Crisis y falta de controles impulsan en Brasil fiebre del oro que contamina la Amazonía

Medios locales amazónicos consideran que la actividad creció con el aumento de la crisis económica y social que vive el país.

                                                                                                                             Por Pablo Giuliano

Ante la crisis económica y social y la falta de fiscalizaciones los garimpeiros, como se llama a los buscadores de oro artesanales en la selva amazónica de Brasil, han montado una suerte de estado paralelo con más de 300 barcos estacionados y dragas para buscar ilegalmente el metal precioso en el lecho del Río Madeira, que nace en Bolivia y es uno de los afluentes del Amazonas.

El vicepresidente de Brasil, general Hamilton Mourao, reconoció la existencia masiva de los buscadores de oro que navegan por los ríos amazónicos y determinó que un grupo especial de la Marina y la Policía Federal se va a ocupar de sacar a las mafias, a las que vinculó al narcotráfico en la región norte del país, precisamente en el estado de Amazonas.

Una denuncia de la entidad multinacional Greenpeace con fotografías de la agencia financiera privada canadiense Reuters permitió revelar un suerte de ciudad flotante de dragas en Autazes, interior del estado de Amazonas, a 113 kilómetros de la capital regional, Manaos.

Medios locales amazónicos consideran que la actividad creció con el aumento de la crisis económica y social que vive el país.

Audios de WhatsApp de los garimpeiros divulgados este viernes por el diario O Estado de Sao Paulo revelaron que estos grupos están armados y en superioridad numérica y de medios a la fiscalización.

El gobierno del presidente Jair Bolsonaro redujo la fiscalización ambiental en la selva amazónica y presentó un proyecto ante el Congreso para poder explorar la minería dentro de las reservas indígenas y tierras fiscales.

Comunidades indígenas de la selva amazónica denunciaron casos de desnutrición -sobre todos los yanomami, en el estado de Roraima- debido a que el mercurio usado para la minería ilegal en el lecho del río contaminó toda la vida fluvial.

«El mercurio usado para la minería sufre un proceso de transformación química convertido en metilmercurio que entra en la cadena alimentaria de los peces», dijo el especialista en salud pública Paulo Basta, de la fundación estatal Oswaldo Cruz (Fiocruz).

Las escenas mostradas por entidades ambientalistas en el Rio Madeira están dejando al país en medio de un shock debido a que los garimpeiros actúan sin ningún tipo de fiscalización con sus dragas en busca de oro.

Es una situación de un impacto similar a la fiebre del oro de los años ochenta, cuando en el ocaso de la dictadura militar cientos de miles de personas viajaban hacia el estado amazónico de Pará, a la Sierra Pelada, a buscar algún metal para esquivar el hambre.

Sierra Pelada se hizo famosa mundialmente porque fue uno de los trabajos consagratorios del fotógrafo ambientalista Sebastiao Salgado, uno de los brasileños más famosos del mundo.

A partir de las denuncias admitidas por el vicepresidente Mourao, el titular del Consejo amazónico, un ente del gobierno de Jair Bolsonaro para abordar la cuestión de la selva sudamericana de la cual Brasil tiene el 60%, los garimpeiros han comenzado a diseminarse por otras ciudades.

«La responsabilidad es de la Marina», dijo el vicepresidente Mourao, general retirado del Ejército, a periodistas.

Lo hizo al responder a un pedido del Ministerio Público, que reclamó que el cuartel amazónico del Ejercito se haga cargo de la situación.

Según Folha de Sao Paulo, gran parte de los garimpeiros son ribereños, personas que viven en la región amazónica, que aprovecharon los rumores sobre la existencia de pepitas de oro en el lecho del río Madeira.

La situación coincide con la reciente realización de la cumbre de cambio climático de la ONU en Escocia, donde Brasil se comprometió a un plan de reducción de gases de efecto invernadero en la selva amazónica.

Entidades que reúnen a buscadores de oro ilegales pudieron reunirse con Bolsonaro en 2020, buscando permisos especiales para usar la Amazonía como fuente de recursos minerales.

Para la oposición, el presidente es responsable por la diseminación de los garimpeiros y la falta de control con la reducción de personal y de recursos del Instituto Brasileño de Media Ambiente (Ibama).

«El rio Madeira es un lugar sin ley para pistoleros y garimpeiros incentivados por Bolsonaro a saquear, contaminar con mercurio las aguas y llevar muerte a los territorios indígenas», dijo el exministro de Deportes Orlando Silva, hoy diputado del Partido Comunista do Brasil (PCdoB).

El jefe del bloque de oposición en Diputados, Alessandro Molon, del Partido Socialista Brasileño (PSB), afirmó que haber llegado a este punto «forma parte del proyecto de destrucción» del Gobierno.

En la campaña de 2018 Bolsonaro prometió reducir la fiscalización ambiental para permitir el desarrollo de proyectos privados vinculados al agronegocio, una plataforma que ha cumplido desde que asumió en el cargo, modificando las históricas políticas de Brasil frente al medio ambiente.

La fiscalía de Manaos pidió a las fuerzas militares y de seguridad confiscar y destruir las dragas y balsas de los buscadores ilegales de oro.(Télam)

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El Periodista