Así enfrenté la pandemia… y salí adelante: Andrés Montero

El escritor y cuentacuentos de 31 años, junto a Nicole Castillo, en febrero de 2020 arrendó una propiedad donde llevaría adelante su proyecto de “Casa Contada”, sin embargo el Covid le impidió comenzar y debió refugiarse en el online, internalizando su accionar. “Mirándolo ahora con una pequeña distancia, creo que Casa Contada y ChileCuentos salieron fortalecidos” en la emergencia sanitaria, señala y cuenta cómo lo hicieron.

“Tengo una productora cultural que se llama La Matrioska, la cual es a la vez una compañía de narración oral que conformo junto a Nicole Castillo. La Matrioska lleva también la Escuela de Literatura y Oralidad ‘Casa Contada’ y el Festival Internacional de Narración Oral ‘ChileCuentos’. Los tres proyectos se remecieron fuertemente por la pandemia”, comienza su relato Andrés Montero, escritor y narrador oral chileno, autor de diversos libros para lectores juveniles y adultos. A sus 31 años ha sido publicado en Chile, Argentina, México, España, Italia y Dinamarca. También, por su libro Tony Ninguno obtuvo el X Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska por «Tony Ninguno».

Montero y su emprendimiento sufrieron un fuerte revés al iniciarse las restricciones por la llegada del Sars Cov II.

“La Compañía artística no pudo seguir contando cuentos en escuelas, colegios, bares, bibliotecas, etc., y tuvimos que aprender a hacerlo online”, dice. Pero el cambio no fue fácil. “Si bien vimos que funcionaba, las contrataciones no llegaban ni al 20% de lo que solían ser. Además, faltaba motivación para ampliar el repertorio, por lo que se vio un poco relegada frente a los otros proyectos”.

Cuenta que en Casa Contada habían arrendado en febrero de 2020, un mes antes del inicio de la pandemia, una casona en Providencia para poder hacer los talleres y cursos, en un proyecto muy completo que incluía una librería («Casa Fantasma», que ya estaba funcionando) y a futuro una cafetería, entre otras cosas. “Todo se vino abajo, en abril devolvimos la casa y perdimos varios millones en el proceso que no fueron recuperados. Sin embargo, como los cursos de 2020 ya habían comenzado, nos vimos obligados a dar una alternativa a las alumnas y alumnos y pasamos los cursos a modo online, pensando que sería cosa de un par de semanas cuando mucho”, rememora.

Hasta el día de hoy, siguen siendo escuela online y están maravillados con lo alcanzado porque, en este caso, la virtualidad ayudó “muchísimo” a la escuela: “si antes teníamos alumnos solo de Santiago, ahora tenemos de más de quince países y por supuesto de regiones, incluyendo también a profesores de distintos rincones del mundo. Se creó una comunidad literaria como siempre la habíamos soñado, cosa totalmente sorprendente porque no lo esperábamos; además, los cursos bajaron de precio y ahora son más asequibles al bolsillo de quienes se interesan por ellos. Por último, el festival ChileCuentos se realizó en formato virtual en 2020 y 2021, también con muy buenos resultados y participación de gente de muchos países, aunque no por ello deja de extrañarse escuchar historias en la presencialidad”, señala Andrés Montero.

El creador de La Matrioska asegura que no recibieron -ni solicitaron, hay que decirlo- ayuda de ninguna entidad pública o privada. “Lo que nos ayudó fueron las ganas de la gente de seguir encontrándose en torno a las historias y la literatura más allá de sus formatos. Eso es lo único que permitió que los tres proyectos sobrevivieran a la pandemia”, dice quien hasta ahora ha podido sortear al virus y no se ha enfermado de Covid.

Respecto al futuro, Montero afirma que “en el caso de la compañía artística, puede que sigamos haciendo algunas cosas online, pero muy de vez en cuando: la presencialidad para contar cuentos es demasiado importante. Para ChileCuentos pensamos formatos híbridos: un festival presencial, pero que tenga algunas funciones y charlas transmitidas vía streaming. Y Casa Contada seguramente seguirá siendo una escuela online, porque el formato nos encantó, aunque esperamos volver a tener alguna sede pequeña donde dar algunos talleres presencialmente”.
Señala que este periodo especial les permitió aprender a no forzar las situaciones ni a amarrarse a las ideas preconcebidas sobre cómo deben funcionar las cosas. “La única manera de salir adelante fue adaptarnos -y no digo que no nos costó. Saber dejar la casona que habíamos arrendado, aceptar que el mundo estaba en un momento donde todo se caía a pedazos. Hay que tener ingenio y honestidad para pensar: esto que yo hago, ¿se puede seguir haciendo en este contexto? Y si no se puede, ¿hay manera de reconvertirlo y que funcione? Y si no funciona, tal vez no sea el momento de ese proyecto, y puede que sean tiempos para otras cosas”, señala. Y agrega: “Yo me acuerdo de que cuando cerramos Casa Contada estaba bien cabreado, aparte no tenía nada que hacer y soy muy hiperactivo. Entonces me puse a escribir cuentos que tenía dejados hace rato y salió un libro bien bonito que se publicó al año siguiente. Entonces, pienso ahora, tal vez era el tiempo de ese proyecto.

Está convencido que los proyectos que realiza junto a Nicole Castillo “seguirán bien, creciendo poco a poco”.

“La virtualidad de ChileCuentos, por ejemplo, nos impulsó a hacer un proyecto para tener cuentos contados en TV Educa, y eso va a seguir más allá de la pandemia. Tal vez nunca se nos habría ocurrido hacerlo, y le da muy buena visibilidad al festival. Mirándolo ahora con una pequeña distancia, creo que Casa Contada y ChileCuentos salieron fortalecidos. Quizá la que se resintió más fue la compañía La Matrioska, pero ahora podemos retomar los proyectos”, asegura.

 

Este reportaje, que integra una serie de entrevistas que El Periodista publicará durante octubre, cuenta con el apoyo del Fondo de Medios de Comunicación Social 2021 del Gobierno Regional Metropolitano de Santiago y el Ministerio Secretaría General de Gobierno.

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