandemia, en medio de una nueva ola de coronavirus que ha obligado a la mayoría de Europa a reimponer restricciones, también formó parte del mensaje del Papa, que la calificó como «un desafío que requiere oportunas intervenciones por parte de las autoridades»
«Me refiero a la necesidad de la campaña de vacunación», especificó, antes de aseverar que hacen falta también «no pocos sacrificios para los ciudadanos».
«Siempre ha de privilegiarse el derecho al cuidado y a los tratamientos para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos, nunca sean descartados. En efecto, la vida es un derecho; no lo es la muerte, que se acoge, no se suministra», planteó. (Télam)