Una radiografía del sector editorial en Latinoamérica: los desafíos que dejó la pandemia

Apunta a tener una visión general, dibuja el mapa editorial de la región, estudia el rol de los distintos actores y dimensiona hasta qué punto la pandemia generó por un lado, una fuerte reconfiguración de todo el mercado del libro y, por el otro, una oportunidad para los proyectos más pequeños que pudieron desenvolverse de forma más ágil y estable.

Por Ana Clara Pérez Cotten

Para conocer los rasgos generales del sistema editorial latinoamericano e identificar las oportunidades y desafíos que ofrece el mapa para los editores, el Programa de Literatura del British Council encaró un informe, dirigido por la investigadora Gabriela Adamo, que permite caracterizar la actualidad del mercado editorial latinoamericano como «un sistema muy desarrollado y sofisticado en su calidad pero tan inestable y afectado por tanta precariedad que es difícil de sostener».

El relevamiento, que apunta a tener una visión general, dibuja el mapa editorial de la región, estudia el rol de los distintos actores y dimensiona hasta qué punto la pandemia generó por un lado, una fuerte reconfiguración de todo el mercado del libro y, por el otro, una oportunidad para los proyectos más pequeños que pudieron desenvolverse de forma más ágil y estable.

“El British Council de Londres está pensando en armar un programa conjunto y para eso necesitaba actualizarse. Se organizó un concurso al que se postularon personas de toda América Latina, me postulé y gané”, repasa Adamo sobre cómo empezó la sistematización de datos en lo que trabajó desde diciembre de 2020 hasta fines del pasado marzo con la asistencia de Giuliana Migale.

“El mercado editorial latinoamericano es, en un punto, un sistema desarrollado y sofisticado en su calidad, pero afectado por tanta precariedad que es difícil de sostener. Entonces, lo pequeño es más estable: navegar mares complicados con barcos grandes es más difícil de sostener con calidad”, sostiene la investigadora sobre las conclusiones a las que la llevó estudiar durante cuatro meses el universo del libro en Argentina, Colombia, México y Perú. El ejercicio la llevó a usar una lente gran angular para mirar todo el subcontinente (incluso a España y los Estados Unidos de habla hispana) y aplicar a una visión más estrecha de la situación particular de cada país.

Adamo trabaja desde hace más de veinticinco años en el mundo editorial. Empezó su carrera como editora en Sudamericana y Paidós, durante más de una década promovió la traducción de autores argentinos en el exterior y fue directora ejecutiva de la Fundación El Libro y del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires. Se desempeña como traductora e investigadora, da clases en la Universidad de San Andrés y es fellow de la Fundación Bunge & Born.

“Relevamos todas las estadísticas que existen, las publicaciones de medios especializados, hicimos un cuestionario por en email a una red muy sólida de contactos en toda América Latina y mantuve unas 30 entrevistas en profundidad con editores, libreros, traductores, agentes y especialistas. Combiné el sector privado con el público y las experiencias más pequeñas y más grandes”, explica sobre el entramado que le permitió generar una base de información para responder las preguntas del informe.

Al enumerar los desafíos a los que se enfrenta la industria editorial latinoamericana, el informe repara en la compleja relación con España, una desigualdad que es a la vez causa y efecto de una dinámica en la que el país europeo produce y vende más libros que los veintiún países latinoamericanos juntos. “La industria española se vio muy afectada por la crisis mundial de 2008, pero está en camino de recuperación, mientras que países como la Argentina han recorrido el camino contrario. Al comparar las cifras de una de las mayores editoriales para el período 2011-2020, puedes ver una reducción del 11% en los ingresos para el mercado español y aproximadamente el 40% para Argentina”, detalla Adamo. Como contracara de lo meramente cuantitativo, el informe repara en lo vital del entramado cultural latinoamericano y en cómo eso impacta en lo que se publica: “Las editoriales españolas pueden comprar los best-sellers más llamativos (y caros), pero las numerosas empresas con sede en la Ciudad de México y Buenos Aires se encargan de traducir una gama mucho más diversa de libros y autores”.

Al presentar el mapa de la región, el informe explica que el ecosistema de editoriales está integrado principalmente por pequeñas y medianas empresas, liderado por “los dos jugadores más importantes de la región que son Penguin Random House, con sede internacional, y el gigante español Grupo Planeta”. La baja de las tiradas en los últimos años es alarmante: han disminuido hasta en un 42% desde 2014. Argentina es el país más afectado, mientras que México y Colombia se mantienen relativamente estable.

Ante ese panorama concentrado, muchos profesionales editoriales ven al sector independiente -más fuerte en México y la Argentina- como meros “esquemas bien intencionados”, más efectivos en su poder comunicativo que en su perspicacia comercial. Sin embargo, la sensación es que de forma lenta y tenaz estas empresas no solo están ganando participación de los lectores existentes, sino que están creando nuevas audiencias.

Para algunos, 2020 fue una gran oportunidad para ver cómo sería todo sin las ferias, ya que era imposible la presencialidad. La mayoría de las ferias ofrecieron algún tipo de programa virtual, pero las ventas cayeron indefectiblemente. Aunque algunos de los “rebeldes” dicen que no notaron la diferencia, la mayoría de las editoriales se quejan mucho de la pérdida del triple efecto de las ferias: volumen de ventas, mayores márgenes (desde la venta de la editorial directamente, saltando las comisiones de las librerías) y el de la publicidad.

Con cierto “cuidado ético”, el estudio remarca que para quienes pudieron escapar de los efectos más graves en salud o estabilidad financiera, la pandemia fue un tiempo excepción que pudo usarse como “campo de experimentación”. Por ejemplo, la cancelación de las ferias del libro importantes de la región les dio a quienes protestaron en su contra la oportunidad de comprobar qué tanto las necesitan, algunas editoriales recurrieron a la creatividad para garantizar la supervivencia o tuvieron que buscar otras formas de promover a los autores y encontrar puntos de venta.

El informe plantea distintas aristas del “salvavidas del comercio electrónico” para la industria durante la pandemia. ¿Cómo se articula eso en la región con el “peligro Amazon”?

Es difícil tratar este tema con neutralidad tratando de poner todo sobre la mesa. Sabemos que cada tecnología trae sus ventajas y peligros. En el relevamiento durante la etapa del Covid, la tecnología fue de gran ayuda porque permitió mantener el contacto entre lectores, librerías, editoriales, bibliotecas y agentes públicos. Sirvió para paliar lo que se perdió por la presencialidad. Y creo que el zoom llegó para quedarse como una herramienta democratizadora. Ahora, desde Córdoba puedes contactarte con Frankfurt como si estuvieras en Buenos Aires y eso es necesariamente democratizador. Ahora, obviamente, los monopolios (Amazon o lo que pasa acá con Mercado Libre) implica otra complejidad. Es un área en la que el mercado editorial tiene que estar atento, pero de forma creativa, positiva y proactiva y no solo de defensa que es una forma muy triste de encarar cualquier proyecto.

El relevamiento destaca que, a pesar de la tragedia de la pandemia, 2020 fue un “campo de experimentación” ¿Qué cuestiones que pudieron probarse te parecen más relevantes?

Lo del “Campo de experimentación” hay que tomarlo con pinzas porque creo que fue un costo altísimo. Pero sí, se vio. Una editora que estaba por lanzar su proyecto, con el párate general, dedicó todas sus fuerzas al lanzamiento. Muchas editoriales se quejaban de las ferias por largas y caras y el año pasado se probó qué pasa sin ferias: no creo que haya una persona que diga que se puede seguir sin feria. Tienen una gran fuerza de dinamización. Hay editoriales para las cuales las ferias les dejan el 30% de sus ventas. El experimento probó que necesitamos las ferias económicamente y humanamente para encontrarnos.

Al analizar los niveles de venta de derechos de traducción, se explica que varios actores entienden que “pequeño es más estable”. ¿Qué oportunidades comerciales podrían crecer a partir de este escenario?

Esto va al meollo del diagnóstico de América Latina. Somos en un punto un sistema muy desarrollado y sofisticado en su calidad, pero tan inestable y afectado por tanta precariedad que es difícil de sostener. Lo pequeño a veces es más estable porque navegar mares complicados con barcos grandes es más difícil de sostener con calidad. Los barcos pequeños pueden reducir tiradas, publicar menos y adaptarse a las dificultades para sobrepasar las crisis y después desplegarse con esplendor. Pero soy muy consciente de que detrás de esto estoy siempre hablando de un mercado chico lleno de precariedades que ojalá podamos superar porque no es el ideal.

En las conclusiones, el informe acepta que la pandemia dañó enormemente el tejido social de América Latina, pero sostiene que también produjo una serie de aprendizajes y nuevas oportunidades. Como expresó uno de los ejecutivos entrevistados:

“Creo que 2021 será un año muy malo, pero un poco mejor que 2020 ”. Hay esperanza de que las cosas mejoren lentamente: la región está llena de “energía, entusiasmo y resistencia inspiradora”.

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El Periodista