Felipe Berríos critica decisión de alcaldesa de Santiago de entregar mil permisos a ambulantes
El sacerdote, entrevistado por el diario El País de España, sostuvo que la medida favorece a las mafias que manejan al comercio ambulante.
«Son como microempresas que se ponen de acuerdo y hacen trabajar a la gente como vendedores ambulantes, por ejemplo. Es por eso que lo que hizo la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, de entregar mil permisos de trabajo a los comerciantes informales en el centro de la capital, es lo peor que pudo hacer: finalmente, está afirmando las mafias que están detrás de ellos. Realmente, lo que sucede en Chile es algo kafkiano», señaló el sacerdote Felipe Berrío al diario español El País.
La alcaldesa, en una medida my criticada por la Cámara de Comercio, anunció en septiembre que había mil permisos disponibles para el comercio ambulante y que los utilizaría para reordenar la venta de productos en las calles de la comuna de Santiago.
Berríos fue entrevistado a propósito de la inmigración y desde La Chimba, en Antofagasta, sostuvo que “la inmigración no va a parar. Porque Chile, por mucho que lo critiquemos, es el país más rico y con mejores perspectivas de la región”.
El sacerdote dijo que se trataba de un problema multidimensional: “La crisis de la gente que entra por pasos no habilitados, el Gobierno que no entrega papeles y los inmigrantes que quedan en el limbo y tienen que vivir en negro, pagando arriendos altísimos y ganando bajos salarios. Por otra parte, los chilenos de menores recursos que conviven con los inmigrantes, que hacen sus necesidades en cualquier lado, que ponen la música a todo chancho y ocupan los pocos espacios públicos de los barrios humiles, son los más tensionados, porque los señores que desde el barrio alto de Santiago dicen estar a favor de los migrantes, no tienen el problema encima”.
Para Berrío «el sentimiento que ha tenido la ciudad (Iquique) ha sido de silencio absoluto, es decir, de vergüenza, de que no era lo que querían hacer. Luego hemos visto una gran ola de ayuda. El inmigrante es la cara visible del problema, pero el problema mayor son las autoridades, indolentes. Comprendo la indignación de la gente ante un problema que la autoridad no ha querido canalizar. La organización del Estado de Chile es tal, que trajo todos los respiradores y más de los que necesitábamos, ha traído todas las vacunas y más de las que necesitábamos, supo repartir las vacunas como pocos países del mundo y, sin embargo, no les ha interesado abordar este problema».