Frida, una vida surrealista que gana vigencia con nuevos documentales, muestras y una subasta récord
Nacida un 6 de julio de 1907 en Coyoacán, Frida comenzó a pintar justo después del accidente que le dejó la columna hecha pedazos cuando un tubo se le incrustó en el estómago.
El interés por la vida de la pintora mexicana Frida Kahlo y el récord alcanzado en el mercado con la subasta de «Diego y yo» por 34,8 millones de dólares es parte del mundo que gira en torno a esta icónica artista, como el documental «Frida. Viva la vida» que se estrena en Francia y la muestra ¡Viva la Frida!, en los Países Bajos.
Documental y muestra toman el nombre del cuadro «Viva la vida», la última pintura que Frida Kahlo pintó pocos días antes de su muerte. En la tela de pequeñas dimensiones, como varias de sus obras, se plasma el color vibrante de las sandías cortadas, y en uno de los trozos de la fruta figura escrito el nombre del cuadro, la firma de Kahlo y la leyenda «Coyoacán 1954 México».
Los colores remiten a los de México y al deseo de la artista por vivir a pesar de las más de 30 operaciones que sufrió como consecuencia del accidente en tranvía (a sus 18 años en 1925), que además del sufrimiento la orientó a dedicarse a la expresión plástica hasta su muerte a los 47 años ya postrada.
En el documental de fines de 2019 se eligió «hablar de dos Fridas, una vinculada al dolor y el arte y, la otra, al descubrimiento de las raíces de México, a ese arte precolombino tan presente en su obra», dijo el fotógrafo y realizador italiano Giovanni Troilo, citado por la agencia francesa AFP.
Dirigido por Troilo y con la participación especial de la actriz italiana y directora de cine y TV Asia Argento como narradora, el documental se zambulle en la vida atípica de Frida y traza un itinerario de la mujer que reivindicó al México popular e indígena y a las nuevas corrientes artísticas de la Europa de entreguerras, mientras marca un contrapunto entre el México actual y el de aquella época.
El documental aborda paralelamente el dolor físico, las operaciones, los tres abortos que sufrió la artista y su capacidad para reflejar todo eso en su obra, mediante la reutilización de los exvotos católicos, los retratos frontales, las lágrimas, la sangre. También la omnipresencia de Diego Rivera, el pintor y muralista con el que se casó dos veces.
Nacida un 6 de julio de 1907 en Coyoacán, Frida comenzó a pintar justo después del accidente que le dejó la columna hecha pedazos cuando un tubo se le incrustó en el estómago. Esa experiencia «que la marca para toda la vida» es el momento en que «nacen dos Fridas: la que se convirtió en ícono de la fortaleza y la independencia» y la que estaba atada a sus limitaciones físicas, dos caras de una misma persona, con un solo corazón», relata Argento.
«Frida representa a las mujeres en un sentido muy amplio. Y muestra cómo, a pesar de la adversidad, de ciertas limitaciones, una mujer puede salir adelante. Y a pesar de que Diego Rivera tenía una personalidad tan fuerte, tan imponente, la obra de Frida -que es autobiográfica- nunca se sumerge en el mundo de Rivera, ella mantiene siempre su propia voz», explicaba a Télam Cristina Kahlo (1960), bisnieta del padre de Frida, acerca del documental.
En la obra fílmica se muestran fotografías y objetos poco vistos del Museo Frida Kahlo, también conocido como la Casa Azul (Ciudad de México), y uno de los tres museos más visitados del país.
Décadas después de su muerte, Kahlo se convirtió en la artista mujer y latinoamericana más cotizada con la reciente venta en Nueva York del autorretrato «Diego y yo» pintado en 1949, en una subasta de Sotheby`s por 34.883.000 dólares.
La obra que regresa de este modo a Latinoamérica fue adquirida por el coleccionista y empresario argentino Eduardo Costantini, fundador del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) y será exhibida en el museo.
En 1995 Costantini había pagado la cifra récord de 3,2 millones de dólares por «Autorretrato con chango y loro» (1942) de Kahlo, y en 2016 había pagado 15,7 millones de dólares por «Baile en Tehuantepec» (1928) de su compatriota y compañero de vida Diego Rivera, superando el récord del muralista que en 1995 fue de poco más de 3 millones. El récord en subasta de una obra de Kahlo estaba en 8 millones de dólares en 2016, consignó AFP.
Se trata de uno de los autorretratos más emblemáticos de la pintora mexicana, convertida en un icono feminista, y se dice que el cuadro fue creado tras conocer Kahlo la infidelidad del muralista con el que se casó dos veces y la actriz María Félix.
En el autorretrato de 30 centímetros de alto y 22,4 de ancho, muestra el rostro de la artista con gesto sufriente que se remata con lágrimas deslizándose sobre su piel y suma un retrato de Rivera incrustado en su frente como un tercer ojo.
La obra había sido vendida por 1.4 millones de dólares en un remate realizado en 1990 y había pertenecido al magnate inmobiliario Harry Macklowe y a su esposa Linda, divorciados en 2016.
Esta subasta eclipsó el récord anterior para una obra de la artista, tras la venta en 2016 de «Dos desnudos en el bosque» (1939) por 8 millones de dólares, que en 2006 había superado los 5.6 millones obtenidos por «Raíces» (1943), ambos en Nueva York.
Por otro lado, el Drents Museum (Assen, Países Bajos) le dedica casi todo su espacio a la muestra «¡Viva la Frida!» hasta marzo del año próximo, con más de 40 obras de pinturas y dibujos del Museo Dolores Olmedo y objetos biográficos del Museo Frida Kahlo.
El museo europeo califica a Kahlo como «una de las artistas más conocidas y queridas del mundo» y destacan que «sus impresionantes obras de arte, su llamativo aspecto, su turbulenta vida y su extraordinario estilo de vida han convertido a Kahlo en un icono mundial y una figura de culto». (Télam)