Arte y mercado: ¿Por qué Frida Kahlo puede convertirse en la artista latinoamericana más cara?
La directora de Arte Latinoamericano de Sotheby's refiere que el fenómeno de Frida lleva varias décadas y que desde los 80 se comenzó a divulgar "su figura, el mito" y, aunque su producción no es demasiado grande, tuvo gran influencia en otros artistas y en "la manera en que el arte surrealista latinoamericano ha sido interpretado".
Por Marina Sepúlveda
La posibilidad de que «Diego y yo», un autorretrato de Frida Kahlo (1907-1954) que saldrá a subasta próximamente, se convierta en la obra más cara del arte latinoamericano despierta nuevos interrogantes tanto sobre los criterios que determinan la valoración de una obra o una trayectoria artística en el mercado del arte como sobre el fenómeno de la pintora mexicana, que la llevó a ser la segunda artista más buscada en Google, solo superada por Leonardo Da Vinci.
¿Cómo entender el auge de Frida Kahlo en el mundo? Tal vez, a partir de los 30 millones que aspira a obtener en noviembre la casa Sotheby’s como precio récord en la Subasta Vespertina de Arte Moderno de Nueva York por «Diego y yo» (1949), el autorretrato de la artista que incluye en su propio rostro el de su célebre compañero, el muralista Diego Rivera, representado como un tercer ojo en su frente, mientras unas lágrimas ruedan por su mejilla.
Precisamente con esta obra Kahlo fue la primera artista plástica latinoamericana en superar el umbral de un millón de dólares cuando se vendió por 1.400.000 millones de dólares en una subasta realizada en 1990. Tres décadas después regresa al mercado con la chance de valer casi 22 veces más que en su última aparición y al mismo tiempo con la posibilidad de desplazar a Rivera del ranking de obras mejor cotizadas del arte latinoamericano -una lista que el mexicano encabeza con «Los rivales», vendida en 9,8 millones de dólares en mayo de 2018 por la casa Christie’s-, lo que podría leerse también como un acto de justicia poética contra el hombre que fue parte los padecimientos que debió afrontar la pintora mexicana.
En diálogo con la agencia Télam, la directora de Arte Latinoamericano de Sotheby’s, Anna Di Stasi, refiere que el fenómeno de Frida Kahlo lleva varias décadas y que desde los 80 se comenzó a divulgar «su figura, el mito», y aunque su producción no es demasiado grande tuvo gran influencia en otros artistas mexicanos o latinoamericanos y en «la manera en que el arte surrealista latinoamericano ha sido interpretado», indica.
«La artista se ha mantenido como una gran imagen posmodernista, feminista, independiente de las tradiciones culturales y artísticas de su país, pero al mismo tiempo muy basadas en una interpretación personal de ellas. Todo esto siendo mujer, siendo parte de ese triángulo perfecto de mujeres surrealistas: Frida Kahlo, Leonora Carrington y Remedios Varo. Ellas tres juntas también pertenecen a este momento de interés, institucional y de coleccionistas sobre este movimiento en Latinoamérica», explica Di Stasi.
¿Entonces el fenómeno está relacionado con el surrealismo? «Es el surrealismo y también hay un gran apetito para la obra de Kahlo, siempre lo ha habido, pero ahora es un mercado mucho más global que antes, muy establecido con coleccionistas de arte contemporáneo y arte moderno que buscan obras maestras, ya sea de Kahlo o de Jackson Pollock o Monet. Están buscando realmente lo mejor en términos artísticos del siglo XX y XXI», define.
¿De qué manera se comprende este auge de la figura de Frida Kahlo? «Es una historia que conmueve. Una estudiante extranjera me presentó un ensayo sobre Frida que organizó a través de sus episodios de dolor, ya sea físicos (accidentes), como afectivos (sus abortos, su tortuosa relación con Diego Rivera). Es sencillo producir una inmediata empatía. Además sus cuadros retratan también su vida, el discurso sufriente se duplica. Y es una extraordinaria pintora», explica por su parte la investigadora y curadora Andrea Giunta.
«Es una combinación de factores», amplía por su parte Di Stasi. En el caso de Frida su biografía es parte de su producción artística. Desde el momento en que se empezó a difundir su obra siempre se hizo de una manera biográfica y creo que eso ha sido una gran influencia en la forma en que le ha llegado al público. Otro gran artista cuya biografía es parte de su producción artística es Van Gogh. No se puede separar la obra de Van Gogh de la forma en que se ha escrito, se ha hecho el marketing. Es parte de la etiqueta, es parte de lo que el artista incluyó en su obra y no podemos dejarlo afuera».
«No podemos hablar de Frida Kahlo sin hablar de Diego Rivera sobre todo en este caso que está pintado en su frente, entonces es algo tan biográfico y tan emocional para ella», señala Di Stasi. Y agrega: «Creo que esta obra donde se ve ese drama, ese gran sufrimiento, esa gran relación que tenían, es parte de la lectura adecuada de la misma. Y eso es lo mismo por lo que el público se siente atraído a una obra de Frida Kahlo, es también ese tipo de emoción y relato biográfico».
El panorama del arte latinoamericano en este momento «es expansivo, favorable para gran parte de los artistas de la región», describe la especialista. De hecho, desde 2018 Sotheby´s incluye al arte latinoamericano moderno y contemporáneo dentro de sus subastas «globales», y no como antes con subastas dedicadas a la zona.
Parte de la decisión estuvo fundada en los cambios de adquisiciones de sus clientes, que «empezaron a comprar más en términos de categorías, no solamente compraban arte latinoamericano, sino también arte contemporáneo. Coleccionistas de arte contemporáneo empezaban a comprar arte latinoamericano y había un «crossover» (cruce) que de cierta manera se ha multiplicado en los últimos diez años, donde la gente quiere adquirir obras de gran calidad sin importar el origen. Es un mercado muy abierto, muy internacional y en crecimiento», caracteriza Di Stasi.
Uno de los atractivos de las obras de los artistas latinoamericanos es su precio, a excepción del de Frida Kahlo: «hay mucha obra latinoamericana que está siendo reevaluada y que debería valer mucho más. Este es el momento ideal para que el público empiece a reevaluar estos artistas», explica.
Pero a su vez, se debe considerar que no son los mismos valores que se suelen conseguir para los artistas de México y Brasil, donde el mercado local tiene mayor presencia que en otros países de la región.
En tanto casa de subastas, Sothebys recibe a los artistas representados por galerías o con trayectorias establecidas en un mercado local, y estos cuando van creciendo y llegan a Nueva York, pueden «amplificar ese interés», explica sobre el circuito de legitimación en el mercado.
¿Cómo se pone un valor a una obra? «Hay muchos factores que se toman para decidir el rango, el estimado a las obras que subastamos». El proceso común está basado «en los precios recientes de obra comparable, ya sea a nivel subasta o venta privada y a una proyección de lo que es la demanda actual por una obra de esas características», analiza Di Stasi.
«Nosotros tenemos el conocimiento de lo que se está vendiendo en el mercado, a qué precios, quién está comprando, quién está vendiendo. Es una conversación con especialistas en la materia». Se decide en conjunto un precio realista que «demuestre exactamente la demanda del momento para una obra de esas características», afirma.
Por otro lado, señala que las subastas «es el mercado más legítimo, no es perfecto, pero sí tiene más transparencia que otros y a la larga establece un punto de referencia de un precio y un récord para la posteridad», concluye.
La subasta prevista para noviembre podría eclipsar el récord anterior para una obra de Kahlo, tras la venta en 2016 de «Dos desnudos en el bosque» (1939) por 8.000.000 millones de dólares, que a su vez en 2006 había superado a los 5.600.000 millones obtenidos por «Raíces» (1943), ambos en Nueva York.
«Diego y yo» se convertiría de este modo en la obra de arte subastada más valorada de un artista latinoamericano, y de una artista mujer. Esta subasta también representa la expansión de la categoría de arte moderno que adoptó la casa de subastas al incluir a artistas «infrarrepresentados», sobre todo mujeres, como un replanteamiento del valor histórico de las subastas. (Télam)